Durante décadas se pensó que nuestros metabolismos empezaban a disminuir de forma drástica desde el momento en que cumplimos los 20 años. Ahora un revelador estudio ha demostrado que nuestro metabolismo, también conocido como gasto energético, se mantiene relativamente estable entre los 20 y los 60 años, antes de empezar disminuir a esa edad más avanzada.
Los investigadores de este metaanálisis analizaron los estudios preexistentes y provenientes de 29 países sobre el gasto energético. En total, analizaron datos de casi 6.400 personas desde el nacimiento hasta sus 95 años de edad. Cada estudio midió el gasto de energía utilizando el mismo método, el del “agua doblemente etiquetada”. Este método consiste en que los participantes beben un tipo especial de agua, en la que se ha agregado un marcador seguro y no radiactivo. El marcador identifica el hidrógeno y el oxígeno presentes en el agua, lo que permite a los investigadores rastrear la rapidez con que el cuerpo procesa ambos; después, se toman muestras de orina de cada persona para rastrear la velocidad a la que ambos compuestos han viajado por el cuerpo. Todo ello da a los investigadores una medida precisa de la tasa metabólica de una persona: la cantidad de energía que usa en un día.
El análisis mostró que el gasto energético (metabolismo) crece rápidamente desde el nacimiento hasta el primer año. Después, el gasto de energía disminuye gradualmente hasta los 20 años, momento en el que se estabiliza hasta los 60 años, incluso durante el embarazo. Pasados los 60 es cuando el gasto energético empieza a caer. Estos resultados se mantuvieron firmes incluso si los investigadores cruzaban otros factores como son la actividad física o la composición corporal (cuánta grasa o músculo tenía una persona y cuánto pesa), cosas que sabemos pueden afectar el metabolismo del individuo.
Este estudio nos abre las puertas a una cuestión fundamental: la comprensión del metabolismo humano. Saber cómo nuestro metabolismo puede (o no) cambiar a lo largo de nuestras vidas es crucial para estudiar cómo tratar enfermedades como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas e incluso algunos cánceres.
El estudio tiene un fallo: no toma en cuenta la ingesta energética de la persona. Mucha gente experimenta un aumento de peso a medida que envejece a pesar de que su metabolismo se mantiene relativamente fijo a lo largo de su vida. Todo esto sugiere que engordar no es el resultado de un metabolismo lento, sino que es más probable que se deba a que comemos más de lo que usa nuestro cuerpo.
Diferencia entre aumento de energía y peso
El metabolismo se ve afectado por muchos factores, incluida la cantidad de alimentos que comemos, la actividad física que hacemos, el peso y la masa muscular. El metabolismo también puede afectar la forma en que se obtiene la energía de los alimentos. Por ejemplo, cuando comemos más de lo que necesitamos, es más probable que el cuerpo utilice los carbohidratos y las proteínas de estos alimentos como combustible y almacene la grasa, lo que provoca un aumento de peso. El aumento de peso y la obesidad están relacionados con la tasa metabólica, a la que afecta que comamos más energía de la que vamos a usar.
Con tantos factores a tener en cuenta parece difícil dirimir cuál es la manera óptima de controlar nuestro peso. Ese es el motivo por el que los expertos promulgan recomendaciones generalizadas sobre la cantidad de calorías que debe consumir, de media, cada persona en función de su edad y su nivel de actividad. Estas recomendaciones, en lugar de enfocarse a la ingesta genética, se enfocan en el gasto energético. ¿Por qué? Porque medir el gasto es más preciso que medir la ingesta de energía, lo que generalmente se hace pidiendo a las personas que informen sobre lo que comen a diario.
Pero el problema de esas recomendaciones es que se valen de un valor promedio, por lo que, aunque es válido para algunos individuos, no lo es para todos. Por ejemplo, los que sean más sedentarios pueden necesitar comer menos de lo recomendado por esas pautas. Ésta también puede ser la razón por la que estamos viendo una discrepancia entre los niveles de gasto energético y la ingesta energética que reportan los adultos británicos. De hecho, algunos estudios sugieren que están comiendo muy por debajo de las recomendaciones diarias y, sin embargo, seguimos viendo un incremento anual en el número de personas con sobrepeso y obesidad en nuestro país.
El motivo por el que la gente parece estar comiendo por debajo de las recomendaciones nacionales puede deberse a varios factores. Por ejemplo, las investigaciones sobre ingesta energética indican que se dan casos en que los participantes miden erróneamente lo que comen. Eso sí, la subnotificación no lo explica todo. Incluso las apps que miden la ingesta de alimentos al milímetro también tienden a reflejar dietarios con cantidades más bajas que las recomendaciones calóricas sanitarias, y esto puede hacer que parezca que las personas están comiendo menos de lo que necesitan aunque luego no sea así. Otros motivos, como el grado de actividad y el tamaño corporal, también pueden afectar al nivel energético demandado por el organismo. Es posible que las recomendaciones no tomen en consideración todas estas cuestiones de una manera adecuada.
Lo que sí es prometedor acerca de los datos de este estudio es que utiliza medidas de gasto energético para personas de todas las edades mucho más precisas que las que utilizaban estudios en el pasado. Este estudio evidencia que las necesidades energéticas no parecen cambiar drásticamente a lo largo de la vida de un adulto, por lo que estos hallazgos pueden ser útiles para ajustar nuestras recomendaciones para los requisitos energéticos. En el futuro habrá que hacer coincidir las recomendaciones de ingesta energética con unos requisitos variables para cada persona según sus niveles de actividad y peso corporal. También será importante desarrollar mejores formas de personalizar las recomendaciones, para que cada persona pueda controlar su peso de la manera más eficaz.
Hay otras formas de prevenir el aumento de peso a lo largo de la vida. Mantenerse físicamente activo y tener una dieta saludable son importantes. Aunque puede haber cierto margen de error, registrar la ingesta diaria de alimentos puede ayudar a realizar un seguimiento de la cantidad que está comiendo y puede ser útil para saber dónde deberá reducir su consumo si aumenta de peso.
Fotos: Unsplash.
Autor: Janet Cade, profesora de Epidemiología Nutricional y Salud Pública por la Universidad de Leeds.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.