Cuando los hermanos Lumière proyectaron Sortie de l'usine Lumière de Lyon en 1895 la cinematografía tan sólo era una deriva experimental del arte visual. Pocos podían imaginar el inmenso recorrido que la producción audiovisual alcanzaría poco después. Aquellas primitivas piezas de vídeo, breves, silenciosas, en blanco y negro y de baja calidad servirían de punto de referencia, de curiosidad histórica, de imperfectas intentonas.
Los Lumière nunca estuvieron solos. Fueron muchos otros quienes les acompañaron en los titubeantes primeros pasos. Se cree que uno de los fragmentos más antiguos aún conservados data de la alucinante fecha de 1888, cuando Louis Le Prince grabó una breve escena al aire libre en el norte de Inglaterra. Ejemplos como aquel, debemos suponer, hubo más, pero muy pocos han llegado vivos hasta nuestros días.
Sí lo han hecho las grabaciones improvisadas que algunos cámaras realizaron en las ajetreadas ciudades europeas de finales del siglo XIX. Ya sea en París o Moscú, es posible aún hoy toparse con piezas de vídeo grabadas hace casi 120 años. Un auténtico viaje en el tiempo que resulta, sin embargo, tecnológicamente precario, incapaz de revestir verosimilitud con nuestro entorno y los medios audiovisuales que consumimos hoy en día. Lo que lo convierte en una experiencia poco satisfactoria.
Por fortuna, no todos los héroes llevan capa. Denis Shiryaev es un desarrollador y youtuber interesado en las reliquias del pasado que aún pueblan las filmotecas del presente. A lo largo de los últimos meses se ha dedicado a pulir, limpiar, enfocar y colorear algunos vídeos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El resultado se puede apreciar en su canal de YouTube, y es una auténtica delicia histórica.
Su primera tentativa llegó de la mano de otra afamada pieza de los hermanos Lumière, L'arrivée d'un train en gare de La Ciotat, apenas cincuenta segundos de un ferrocarril llegando a una estación. La versión original es extremadamente difusa, fruto de las pobres técnicas de grabación de la época, pero también muy conocida, de ahí lo impactante de su resultado. En el remozado de Shiryaev el vídeo torna en 4K y se reproduce a 60 fps. Ya no hay ruido o desenfoque. La imagen es nítida.
Se trata de un resultado impactante porque nos traslada directamente a un tiempo muy, muy lejano. Y sucede lo mismo con sus vídeos de París, Moscú y Nueva York (1890, 1896 y 1911) respectivamente. Lo que antaño era una ventana apenas nítida a épocas pretéritas se ha convertido, obra de la tecnología, en vídeos cuidados y enfocados, repletos de color, capaces de reproducir con toda suerte de detalles el bullicio de las ciudades.
¿Cómo? Se explica aquí. Dos herramientas son claves para el éxito de Shiryaev; por un lado, Gigapixel AI, un algoritmo capaz de aprender qué información visual se ha perdido en el procesamiento de las imágenes para rellenarlos después; por otro, DAIN, una aplicación desarrollada por ingenieros de Google capaz de multiplicar el ratio de frames a 60 fps.
La transformación es fascinante, en no poca medida por la pervivencia de las pistas de audio, sonido ambiente de unas ciudades que vivían en las calles. Un viaje por el tiempo en toda regla, a una época extinta, repleta de cafés y carruajes donde los viandantes se giran con frecuencia al verse sorprendidos por aquellos extraños aparatos. Las cámaras. Cámaras que les devuelven a la vida 120 años después.
En París.
En Moscú.
En Nueva York.