La Edad Media y el Renacimiento sigue muy presente en España. En esta época -que no fue tan oscura como nos contaron- se fundaron muchos de los pueblos y ciudades que aún permanecen en el país, lo que implica que cada uno tiene sus tradiciones con siglos de antigüedad (amén de los mercadillos medievales que una o dos veces al año se establecen en algunos municipios). Y algo común en esas fiestas es disfrutar de gente caracterizada, ver puestecitos de artesanía y disfrutar de la gastronomía.
En el caso de la gastronomía, poco tienen que ver las elaboraciones con platillos de entonces, pero cuando hablamos de fiestas populares de cada localidad, la cosa cambia. Ahí la tradición sí suele ser algo más fiel a las costumbres de hace unos cuantos siglos y la bebida y comida son protagonistas. Hay hasta un calendario de la Asociación Española de Fiestas y Recreaciones Históricas para disfrutar de estos viajes en el tiempo, y una de las fiestas recientes ha sido la de Albaladejo.
Y, en estas fiestas, tenían la recreación de la Coca-Cola del Siglo de Oro.
La Coca-Cola del Siglo de Oro
Nuestra historia va ligada a la gastronomía. Tenemos mucha información sobre las recetas centenarias, pero de vez en cuando, además, descubrimos alguna sorpresa como que los neandertales sabían hacer pan. O una especie de pan, mejor dicho. Hay muchas leyendas relacionadas con bebidas y algunas podemos seguir disfrutándolas en la actualidad.
Volviendo a Albaladejo, hace unos días celebraron una edición de sus fiestas en las que el municipio se vestía de 1570. Además de la artesanía y puestos de comida, quienes también se dejaron ver fueron los soldados de los Tercios españoles. El 'Tercio' era una unidad militar del Ejército español, pero a diferencia de otras unidades, estaban compuestas por oficiales nombrados por el rey y soldados voluntarios.
Eran profesionales, estaban muy unidos y su veteranía a través de las campañas provocó que fueran eficaces y la espina dorsal de las fuerzas españolas durante más de un siglo. Y estos Tercios tenían su bebida favorita: "la Coca-Cola de la época, la que más se pedía", como Rocío Martín Sánchez, de la asociación 'Albaladejo Siglo de Oro', contó al diario ABC.
En la España del año 1500, la cerveza ya era muy popular. De hecho, esta bebida milenaria era consumido en muchas partes del mundo por su aporte calórico. No tenía un componente alcohólico tan fuerte como en la actualidad, pero aportaba unas muy necesarias calorías. De hecho, fue tan vital que hasta los romanos pasaron del vino para empezar a producir cervezas en sus campañas en Britania.
Sin embargo, no sólo podemos alimentarnos con cerveza y, como explica Rocío Martín, había otras bebidas que eran muy populares en la época: hipocrás, clarea y aloja. Esta última es esa 'Coca-Cola del Siglo de Oro' y cada productor local tenía su receta, personalizada al gusto o con elementos secretos. Pero… ¿cómo eran estas bebidas?
Empezando por el hipocrás, tenemos una bebida que tenía vino y miel como principales ingredientes. Era un vino dulce, vaya, y se tomaba caliente como bebida reconfortante en los días fríos. Como especias, se pueden agregar canela, nuez moscada, jengibre o clavo.
La clarea era muy similar. Se elaboraba con vino claro y miel, pero también se añadían especias como la canela y pieles de cítricos, melocotones, naranja o manzana como aderezo. Eso sí, esto último dependía de si la fruta estaba disponible y si del tabernero se la podía permitir, ya que era cara. Y esta clarea sigue siendo popular en algunas localidades españolas en fechas señaladas.
Para la Semana Santa de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), por ejemplo, se prepara una clarea basada en una receta de 1922 legada de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Cama que consta de vino blanco, una manzana de El Bierzo, azúcar, una rama de canela y piel de naranja.
Pero vamos con la aloja. Como afirma Martín, esta era la bebida más popular entre los Tercios y, de nuevo, cada alojero tenía su receta. De hecho, era algo que se tomaban muy en serio (como los napolitanos con su pizza), ya que para ser alojero oficial, había que inscribirse en un gremio. No era tan sencilla la cosa: los mandamases del gremio probaban tu receta y, si les gustaba y la aprobaban, la recogían en un libro de registro en el que, además, figuraba un permiso para que pudieras abrir un local y servir el trago.
Y esta aloja era una bebida muy dulce y fermentada, compuesta por agua, levadura, miel, limón, jengibre y una mezcla de especias a gusto del alojero. Todo se cocía durante unas diez horas y se servía muy frío. De hecho, tenían prioridad a la hora de usar el agua de los pozos de nieve para enfriar la bebida.
Esta bebida se servía en los corrales de comedias, sobre todo, y, aunque en principio no era una bebida alcohólica, puede que en algún momento se le añadiera vino. Vamos, como la Coca-Cola con vino para el famoso kalimotxo que, incluso, se vende en algún bar estadounidense.
Una receta de aloja española
Tras tanto hablar de la aloja, lo cierto es que me entró la curiosidad. He querido replicarla con los ingredientes actuales, pero encontré una receta en YouTube que utiliza una levadura muy especial: masa madre. Sí, la que se prepara para hacer pan. ¿La explicación? La levadura seca y la fresca no serían tan comunes en aquella época, por lo que esa masa madre (o un poolish, si queremos) es un buen fermento.
Para esta receta de un litro, necesitamos:
- Masa madre, masa vieja o poolish.
- 150 gramos de miel (la receta dice 100, pero preferí más)
- Dos o tres clavos.
- Un gramo de pimienta.
- Un gramo de Jengibre (yo no lo usé porque no me gusta)
- Pizca de canela.
- Pizca de nuez moscada.
- Rodaja de limón.
Para la elaboración, echamos los ingredientes a un litro de agua, lo llevamos a ebullición y lo tapamos a fuego lento durante una hora como máximo. Cuando se ha infusionado, lo guardamos en la nevera y, antes de servirlo, es importante colarlo muy, muy bien. Con una tela o muselina, mejor para que no queden restos.
¿El resultado? Meh. Es decir, no está mala porque es una bebida dulcecita y con toques interesantes de la canela o el clavo, pero esta infusión venida a más no se ha colado entre mis favoritas. En aquella época, en la que el azúcar estaba por las nubes y la miel más de lo mismo, entiendo que este sabor fuera mucho más dulce, pero con el paladar actual, pues… tampoco tanto.
La aloja no sólo era española
Una bebida tan dulce debía ser reconfortante para el paladar, pero también para el ánimo de la población y los soldados, pero algo interesante es que alojas hay muchas. Y no, no me refiero a la receta de cada maestro alojero, sino a que en algunos países de Latinoamérica también tienen una bebida con el mismo nombre, pero no es igual a la aloja española.
De hecho, cada país tiene su receta y varía mucho de uno a otro:
- La aloja de Paraguay: es una bebida muy dulce elaborada por 300 mililitros de agua, 50 mililitros de miel de caña y el zumo de un limón. Puedes cambiar el limón por pomelo, lima, naranja o mandarina y también se le pueden añadir hierbas como el perejil.
- Aloja argentina: esta sí es una bebida alcohólica, ya que es una bebida fermentada a base de algarroba. Se necesita partir la algarroba y mezclar los trozos con agua. Se deja fermentar la mezcla cuatro días (como mínimo) en la nevera y, cuando consideremos que ya ha fermentado lo suficiente, se quitan los restos sólidos y… a beber. Se puede añadir miel o azúcar, pero también frutas como rodajas de limón.
- La aloja de Chile: es un refresco que se prepara hirviendo flor de culén, corteza de quina, agua, pimienta, clavo, canela y granos de maíz tostado en una calabaza, de donde sacará las notas dulces.
- La aloja de Bolivia: el cacahuete es el ingrediente principal. Se tuesta una taza de cacahuete mientras, por separado, hervimos cuatro litros de agua, cáscara de naranja, canela y clavo. Esa mezcla se deja enfriar a temperatura ambiente y, cuando hemos tostado los cacahuetes, los pelamos y molemos para liberar el aceite. Esos cacahuetes molidos los cocinamos con agua para que quede una pasta y, cuando dicha pasta enfríe, se mezcla con los cuatro litros de agua hervidos anteriormente. Se añade azúcar… y a beber cuando esté bien fría el día siguiente.
Y, como siempre ocurre en la gastronomía, es fascinante como algo que tiene el mismo nombre es tan, tan distinto dependiendo del país en el que estemos.
Imágenes | Patafisik, Rosser1954
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