Mucho se ha escrito y mucho queda por escribir sobre el auge de la extrema derecha y del autoritarismo en los países occidentales. Desde la xenofobia hasta un resentimiento hacia las élites políticas, pasando por el descontento con la dirección emprendida por el capitalismo global, hay tantas tesis como triunfos registran los populismos en Europa. Un reciente estudio acaba de aportar otra más: el aislamiento social producido por el cierre de los bares. En concreto, de los pubs británicos.
Beber solo, votar fuerte. El trabajo, elaborado por Diane Bolet, investigadora en el Instituto Europeo del London School of Economics (LSE), correlaciona la pérdida de pubs en determinadas regiones de Inglaterra con mayor porcentaje de voto al UKIP, el partido "independentista" del Reino Unido a mitad de camino entre el nativismo y el euroescepticismo. Bolet analiza los datos municipales de entre 2013 y 2016, controla por diversos factores y concluye que por cada pub cerrado en un distrito el apoyo al UKIP aumenta en un 4,3%. Dicho de otro modo: quedarse sin "espacios comunales" conduce al extremismo.
El marco. La investigadora parte de una idea en gran medida cierta: los análisis macroeconómicos no ayudan a comprender el ascenso transversal de la extrema derecha en Europa y Estados Unidos. No al menos en su totalidad. Sabemos que hay un fuerte componente individual y emocional. Habría pues un factor tan determinante como la crisis de representación o la degradación de la economía: el declive de los espacios socioculturales, grapas que, ausentes de la vida de los individuos, apuntalan "la sensación de aislamiento" y la "ansiedad" comunitaria.
El abandono percibido por parte del sistema se ve apuntalado por el cierre de los puntos de encuentro y socialización. Lo que conduce al resentimiento y a dirigir las preferencias políticas hacia partidos que enmiendan el camino que ha emprendido el país. En sus palabras:
La clausura de los espacios sociales en el centro de la comunidad social aviva una sensación de marginalidad social entre quienes solían frecuentar dichos espacios, llevándoles a cuestionar su lugar en la sociedad. Para muchas personas, estos cierres también marcan la desaparición de su herencia cultural, experimentando la pérdida de una identidad cultural como resultado. Este proceso termina llevando a estos individuos a votar por partidos de extrema derecha cuya retórica e ideología brota precisamente de tales descontentos sociales y culturales.
Te quedas fuera. El estudio se centra en los "pub comunales", algo así como la taberna de cada pueblo que opera como nodo social en tantas y tantas comunidades rurales y semiurbanas de Inglaterra, dejando a un lado "cadenas" de pubs y otro tipo de establecimientos. Lo hace porque el pub arrastra una larga tradición social en Reino Unido, paradigma de una cultura, la de clase obrera y blanca, que percibe su estatus y modo de vida en peligro de extinción por los cambios sociales (más inmigración) y económicos (deslocalizaciones, desempleo, precariedad).
Es un círculo vicioso: comunidades incentivadas a percibirse amenazadas observan como sus pubs cierran, reafirmando la amenaza que se cierne sobre ellas. Se sienten fuera del sistema, y encuentran la prueba más evidente de ello en el declive de sus espacios de ocio.
¿Y ahora? La hipótesis que lanza el trabajo reviste un especial interés en tiempos de coronavirus, toques de queda y restricciones del ocio. Hemos bebido más solos que nunca, ¿esto podría beneficiar a la extrema derecha? Es pronto para aventurar respuestas. Hace algunos meses vimos como el apoyo a los partidos populistas había caído durante la epidemia, fruto del giro hacia los líderes (ya marchito) y de un refugio institucional en tiempos de inestabilidad. El pub como primer sacrificado en aras de la salud pública es ya un objeto de debate en Reino Unido. Más de 2.500 establecimientos han cerrado desde el comienzo de la epidemia.
Evolución. Las particularidades británicas no siempre son extrapolables al resto de Europa, pero en el proceso arriba descrito hay elementos transversales a todas las sociedades modernas. El pub lleva en decadencia desde el cambio de milenio, resultado, en buena medida, de un cambio en nuestros hábitos de consumo (bebemos menos y socializamos menos cara a cara). En el cierre de los bares se cruza un resentimiento real o imaginado, declive económico y transformaciones sociales. Ingredientes que se dan en otros países, no sólo en Reino Unido.
De nuevo en palabras de la autora:
[Este trabajo] arroja luz sobre un nada desdeñable componente sociocultural en el apoyo a la extrema derecha que acompaña a la desindustrialización y a la globalización en los países occidentales. Las dimensiones socioculturales de la marginalización de la clase obrera no deberían ser ignoradas en el entendimiento general del ascenso de los partidos de extrema derecha.
Ideas. Con todo, toda hipótesis sobre el auge de los populismos debe ser interpretada con cautela. Son muchos los trabajos y las teorías que tratan de explicar el triunfo de la extrema derecha, pero sus causas políticas son a menudo poliédricas y varían país a país (Vox no se puede entender sin Cataluña, por ejemplo, factor inexistente en Europa). Centrarse en los resentimientos individuales y microsociales es útil para comprender mejor los cambios sociales. Un ejemplo que vimos el año pasado: en Alemania, aquellos pueblos más próximos a los campos de concentración nazi votaban en mayor grado a partidos extremistas.
Se daba un efecto saturación. Al igual que con el aislamiento y resentimiento potencial por el cierre de los pubs, son factores menos políticos y estructurales de lo que pudiéramos imaginar, pero por ello menos relevantes.
Imagen: Serge Zykov/Flickr