La aventura del Ever Given en el Canal de Suez tiene los días contados. Tras pasar una semana encallado en una de las vías de comunicación más importantes del mundo, provocando un bloqueo de importantes repercusiones logísticas y económicas, el grupo de especialistas holandeses contratados para su reflote parece haber tenido éxito. Sus 400 metros de eslora han pasado de cruzar de punta a punta las aguas del canal a situarse en un eje vertical apto para la navegación. Ya flota. En un puñado de días todos nos habremos olvidado de él.
Quedarán siete días de absoluto frenesí mediático en torno a sus andanzas y aventuras. El Ever Given se ha convertido en un meme y en un niño mimado de la red, fruto de un sinfín de chistes, reportajes fotográficos, explicaciones y anecdotarios sobre otros buques que vararon en el Canal de Suez con anterioridad (fundando una micronación en el camino). Es normal. Que el aleteo de una mariposa, o la torpe maniobra de un comandante en las aguas del Mar Rojo, suba el precio del petróleo, aumente el tiempo de los pedidos y obligue a recuperar la ruta del Cabo de Buena Esperanza sólo puede afrontarse desde el deleite por el caos.
Acontecimientos de repercusiones tan notorias y al mismo tiempo cómicas sirven, de tanto en cuanto, para entender mejor cómo funciona el mundo. Para descubrir, por ejemplo, la estrechez de la que dependen las principales rutas comerciales del mundo. Si algo ha puesto de manifiesto el bloqueo de Suez es que el canal es bastante escueto en sus dimensiones, pese al peso logístico que acarrea; y que hay barcos muy, muy grandes navegando las aguas de planeta. Ambas ideas se han sintetizado en "Ever Given Ever Ywhere", una pequeña herramienta que nos permite colocar el barco a escala en cualquier lugar del mundo.
El proyecto ha sido elaborado por Garrett Dash Nelson, trabajador y especialista en mapas del Centro Educacional Leventhal Map de la Biblioteca Central de Boston. Funciona de forma muy sencilla e intuitiva y permite imaginar qué pasaría si un Ever Given cualquiera terminara encallado en nuestra discreta ciudad, en un angosto valle alpino, en mitad del Danubio o en el estrecho de Gibraltar. Aunque sólo sea como un ejercicio de caótica imaginación o para comparar la verdadera escala del Canal de Suez, tan modesta, es un hallazgo al que merece la pena dedicar unos minutos.