Nacido en un hogar privilegiado, cuestión que no oculta a pesar de que en boca de cualquier otro podría ser un suicidio político, Sergio Fajardo Valderrama tiene una particular forma de acercarse a los problemas sociales y plantarles cara.
Mientras lo normal en la sociedad colombiana es ver como abogados con sus leguleyadas marcan los designios del resto, y sacan provecho del dicho ese de que "el que conoce la ley, conoce la trampa", él irrumpió en la política desde el mundo de la academia, aproximándose a los problemas sociales como lo hacía a los matemáticos, aplicando la teoría de modelos que pusieron en el mapa C. C. Chang y H. J. Keisler, ídolos primero y maestros después de este candidato a la presidencia de Colombia.
Con la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia a sus espaldas (aparte de algún que otro traspiés), Sergio Fajardo ya no es sólo ese outsider de chaqueta de pana y melena al viento, que malas lenguas acusan de impostada, que repartía octavillas y explicaba su programa electoral compartiendo espacio con vendedores informales en los semáforos.
Hoy, este matemático colombiano, doctor por la universidad de Wisconsin y profesor en la Universidad de los Andes de Bogotá, es la principal esperanza de un país asqueado por la corrupción y que está haciendo todo lo posible por acabar con la lacra de la violencia. Y su figura va a ser determinante en el éxito de este proceso después del batacazo del plebiscito de 2016.
El poder de la decencia
Cuando Sergio Fajardo decidió que era el momento de dar el paso, de ejecutar aquello que llevaba años recomendando a través de columnas en prensa o colaboraciones en la radio, lo hizo desde la calle y desde el boca a boca. Esto que en España parecería un actuar acuñado desde el 15M, fue llevado a cabo por este político en 1999, en una ciudad en la que la violencia había provocado que los ricos se recluyesen en sus casas exclusivas y que los pobres conviviesen con sicarios y aprendices de narcos que soñaban con repetir la tragedia que solo un lustro antes había encabezado Pablo Escobar.
Soy privilegiado. Donde nací, ya tenía las oportunidades aseguradas. En Tumaco, muchos nacen sin ellas. Desde muy temprano en la vida decidí trabajar para que las oportunidades sean derechos. Por eso estoy en Tumaco. Por eso quiero ser presidente, por eso #JóvenesConFuturo pic.twitter.com/PSxJU9kEnl
— Sergio Fajardo (@sergio_fajardo) 31 de enero de 2018
La carta de presentación de Sergio Fajardo era su sonrisa y su acento antioqueño y se acercaba a las personas con la mano extendida ofreciendo un apretón con la derecha y un folleto con su programa en la izquierda. "¿Pero quién sos vos?" o "tenga cuidado, este barrio es peligroso" eran las reacciones más habituales, pero ya entonces este político poco usual tenía claro que sin contacto con la gente humilde, sin dignificarlos, iba a ser imposible llegar a la alcaldía e iniciar la transformación social que ambicionada para su ciudad.
En su libro El Poder de la Decencia, publicado por Planeta y lanzado a la venta el día que presentó su segunda candidatura a la Presidencia de la República, el matemático explica con detalle cómo fue su trayecto hacia la alcaldía de Medellín haciendo frente a la maquinaria corrupta del Partido Liberal antioqueño y gestionando con éxito la reinserción de los paramilitares desmovilizados después del proceso de negociación encabezado por el entonces Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez.
Lo hace enfatizando en la importancia que tienen las matemáticas en su forma de ver la vida y de aproximarse a los problemas. El libro está lleno de diagramas de flujos, gráficos hechos a mano y esquemas en los que enlaza problemas y soluciones, ideas y métodos. Y acaba su ensayo con una digresión sorprendente y poderosa que choca abruptamente con el carácter tecnocrático que sería normal asimilarle: "Son los medios los que justifican el fin".
Sus cuatro años en la alcaldía de Medellín no sólo fueron un éxito sin precedentes para una ciudad que internacionalmente era conocida como la capital de la droga o de las cirugías estéticas. También fueron la muestra de que era posible hacer una política diferente, lejos de la polarización y el clientelismo, y demostrando que con cuentas y objetivos claros era posible gobernar y ofrecer servicios a todos los ciudadanos, sobre todo a aquellos de los que los políticos tradicionales sólo se acordaban cuando se acercaba la época electoral.
Según sus palabras, la cultura de la ilegalidad, la desigualdad social y la violencia eran, y son, los tres grandes males que azotaban la sociedad colombiana de entonces, y los combatió haciendo énfasis en las necesidades de los más humildes a través de la oferta de oportunidades, de la educación y, sobre todo, de su dignificación a través de un ambicioso plan de infraestructuras municipal.
Acabada su administración, Sergio Fajardo intentó trasladar sus métodos a la presidencia de Colombia en el año 2010, pero acabó aliándose con Antanas Mockus, antiguo alcalde de Bogotá y referencia de otro proyecto cívico que transformó con éxito la capital de la República. Y lo hizo tras entender que la política nacional era muy diferente a aquella a la que se había enfrentado años atrás
Prueba lo anterior fue que tras difuminarse la Ola Verde, a pesar de sorprender al país entrando en una segunda vuelta que acabó ganando Juan Manuel Santos, el matemático no cejó en su empeño y adaptó sus métodos e ideas para poder aplicarlos desde la Gobernación de Antioquia, administración a la que llegó tras meses de recorrer la geografía del apartamento montado en un Willys.
Finalmente en 2016, con su proyecto perfeccionado tras la experiencia de la política departamental, y con el éxito y reconocimiento nacional e internacional por su gestión como gran aval, decidió que era momento de volver a dirigir su pragmática mirada hacia la presencia del país. Lo hizo de forma mucho más madurada. Y más y mejor acompañado.
Compromiso Ciudadano + Alianza Verde + Polo Democrático = Coalición Colombia
Con la lección bien aprendida tras la derrota en las elecciones del año 2010 y la irrelevancia de la izquierda en los comicios del año 2014, condicionados estos por la rivalidad Santos-Uribe, la Coalición Colombia vio la luz a finales del año 2017 como la candidatura de los que están a favor de la paz pero están hastiados por la corrupción generalizada de la administración Santos y que consideran que la única forma de acabar con la violencia es a través de la educación y su consecuente igualdad de oportunidades.
Su equidistancia frente a la confrontación Uribe-Santos se articula desde la construcción de un proyecto propio cuyos ejes principales son la lucha contra la corrupción, el fin del conflicto armado con las guerrillas y la lucha contra la pobreza y desigualdad. De hecho, para los miembros de la coalición las FARC y su existencia deben dejar de articular la política pública y el discurso, y consideran que se debe dar paso a la juventud, la educación y la búsqueda del desarrollo sostenible y equitativo.
El germen de esta unión se encuentra en la Consulta Anticorrupción presentada en el año 2016 por la senadora de la Alianza Verde Claudia López, quien desde una posición beligerante no ha escatimado recursos para plantar cara a, según sus palabras, la politiquería o los mismos con las mismas. Con posterioridad, y una vez alcanzado el umbral de firmas necesario para que se llegue a cabo la consulta, cuyo postulado buscará convertirse en ley una vez sea aprobado vía referéndum, se adhirieron Sergio Fajardo y Jorge Robledo, líder del partido Polo Democrático.
La Coalición Colombia es una construcción colectiva que demuestra que podemos ser diferentes sin ser enemigos. No hay acá primero, segunda y tercero. No es así como vemos el mundo. Somos millones de mujeres y hombres libres, sin precio. Y, por eso, vamos a ganar.
— Sergio Fajardo (@sergio_fajardo) 24 de enero de 2018
Conformada la coalición y definido Sergio Fajardo como el candidato presidencial de la misma, no sin problemas de comunicación entre sus cabezas pensantes, y con el compromiso de creación de bloque común en el senado por parte de la Alianza Verde y Polo Democrático, el político antioqueño y sus compañeros de viaje se han convertido en objeto de críticas que han ido desde la falacia de la ruinosa gestión de Fajardo en la gobernación de Antioquia hasta la tramposa vinculación de candidatos del Polo Democrático al congreso con sectores cercanos al chavismo venezolano.
Noticias falsas, falacias ideológicas y algún que otro error inesperado, esas son las herramientas que los rivales por la presidencia han utilizado y van a utilizar para plantar cara a una candidatura que hasta el momento va liderando las encuestas. Ahora bien, ¿cuál es el modelo de país que propone la coalición para Colombia?
Educación, paz y transparencia son los ejes de su programa electoral
Aunque con pequeñas pero lógicas variaciones, el proyecto político que Sergio Fajardo presentó cuando formalizó su candidatura a la Alcaldía de Medellín allá por 1999 es la base de lo que hoy constituyen las prioridades del proyecto de país de la Coalición Colombia. El documento presentado hasta el momento es una declaración de intenciones en el que aún no hay lugar para propuestas demasiado concretas pero en el que se aprecian los tres ejes que siempre han definido la acción política del matemático.
El perfil tecnocrático de su acción política, comprensible por la metodología seguida para resolver problemas concretos de carácter económico, parece quizás más adaptable a la administración territorial que a la acción presidencial, pero probablemente aparezcan cambios en cuanto se profundice en la presumible labor legislativa que llevaría a cabo durante su mandato apoyado por los congresistas pertenecientes a la coalición.
Ahí jugarán un papel importante los resultados de las elecciones al Senado y Cámara de Representantes que tendrán lugar el próximo 11 de marzo.
Cultura de la ilegalidad
El primero de los ejes temáticos de su programa electoral se centra en la lucha contra la corrupción, en la actualidad la principal preocupación de los ciudadanos según las encuestas de opinión junto con el desempleo.
Para plantar cara a problemas como el Cartel de la Toga, la trama de Odebretch o las habituales mordidas en la concesión de obra pública, la administración de Fajardo implantaría varios de los axiomas que ya marcaron su presencia en la alcaldía de Medellín y que definieron con exactitud cómo llegó a dichos cargos y cómo fue su acción de gobierno y los procesos de adjudicación de contratos en los que se vio inmerso.
“¡El pueblo colombiano no se le tiene que arrodillar a nadie! La Coalición Colombia apela por la dignidad, las capacidades y el talento, aquí no damos un peso por un voto” @sergio_fajardo #CoaliciónColombiaEnCauca #GiraDeLaEsperanza #SePuede pic.twitter.com/v92PuIthjQ
— Claudia López (@ClaudiaLopez) 1 de febrero de 2018
"Ni un peso por un voto" o "Muchos ojos y pocas manos" son los lemas y van más allá de lo simbólico, ejemplificando prácticas que chocan fuertemente con la tradicional compra de votos por parte de las grandes familias políticas del país o con el oscurantismo presente en las concesiones de obra pública.
Junto a lo anterior, y para hacerlo posible, Sergio Fajardo propone reformar el sistema judicial colombiano para hacerlo más eficaz y transparente y la ley electoral en lo que respecta a partidos políticos y sus modelos de financiación, circunscripciones y compromisos legales y fiscales de los cargos electos. Además propone imponer los presupuestos participativos, aunque su funcionalidad a nivel estatal es más fácil de poner en duda, y apostar por una administración transparente y la rendición de cuentas de todos los cargos electos.
Desigualdad social
El candidato de la coalición ha insistido siempre en que la educación es la principal herramienta con la que cuenta la sociedad para acabar con la desigualdad. Esta consideración es mucho más que un eslogan en el programa electoral y en toda y cada una de las declaraciones de Fajardo, aunque hay ciertos titubeos provocados por la imposibilidad de una apuesta ambiciosa por motivos presupuestarios y sistémicos en el país.
Junto a lo anterior se aprecia cierto electoralismo en lo enfático que es en su apuesta por el fortalecimiento de la red universitaria, habida cuenta que el poder con el que cuenta la educación para atacar la desigualdad social se diluye una vez el estudiante va avanzando en la educación obligatoria. No sólo se centran en la dotación presupuestaria sino también en cuestiones metodológicas y en el reconocimiento de derechos laborales y dignificación de la labor del profesorado.
Insistimos: la educación es el motor de la transformación. Hoy en Tumaco presentaremos #JóvenesConFuturo, el programa con el que abriremos las puertas que cerró la violencia a muchos jóvenes. Vamos a abrir la puerta de las oportunidades, #Sepuede. pic.twitter.com/E5E5cav1dl
— Sergio Fajardo (@sergio_fajardo) 31 de enero de 2018
De entre la batería de propuestas presentada destacan la ampliación de la cobertura de atención integral hasta los 5 años de edad, la apuesta decidida por la educación sexual con el objetivo de reducir los embarazos adolescentes y aumentar la dotación de becas y créditos educativos (aquí su planteamiento ha recibido críticas bastante comprensibles a pesar de que el presidente Juan Manuel Santos acabó replicando su programa "Antioquia la más educada" a nivel estatal).
Junto a lo anterior destaca el aumento presupuestario para la investigación, cuyo objetivo es alcanzar el 1% del PIB, la preservación de la cultura de las minorías étnicas, una importante apuesta a nivel presupuestario por la universidad y los colegios públicos y lograr una puesta en valor de la educación profesional de la mano del SENA, una entidad que actualmente se encuentra inmersa en un proceso de desprestigio por corrupción interna.
Violencia
Frente a la lucha contra la violencia sus acciones se van a orientar a consolidar el proceso de paz y respetar lo acordado entre el gobierno y las FARC en la mesa de negociación de la Habana, respaldado en este caso por el éxito de los programas de reinserción y resocialización de paramilitares desmovilizados que la administración de Fajardo llevó a cabo cuando fue alcalde de Medellín.
A este respecto se colocará enfrente de los candidatos de la derecha, mostrando su total respaldo a la labor de la Corte Constitucional y tratará de continuar con la implementación de los citados acuerdos en respuesta al bloqueo que la oposición provocó en el Senado y que llevó al traste leyes claves como la de la creación de las circunscripciones de paz.
Punto fundamental para acabar con la labor de pacificación del país será la apuesta por una política agraria en la que se integren los territorios periféricos y se aumente la presencia de las instituciones estatales, también las judiciales, a través de la continuidad de los planes de infraestructuras ya diseñados pero apostando por la sostenibilidad. De igual modo se tratará de aumentar los ingresos de los campesinos dignificando su labor y ofreciéndoles servicios básicos de los que hasta hoy carecen, y se continuará con la política de sustitución de cultivos y combate a las BACRIM.
Además se dará un espacio preponderante a las tradicionales víctimas del conflicto armado o de la violencia enquistada en el país, profundizando en el reconocimiento de los derechos de la mujer y su protección a través de políticas institucionales de carácter transversal, se plantará cara a la precariedad laboral que azota a los estratos bajos, se ofrecerán programas de formación y de integración en el mercado laboral para mujeres, jóvenes y desplazados, y se tratará de reducir la informalidad laboral.
¿Cómo van las encuestas?
Los más de cuatro meses que faltan aún para la primera vuelta de las elecciones presidenciales invitan a tomarse los resultados con cautela, aunque es innegable que despierten optimismo entre las candidaturas progresistas, encabezadas Gustavo Petro y Sergio Fajardo.
Y esto es así porque mientras que ambos se reparten el liderazgo en todas las encuestas presentadas hasta la fecha, lo cual les permitiría a ambos competir por la presidencia del país en la segunda vuelta del 17 de junio, los rivales de la derecha aún se encuentran inmersos en procesos de elección de candidatura en el caso de conservadores o copartidarios del ex-presidente Álvaro Uribe o están sufriendo el castigo por la acción de gobierno y los múltiples casos de corrupción asociados a su partido o por eventos como el del coscorrón, en el caso de Germán Vargas Lleras.
En cualquiera de los supuestos, y visto lo que sucedió en el año 2010 cuando se desinfló la Ola Verde a pesar de lo que vaticinaban las encuestas o teniendo muy presente que ya hay una encuesta que coloca a Iván Duque (candidato del Centro Democrático de Álvaro Uribe), con posibilidades de entrar en la segunda vuelta y muy cerca de Petro y Fajardo, es recomendable permanecer atento a la evolución de los próximos sondeos.
Aunque las encuestas le den como ganador , y lo hagan colocándolo en la segunda vuelta sin tener que enfrentarse a los candidatos de los partidos tradicionales en la mayoría de los escenarios, un mal resultado del Polo Democrático y la Alianza Verde en las elecciones a Senado y a la Cámara de Representantes podría suponer un frenazo a sus expectativas tanto electorales como de gobierno, y confirmar la impresión que tienen muchos analistas de que las encuestas pueden estar infrarepresentando a los votantes de la derecha como ya sucedió en el caso del plebiscito del año 2016.
Además, a lo anterior hay que añadir que aún hay cerca de un 30% de electores que según las encuestan no han decidido su voto, todo esto en un escenario de fuerte polarización.
¿Realmente puede ganar las elecciones?
A pesar de que las encuestas le son favorables y de que cuenta con el menor índice de desaprobación de entre todos los candidatos a día de hoy, es muy aventurado aún considerar que Sergio Fajardo Valderrama va a poder ganar las elecciones. Cuenta con su carrera política como principal aval, y con el apoyo de importantes figuras como son Claudia López y Jorge Robledo. Además se está moviendo con inteligencia dentro de la campaña electoral, rehuyendo polémicas y actuando con la educación y respeto por sus rivales que siempre le ha caracterizado.
Sin embargo su carácter excesivamente diplomático y comedido también puede acabar jugando en su contra cuanto más se acerquen las elecciones. El uribismo aún no ha entrado en modo campaña, y una vez lo haga va a ser imposible esquivar todos los ataques sin llenarse los pantalones de barro.
Desde la izquierda el petrismo lo acusa de ser el capitalismo de siempre pero disfrazado de aliado ideológico, y desde la derecha lo acusan de ser poco menos que un submarino del castrochavismo. Gran parte del electorado de izquierda le pide mayor compromiso ideológico, mayor definición y la seguridad de que una vez sea presidente, no va a quedar en tierra de nadie y va a ser capaz de dar los primeros pasos hacia la transformación sociopolítica que demanda el país.
Además, aún tiene que definir quién va a ser su fórmula vicepresidencial, ya ha asegurado que va a ser una mujer. Sectores cercanos a la coalición, y desde dentro de la misma, le aconsejan que mire hacia el ex-jefe negociador del gobierno Humberto de la Calle y cierre un acuerdo que pueda garantizarle la entrada en la segunda vuelta. El próximo 11 de marzo empezarán a aclararse las cosas, ya que de lo que acontezca en las elecciones legislativas va a depender la parte final de la campaña y, probablemente, la aparición de nuevas alianzas.
Veremos.