Primero, la polémica por la nueva propuesta de Carmena al aplicar el artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica y renombrar una calle del distrito de Latina, en Madrid. De Millán Astray pasará a conocerse como Avenida de la Inteligencia. Es un gesto metafórico de reconstrucción del patrimonio, según defiende el ejecutivo de Carmena, y una ofensa al legado de un gran militar, según la Legión española.
Y ahora la controversia viene de la mano del PP, que apoyando la crítica del grupo militar, cree que el ayuntamiento gobernado por Ahora Madrid se ha sobrepasado, intentando borrar el legado de una figura que, más allá de su pertenencia al bando de los sublevados, tiene una trascendencia que va más allá de lo político. No hay "ningún motivo", según el Partido Popular, para eliminar su nombre del callejero. Parece útil entonces conocer un poco más sobre quién es ese tal Millán Astray que la derecha estima mientras la izquierda lo repudia.
José Millán Terreros (1879-1954), los primeros años
Hijo de un abogado reconvertido en alto funcionario de prisiones al que quería muchísimo (tanto como para cambiar su primer apellido a Millán Astray, para conservar los dos apellidos del padre), vivió su infancia en los pasillos del presidio de La Modelo, en Madrid. A finales del siglo XIX tener como hogar la propia cárcel era normal para los directores del centro.
Tuvo una infancia modesta, mezclándose con gentes de entornos muy bajos, pero su padre lo alentaba. Pensaba que todo el mundo merecía una segunda oportunidad y que nadie era malo en el fondo. Pasaron algunos apuros económicos, pero eso no impidió que recibiese lo que para entonces era una sólida educación. En su familia corría el amor por la literatura en las venas, y su hermana llegó a realizar algunas obras teatrales.
Quiso desde muy joven adentrarse en la carrera militar, y aunque su padre le obligó a estudiar Derecho venció su interés por la guerra. Era el momento perfecto (o nefasto) para hacerlo: las batallas en África estaban diezmando la población militar española. En ese momento había oportunidades de hacer carrera, si conseguías mantenerte con vida.
Así fue: durante años estuvo en Filipinas, un destino duro donde se convirtió en héroe en la batalla de San Rafael. En 1897 vuelve a España y pasa por numerosos destinos mientras va aumentando su rango. Para 1905 ha obtenido el diploma de la escuela Superior de Guerra y en 1912 pide el destino en África. Es una persona valiente hasta el punto de llegar a la temeridad. Por ejemplo, al poco de llegar al destino de Melilla solicita que le trasladen a Ceuta, donde estaba la acción. Su consagración como combatiente se produjo en los fuertes de Melilla, Tetuán, Tánger, Argila y Xauén, todos en el Protectorado español en Marruecos.
Fundador de la Legión
Este teniente coronel es el patrón del cuerpo de la Legión, y la cultura popular le tiene como el fundador de esta peculiar sección de la milicia española. En realidad no fue exactamente el fundador, ya que la orden la dio el ministro y general José Villalba Riquelme. Pero Millán Astray sí estuvo muy vinculado a la creación de esta facción desde casi sus orígenes.
Junto con Franco, Yagüe o Sanjurjo, Millán Astray, como buen militar africanista, estaba a favor de diversificar la Infantería creando un ejército de voluntarios al estilo de la exitosa iniciativa de la Legión Francesa. Dada la carnicería que había abierta en el territorio, todo aquel militar que podía evitaba acabar en los destinos coloniales.
De ahí nacerá la versión española llamada Tercio de Extranjeros que después se renombraría como Legión. A ella se alistaban personas de más bajo nivel y con menos interés por defender su integridad física (por algo se les conocía como "novios de la muerte"). El Tercio se fundó en enero de 1920, Millán se trasladó por orden de Riquelme en septiembre y desde entonces su vida quedará íntimamente ligada a esta nueva unidad. Sirviendo en ella sufrirá las heridas que mutilarán su cuerpo.
Porque esa es otra de sus facetas más conocidas. Era tuerto (con desgarros en el maxilar y en la mejilla izquierda) y manco, esto último causado por la gangrena. Todas las mutilaciones las sufrió en combate entre 1921 y 1926. La Legión, en la que trabajó durante esos años junto con Francisco Franco, dio fuerza y vigor militar a España. Se convirtió en una magnifica fuerza de choque. La historia le ha acreditado el mérito del salvamento de Melilla en 1921 a este cuerpo comandado por Astray, aunque algunos estudiosos del tema rebaten la autoría del triunfo. Dicen que tras la guerra solía levantarse el parche ante las amigas de su hija, a modo de juego entre el susto y el asombro.
Mueran los intelectuales: su duelo con Unamuno
Es uno de los hechos, tal vez el más notable, de los más conocidos de la biografía de este personaje de la historia española. “¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!” es lo que le dijo el militar a Unamuno, entonces rector de la Universidad de Salamanca (la más prestigiosa de España) un 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo. Discutieron el Día de la Raza (actual Día de la Hispanidad) justo al inicio de una guerra que el escritor veía como una catástrofe para España. Astray, amigo de Franco y figura clave del golpismo respondió con esa frase… o con una parecida.
Porque aún hoy sigue habiendo historiadores que matizan las declaraciones que marcaron aquel encuentro de la historia española. Algunos acuden a José María Pemán, presente en el incidente, que intentó “aclararlo” asegurando que lo que dijo Millán Astray fue: “¡Mueran los intelectuales! ¡Los falsos intelectuales, traidores!”.
Hay quien interpreta la respuesta del coronel como una reivindicación del esfuerzo, la lucha y el patriotismo extremo frente a lo que había dicho el catedrático, que también habría ridiculizado a su rival dialéctico por las heridas que tenía en su cuerpo. Unamuno pudo haberle llamado “monstruo”. En cualquiera de las versiones discutidas se mantiene la amenaza de muerte del militar hacia el escritor.
Guerra Civil y Radio Nacional
Durante la Guerra Civil Española trabajó en el Departamento de Prensa y Propaganda, a su cargo. Él creó la Radio Nacional de España, la emisora propagandística más importante de los golpistas. Se dice que dirigiría la oficina de prensa como un cuartel militar, obligando a los periodistas a cuadrarse y alinearse al tocar el silbato.
La gran huella que dejó en la historia sin embargo sigue siendo la fundación de la Legión, una facción militar que mistificaba en origen la entrega intrépida, aguerrida y anónima a la batalla y la autoinmolación en combate. El credo de este grupo dice así:
El espíritu de acudir al fuego. El espíritu de disciplina. Cumplirá su deber, obedecerá hasta la muerte. El espíritu de la muerte. El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo mas horrible es vivir siendo un cobarde. La bandera de la Legión será la más gloriosa porque está teñida de la sangre de sus legionarios.
Desde el 23 de enero de 1937 se encargó de la dirección del Cuerpo de Caballeros Mutilados de Guerra por la Patria. Era un tema que le afectaba mucho. Los últimos años se los dedicó a este cuerpo benemérito, y murió en su sede de Madrid en 1954.