Si el perro no es "el mejor amigo del hombre", al menos todo indica a que es el que más tiempo lleva con nosotros. Al menos 17.000 años, tal como indica el hueso más antiguo de estos animales encontrado hasta la fecha, un húmero hallado en la cueva guipuzcoana de Erralla.
Un trabajo de décadas. El análisis del hueso culmina un hallazgo que venía décadas gestándose. Fue un equipo dirigido por el ya retirado Jesús Altuna quien se topó con el hueso en una excavación realizada en la cueva de Erralla, en el municipio guipuzcoano de Zestoa, allá en 1985. Altuna lo identificó como hueso de un cánido, sin poder concretar la especie.
Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad del País Vasco y el laboratorio de arqueozoología de Arkaios dirigido por Conchi de la Rúa ha identificado la especie a la que pertenecía el hueso y su edad: se trataba de un Canis lupus familiaris, es decir, un perro que vivió hace entre 17.410 y 17.096 años antes del presente. Esto lo convierte en el perro más antiguo conocido hasta la fecha.
Cronología incierta. Se sabe poco de cómo o cuándo los perros entraron en la vida de los humanos. Las pruebas más antiguas de la existencia de este animal domesticado databan de dos yacimientos que se solapan en el tiempo, uno situado en Gironde, Francia (datado entre entre 15.114 y 14.237 años en el pasado) y otro en Bonn-Oberkassel, Alemania (hace entre 14.809 y 13.319 años).
Sin embargo los investigadores consideraban ya antes de este nuevo hallazgo que la domesticación del perro se dio milenios atrás. Aunque algunas hipótesis se remontan a los 100.000 años antes del presente, otros consideran que la domesticación habría ocurrido hace entre 40.000 y 20.000 años.
Cómo analizar un hueso. Determinar la especie a la que pertenecía el hueso no fue tarea fácil como suele ser el caso de los tejidos biológicos de esta antigüedad. Además, nuestro propio desconocimiento de la evolución de perros y lobos (Canis lupus) implica una dificultad añadida.
El análisis del hueso de Erralla, cuyos detalles aparecen en un artículo en la revista Journal of Archaeological Science: Reports, estudió el resto óseo desde distintas perspectivas. En primer lugar, un estudio de datación por radiocarbono (la prueba del carbono-14), que sirvió para poner fecha a los restos. En segundo lugar, un estudio genético y morfológico para determinar la especie a la que pertenecía
Con este último análisis doble, el equipo no solo fue capaz de determinar la especie a la que pertenecía el cánido propietario del hueso. También trazaron una vinculación genética entre el animal y los otros restos de los perros magdalenienses de Francia y Alemania.
El magdaleniense inferior. El periodo magdaleniense se refiere a una cultura paleolítica sucedida en Europa que se expandió desde hace unos 17.000 años hasta hace unos 12.000 años. Su desarrollo se dio durante el paleolítico superior y abarcó diversas áreas del oeste de Europa, como regiones costeras de la Península Ibérica, y el interior del continente desde la presente Francia hasta lo que hoy es Chequia, extendiéndose probablemente más hacia el este.
La era en la que vivió el perro de Erralla se caracterizó por el frío, hecho que pudo haber estado muy vinculado a la domesticación de los perros. El máximo glacial se había dado unos milenios antes, hoy hace unos 22.000 años. El frío habría limitado el rango de ecosistemas habitables para lobos y humanos, los habría “acercado”, facilitando la interacción entre ambas especies y con ello la domesticación.
“Estos resultados plantean la posibilidad de que la domesticación del lobo se produjera antes de lo que se había propuesto hasta ahora, al menos en Europa occidental, donde la interacción de los cazadores-recolectores paleolíticos con especies salvajes, como el lobo, pudo verse potenciada en las áreas de refugio glacial (como el Franco-Cantábrico) durante este periodo de crisis climática”, señala en una nota de prensa De la Rúa.
Repensar la domesticación. El estudio nos da algunas pistas sobre cómo pudo ser el proceso de domesticación de los perros. El animal de Erralla habría sido coetáneo de algunos lobos con rasgos ya propios de los perros pese a ser considerado en sí mismo un perro y no uno de estos lobos. Hará falta descubrir más restos para ir aclarando cómo fue este proceso.
Otra cuestión determinante es saber si la domesticación se produjo en un lugar y fue expandiéndose geográficamente o si por el contrario se produjo en distintos puntos en el espacio y en el tiempo que fueron convergiendo (la teoría más plausible).
¿La amistad más antigua? Lo que sí parece afianzarse con este hallazgo es la hipótesis de que el perro es el animal que más tiempo lleva acompañando al ser humano. El marco temporal antecede en más de 10.000 años al momento en que se estima llegamos a domesticar a otro de los animales clave en el desarrollo de las civilizaciones euroasiáticas: el caballo.
Sea como fuere, la relación mutualista entre perros y humanos es tan antigua que puede preceder incluso al momento en que los Homo sapiens nos quedamos solos en Europa, más antigua que la civilización misma. Sin duda un motivo a considerar a la hora de plantearnos nuestra relación con estos animales.
Imágenes | Josh Frenette, Universidad del País Vasco