No falla. Vas de viaje a un país angloparlante y por el día te sientes como un robot tartamudo en tus interacciones con los nativos mientras que, al caer por la noche, te integras en el idioma y sientes cómo emanan las palabras de tu cerebro, esas que olvidas justo a la mañana siguiente.
No es efecto del influjo de la luna, por supuesto. Has abierto las compuertas de tus funciones ejecutivas, aumentado la confianza en ti mismo y anulado tu ansiedad social. Todo ello con sólo tomarte un par de copichuelas.
La comprobación empírica y testada de que el alcohol te suelta al hablar en otro idioma acaba de hacerla un grupo de investigadores de la Universidad de Liverpool, de la Universidad de Maastricht y del King's College de Londres. Juntaron a 50 estudiantes germanos que estudiaban en la Universidad de Maastricht, ubicada en los Países Bajos, cerca de la frontera con Alemania. Gente que en su día a día tiene que conversar en holandés pese a que no se trata de su idioma nativo.
Del "relaxing cup of café con leche" al "this pale swan in her watery nest"
Antes de entrevistarse con un par de investigadores en holandés a uno de los grupos de participantes se les dio vasos de agua mientras que al otro le dieron alcohol, una pinta de cerveza para un hombre de unos 70 kilos y el equivalente en función del sexo y el peso corporal de cada individuo.
Al escuchar las grabaciones de las conversaciones, los observadores holandeses ciegos (que no saben que hay dos grupos distintos de sujetos siendo analizados) dejaron unas puntuaciones que mostraban una tendencia evidente: mientras las aptitudes en gramática, vocabulario y argumentación eran bastante similares entre ambas categorías, los alcoholizados sí mostraban mayor dominio de la lengua y especialmente de la pronunciación.
Como es lógico, la conclusión de los investigadores es que hacen falta muchos más para hablar de unos resultados concluyentes sobre cuál es la causa. “Debemos ser cautelosos”, ha dicho la doctora Jessica Werthmann, “un posible mecanismo podría ser el efecto reductor de la ansiedad del alcohol. Pero necesitamos llevar a cabo más investigaciones para probar esto".
También hacen falta más controles para hablar de una experiencia humana universal. Es posible que esta condición que se da entre alemanes hablando holandés no se replique entre otros grupos de idiomas, ya que ambos parten de la misma raíz lingüística. Sus deducciones pueden ser únicas en este grupo de estudiantes, dar iguales para personas cuya segunda lengua sea parecida a la materna (sería el caso, por ejemplo, de un hispanoparlante hablando italiano) o ser una experiencia común a todos los tipos de lenguas. Pero para eso hacen falta muchos más ensayos.
Una cerveza no es una noche a Guinness
Eso sí, lo que han descubierto los de Liverpool, Maastricht y Londres es muy parecido a lo que descubrieron otros científicos en 1972, cuando se demostró que con pequeñas dosis de alcohol los estadounidenses mejoraron la pronunciación de palabras en tailandés.
Y tampoco vale emocionarse. Porque como sabe tan bien cualquier amante de la fiesta, hay un momento en el que las bebidas espirituosas empiezan a jugar en contra de tus artes conversacionales. Un consumo de alcohol excesivo no tendrá los efectos deseados, sino menos fluidez y habla gangosa.