En junio el Costa Deliziosa de Costa Cruceros, un crucero con capacidad para más de 2.800 viajeros, estuvo a punto de chocar contra un muelle veneciano y de llevarse consigo una cafetería, clientes incluidos. Fue el segundo incidente en un mismo mes. Venecia ha iniciado una investigación sobre el incidente y ha iniciado otro debate más sobre la posible prohibición de este tipo de barcos y el turismo que conlleva. Pero el debate sobre estos buques no puede girar sólo en torno a su impacto social, de cómo le cambia la vida de los locales, sino también acerca de su impacto climático.
¿Quien contamina mas el aire de una ciudad portuaria?
— TrabajarenEuropa (@TrabajarEuropa) July 24, 2019
- Sus coches
O
- Los #Cruceros que atracan en ella
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Detrás del turismo marítimo: acaba de salir un revelador informe publicado por la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente. Según sus datos, de 2017, los niveles de óxidos de azufre (ojo, no los de dióxido de carbono) generados anualmente por los megabarcos de pasajeros en las principales ciudades portuarias de Europa son muy superiores a los de los coches matriculados en estas ciudades. Statista ha recopilado las cifras.
En Venecia, para los 1.400 kilos de los coches van 27.500 por parte de los cruceros. En Barcelona, 6.800 para 33.000. Y ahí una diversidad de ejemplos. Titular alternativo: los 46 cruceros más potentes generan diez veces más óxidos de azufre que todo el parqué de turismos de Europa de ese mismo año, 260 coches.
De qué hablamos cuando hablamos de óxidos de azufre: o SOx. El combustible de estos grandes barcos presente 2.000 veces mayor SOx que el diésel común, aunque ojo, su impacto sigue siendo menor para el medio ambiente (en los porcentajes en que estamos emitiendo y que está presente de forma natural en la naturaleza) que el dióxido de carbono.
Calcificación de tierras, problemas respiratorios, mayores riesgos de cáncer, lluvia ácida… Incluso cuando los barcos están a cientos de kilómetros de la costa ya empiezan a afectar a la población en las ciudades. Según un grupo de transporte y medio ambiente de Bruselas, cada año mueren de forma prematura 50.000 personas en Europa debido a la polución del sector marítimo. En Estados Unidos, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) estima más de 60.000 muertes anuales, así como un gasto sanitario de más de 230.000 millones de euros por estos mismos factores.
¿Por qué estamos en esta situación? Según los grupos vigilantes, porque en Europa las normativas sobre el uso de carburantes contaminantes en el Mediterráneo siguen siendo demasiado laxas. Por ejemplo, y aunque se ha hablado de que en 2020 se baje la tasa máxima del azufre en el carburante de 1.5 a. 0.5%, sigue siendo más que la normativa de sitios como Estados Unidos o Canadá. Además, la flota de los barcos europeos es especialmente transigente con los buques más antiguos, con carburantes más contaminantes.
¿Y qué se puede hacer? Los grupos ecologistas han pedido a la UE impuestos al combustible marítimo, de igual forma que otros grupos de presión llaman a un incremento de los impuestos aeroportuarios. Otra posible medida sería considerar áreas de emisiones cero, especialmente en el mediterráneo, principal objetivo de los buques turísticos. En enero, el Departamento de Transporte del Reino Unido (DfT, por sus siglas en inglés) ya ha ido anunciando un plan de cero emisiones marítimas para 2050, un plazo demasiado amplio.