Estos días, ha saltado la noticia de que la Consejería de Educación de Cantabria ha decidido reorganizar el calendario escolar, que quedaría dividido en cinco bimestres, en lugar de los tres trimestres actuales. La polémica está servida. Se han alzado voces a favor y en contra de la medida casi a partes iguales, pero... ¿sabemos qué supondrá en realidad este cambio? Hemos analizado los calendarios escolares de diferentes países, el modelo español y estas son las conclusiones que hemos extraído.
El caso de Cantabria
En realidad, calendario en mano, el cambio que se ha decidido en Cantabria no es demasiado radical. Los días lectivos serán los mismos que en el resto de comunidades autónomas –y los mismos que tenía el modelo anterior–. Cambia la forma de distribuirlos. La transformación más llamativa es la introducción de una semana de vacaciones a principios de noviembre (aprovechando el festivo del día 1), que se recortaría de las (largas) vacaciones de verano. Por lo demás, las vacaciones de Navidad y Semana Santa permanecen como hasta ahora, así como unos días en febrero (de jueves a martes, en lugar de semana completa) que se corresponderían con lo que, bajo el modelo actual, se celebra en varias comunidades como vacaciones de Carnaval o semana blanca.
Este cambio en el calendario vino propuesto por los sindicatos de profesores, que abogan por un reparto más racional de los contenidos a lo largo de los períodos escolares. El hecho de que la Semana Santa varíe de fecha cada año hace que la duración del segundo y el tercer trimestre fluctúe. De este modo, con periodos de evaluación bimestrales, todos tendrían una carga temporal similar.
¿Qué problemas presenta este nuevo modelo?
Las voces en contra del modelo de cinco bimestres vienen del lado de los padres, quienes consideran que solo favorece a los profesores. Y, como suele ocurrir, el motivo es la temida conciliación. A priori, parece más sencillo encontrar soluciones para coordinar los horarios laborales de los padres con las vacaciones de los niños en un período largo continuado (las doce semanas actuales de vacaciones de verano) que reducir ese período en una semana y tener que buscarse la vida en una semana intermedia de noviembre.
La Consejería, los sindicatos y las asociaciones de padres y madres están estudiando la posibilidad de que los centros permanezcan abiertos durante esas semanas intermedias, lo cual solucionaría el problema de conciliación, pero, en cierto modo, diluiría un poco esa intención de las vacaciones de marcar el paso de un periodo lectivo al siguiente.
¿Cómo se organizan los cursos escolares en otros países?
La organización del calendario escolar varía de forma radical incluso entre países del mismo entorno y similares características sociológicas. Además, dentro de casi todos los países de Europa existen diferencias regionales e, incluso, en algunos, es el propio centro escolar el que determina la organización del calendario.
El esquema vacacional típico en España (aunque también aquí existen variaciones según la comunidad autónoma) consta de aproximadamente dos semanas en Navidad, una en Semana Santa, una (escasa) por Carnaval/semana blanca y once-doce semanas en verano. Solo Bulgaria supera la duración de las vacaciones estivales españolas (varían según el curso, pero pueden llegar a alcanzar las dieciséis semanas). Bosnia-Herzegovina (12), Finlandia (11) o Estados Unidos (10-11) son algunos otros países con organizaciones similares a la española. Todos ellos tienen también esas dos semanas en Navidad, entre una y dos en Semana Santa y, en algunos casos, más períodos vacacionales, como las vacaciones de invierno (una semana) en Finlandia o las de Acción de Gracias (algo menos de una semana) en Estados Unidos.
En el lado opuesto, se encuentran los países que reparten las vacaciones en múltiples periodos y recortan las vacaciones de verano. En Dinamarca, por ejemplo, la elección de las vacaciones depende de cada centro escolar, pero el esquema habitual dejaría cuatro periodos vacacionales durante el curso (Navidad, primavera, Semana Santa y otoño) y solo seis semanas en verano. En Alemania y el Reino Unido (donde, desde hace años, se intenta reducir incluso más el periodo de seis semanas estival), la organización es prácticamente igual a la danesa.
[Los calendarios escolares de todos los países europeos se pueden consultar en la web School Holidays Europe].
¿Cómo afectan las vacaciones al rendimiento escolar?
La clave no está tanto en cuántas vacaciones tienen los alumnos, sino en qué hacen con ellas. Finlandia, ese paradigma educativo al que siempre miramos cuando se emiten los informes PISA, tiene uno de los cursos escolares más cortos del mundo, y unas vacaciones de verano de duración muy similar a las españolas. Pero la educación tiene una base continuista; es decir, los alumnos continúan realizando tareas escolares (y culturales) aunque no tengan que asistir al colegio.
En los países asiáticos que suelen liderar los rankings de la OCDE (Singapur, Corea del Sur, zonas de China), la situación es la contraria. Tienen los cursos lectivos más largos del mundo desarrollado, con una media de 208 días lectivos, frente a los 170-175 de España. Y, además, el escaso mes de vacaciones de verano se dedica a preparar los exámenes que realizarán a su regreso al colegio.
¿Hay una cuestión económica detrás de las vacaciones escolares?
Hay una relación complicada de resolver entre la situación económica de las familias y las consecuencias que unas vacaciones largas tienen en los estudiantes. Los alumnos que provengan de familias con un poder adquisitivo alto podrán acceder a viajes de idiomas, campamentos educativos o, simplemente, a clases particulares o en academias.
Por el contrario, los alumnos que no reciban estímulo educativo alguno durante unas vacaciones escolares largas retrocederán en lo aprendido. Los expertos estiman que ese retroceso sería de aproximadamente un mes perdido del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Además, existen otras industrias interesadas en que las vacaciones escolares no se reduzcan, como la de los campamentos de verano, por ejemplo, que en Estados Unidos mueve aproximadamente 3.000 millones de dólares al año, con unas tarifas medias por niño de unos 1.500 dólares semanales. En España, es posible encontrar actividades extraescolares para épocas vacacionales a precios más económicos. Los ayuntamientos y comunidades autónomas organizan actividades cuyo importe depende, muchas veces, de los ingresos familiares. Pero, si hablamos de enviar a los hijos a un país extranjero a aprender idiomas, el precio se dispararía a los 700-800 euros semanales, sin salir de Europa.
Imágenes | Pixabay y Europa Press.