Si comparamos una primera cita con una ecuación matemática, una particularmente compleja, imprevisible y en la que intervienen múltiples variables, cada vez más gente opta por prescindir de uno de los elementos que más presente ha estado a lo largo de los últimos años: el alcohol. Quedar con un ligue en un bar para tomar unas cañas o en una discoteca, de noche, para bailar entre copas, ya no es tan habitual como hace unos años. No al menos en las parejas de la Generación Z, entre las que desde hace un tiempo han ganado fuerza conceptos como sober dating o dry dating.
La idea es bastante sencilla: en una cita, tres son multitud. Y ese tercer elemento es el botellín o las copas de la discoteca.
Un laboratorio llamado Tinder. La gente no acude a Tinder para descubrir fenómenos socioculturales. Pero con unos 50 millones de usuarios al mes repartidos por 190 países, lo cierto es que la app de citas se ha convertido en parte en eso: un interesante laboratorio de tendencias sociales. Y una de las conclusiones que han obtenido sus responsables es que sus usuarios cada vez beben menos en sus encuentros. Así lo reveló el año pasado la plataforma en un informe con un título bastante elocuente, "Sober in Love by Tinder", en el que entre otras cuestiones aseguraba que uno de cada cuatro solteros ya preferían las citas sin alcohol.
Mejor sin copas. Los datos de Tinder son eso, datos de Tinder. Responden únicamente a la información recabada por la plataforma entre sus miembros. Pero aun así resultan interesantes porque reflejan una tendencia clara hacia las citas sin copas ni botellines de cerveza de por medio. Según el estudio, publicado el año pasado, más del 25% de sus miembros de entre 18 y 25 años reconocían beber menos durante sus encuentros que un año antes y el 72% afirmaba que no lo hacía nunca o solo de forma ocasional.
"La Generación Z desafía este hábito y se suma a la nueva tendencia del 'Dry Dating', absteniéndose totalmente del alcohol a la hora de conocer a una persona. El interés por 'hacer copas' (sic) disminuye hasta un 53% respecto al año pasado entre los miembros de Tinder de entre 18 y 25 años", explicaban desde la compañía. Sus datos se recopilaron durante el primer trimestre de 2023 y en 2022.
El reflejo en las redes. La de Tinder no es la única pista de que la cerveza, el vino o las copas de ron y vodka parecen estar saliendo de la ecuación durante las citas de la Generación Z. Llega echar un vistazo a TikTok para descubrir que el hashtag #soberdate, #soberdating o #soberinlove acumulan un buen puñado de referencias. También el dry dating lo hace entre los medios tradicionales. En unos y otros abundan los testimonios de gente que ha decidido no probar alcohol cuando conoce a alguien.
En España, hace unos días El Periódico publicó un artículo sobre las citas sin alcohol en el que compartía un caso concreto, el de Víctor, pseudónimo con el que se presenta un joven de 27 años que hace un mes decidió que no probaría el alcohol en su próxima cita de Tinder. No porque se lo impidiese un tratamiento médico o fuera abstemio. Su motivación era más simple: quería sacar el alcohol de la ecuación, darse a conocer tal como era él y conocer también a la otra persona sin el filtro distorsionador del alcohol.
"Me había gustado de verdad". El testimonio que Víctor compartió con EPE ayuda a entender mejor los datos de Tinder y por qué hay ya tantos solteros de la Generación Z que prefieren prescindir de las cañas, el vino o los cubatas durante sus encuentros.
Aunque reconoce que al principio le preocupaba que fuese incapaz de "soltarse" sin la bebida, a medida que la cita avanzaba Víctor empezó a encontrarse más cómodo. Al revés. Al dejar fuera el alcohol pudo volverse a casa convencido de que sus impresiones no habían estado "distorsionadas" por la cerveza. "Así tengo más claro si alguien me gusta, aunque no noté muchísima diferencia entre esa cita y otras en la que he bebido", recuerda. "Estás más atento a todo, no recurres al alcohol para aliviar ansiedad".
"El alcohol distorsiona". Lo del efecto distorsionador de la bebida es una de las claves del fenómeno. Y tiene sentido que así sea, como aclara a EPE Lara Ferreiro, psicóloga y Dating Expert de Tinder España. "Cuando alguien no bebe, la zona prefrontal, la de las funciones ejecutivas y de concentración, está más activa. Al beber, se desconecta y es entonces cuando entra en juego el área de las emociones".
Al llevarnos una copa o una botella a los labios quizás consigamos relajarnos de forma temporal, pero ese mismo gesto nos dificulta ser "conscientes" de cómo es realmente la persona que tenemos enfrente. "El alcohol distorsiona", zanja.
"Estar en el momento". La revista GQ comparte algunos testimonios más, como el de Lily, una londinense de 26 años que también ha optado por dejar de beber. "La sobriedad me ayudó a parar y reconsiderar si realmente estaba disfrutando o si solo era algo que además me hacía sentir triste", comenta sobre su experiencia personal. Ella incluso reivindica el valor de la sobriedad en la cama. "Cuando estás sobria tienes que estar presente. También te permite estar más en el momento y puedes averiguar más fácilmente lo que realmente te excita".
Otro de los entrevistados por GQ, Ian, reconoce sencillamente que prescindir de la bebida ayuda a establecer una conexión más auténtica. "Al eliminar el alcohol en una situación así te ves obligado a desarrollar una cercanía más intencionada. No puedes confiar solo en emborracharte para entablar conversaciones y favorecer la intimidad", reflexiona.
Reinventando las citas. El alcohol pierde terreno. Y lo ganan otros complementos durante las citas. Tinder desliza unas cuantas "ideas" para las "primeras citas 'Sober in love'"; es decir, alternativas a la clásica cita en un bar para compartir cañas.
Entre las propuestas de la aplicación está quedar para hacer deporte, tomar mocktails, ir al museo, a un restaurante o sencillamente acudir a una cafetería para charlar entre lattes y capuchinos. Casualidad o no, Tinder asegura que el interés por el mundo del café entre sus usuarios ha experimentado la tendencia opuesta a la del alcohol: en un tiempo relativamente breve se incrementó de forma considerable, alrededor de un 20%. Las quedadas para salir a dar un paseo aumentaron también un 6%.
Completando el cuadro. El fenómeno de las relaciones, el alcohol y la juventud es en realidad bastante más complicado. Lo demuestran por ejemplo los datos de Sanidad, que en su encuesta sobre uso de drogas de 2023 refleja que el alcohol sigue presente en la vida de los jóvenes: el 75,9% de los chicos y chicas de entre 14 y 18 años había bebido alguna vez y en el momento del estudio el 20,8% se había emborrachado el mes anterior.
Hay también motivos para el optimismo: a pesar de esos porcentajes, hay estudios que constatan una caída en el consumo de alcohol entre los jóvenes, lo que coincide también con el endurecimiento de las políticas para prevenir el botellón.
Imagen | Tony Mucci (Unsplash) y Sangría Señorial (Unsplash)
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