La dialéctica de los puños y las pistolas hace décadas que quedó enterrada por la democracia liberal, pero aún perviven sus estertores en algunos rincones de la sociedad. Y qué mejor escenario para hacer gala de la apología de la violencia que Twitter, red social que ofrece una forma de canalizar las amenazas de muerte a nivel individual y de obtener atención mediática a cambio. Y es lo que, de un tiempo a esta parte, está sucediendo.
Son numerosos ya los casos de usuarios que amenazan a otros enviándoles fotografías de pistolas, ya sean extraídas de la web o tomadas desde su móvil. El último es el del periodista de 20 Minutos Raúl Rioja, quien subía el siguiente tuit hoy, con la captura de pantalla de una amenaza:
Se ha quedado buena tarde para sacar la pistola del cajón, parece pic.twitter.com/WCkjMZciOR
— Raúl Rioja (@raulriojazubi) 21 de noviembre de 2016
El usuario en cuestión ya ha eliminado su cuenta y el tuit. Rioja había escrito un artículo sobre el partido entre Real Madrid y Atlético de Madrid del pasado fin de semana. En concreto, sobre la polémica entre Koke y Cristiano Ronaldo, en el que el primero llamaba "maricón" al segundo. Para el periodista, era sorprendente que el debate se centrara en Ronaldo y no en el comentario homófobo de Koke. Para el usuario que le ha respondido, sin embargo, este era un planteamiento digno de amenaza de muerte.
Rioja se suma a la larga lista de personas y personalidades amenazadas de igual modo en Twitter.
Los políticos han sido las víctimas predilectas. Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, recibió imágenes como esta. Mónica Carazo, diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid, ha sido objeto de hasta cuatro amenazas de muerte públicas (el caso, tras denuncia de la afectada, está en manos de las fuerzas de seguridad). Carlos Puigdemont, presidente de la Generalitat de Catalunya, también ha sido objeto de amenazas en diversas ocasiones (los Mossos han investigado los casos).
También le ha sucedido al portavoz del grupo parlamentario de Ciudadanos en el Congreso, Juan Carlos Girauta, o a Soraya Vega, secretaria regional de Juventudes Socialistas y miembro de la Gestora nacional del PSOE. En ambos casos, las amenazas llegaron a manos de unidad de Delitos Telemáticos de la Policía. En otras ocasiones, no hicieron falta ni siquiera fotografías de pistola, como en el de Carla Antonelli: bastaron mensajes privados.
Esto es intolerable y sobrepasa todos los límites. @policia @guardiacivil @mossoscat pic.twitter.com/OsJqmFypDs
— Carina Mejias (@CarinaMejias) 25 de julio de 2016
Twitter y el acoso: un problema estructural
Las amenazas no siempre quedan impunes. Twitter no opera en un vacío social o policial. El año pasado, dos hombres eran detenidos por la policía por acosar en la red social a la periodista Lara Siscar; cuatro años antes, otro acosador, en este caso de Eva Hache, también era detenido; del mismo modo, las amenazas contra el también periodista Juanma Castaño se saldaron con un usuario de Twitter detenido e imputado por el juez.
Más allá del debate jurídico, el problema de Twitter es estructural. Son miles los casos de denuncias de acoso registrados por la plataforma. Su nutrida comunidad de trolls hace que sus inversores observen a la red social con ojos menos apetitosos. Desde sus inicios, Twitter ha arrastrado problemas sistemáticos de acosos y amenazas, pero se ha mostrado incapaz de corregirlos. No sólo eso: su carencia total de interés en la materia ha permitido que se haya en una plataforma propicia para el acoso anónimo y la amenaza.
Sólo recientemente la compañía ha comenzado a trabajar para solucionarlo. Pero de momento, las pistolas siguen aflorando.