El futuro es un lugar donde una flota de coches-robot nos llevará de un lugar a otro de la ciudad (y si hacemos caso a Elon Musk, aunque no deberíamos, lo harán sobre túneles subterráneos), Top Chef habrá sido sustituido por una legión de repartidores-precarios non-stop, las máquinas encargadas de fabricar nuestros smartphones tendrán que pagar impuestos y las batallas entre las naciones, si es que aún queda alguna, se dirimirán con gifs y no con metralletas.
Mola, ¿verdad?
Parezca una distopía o una utopía, resulta fascinante y un pelín aterrador que la diplomacia internacional dependa cada día más de las redes sociales. Si el ejemplo más evidente es Donald Trump, un hombre que aprovecha el punto de la mañana para tuitear enfurecido cosas sobre Corea del Norte y poner a caldo a Alemania, las cuentas oficiales y vereficadas de países del mundo son la siguiente parada. El-más-allá.
El último y divertido ejemplo de todo este proceso ha sido una casi-absurda conversación entre Rusia y Ucrania (literalmente). Ambos países se han enzarzado en una pequeña disputa histórico-nacionalista a raíz de un tuit ucraniano sobre las relaciones diplomáticas medievales entre una proto-ucrania radicada en Kiev y la futura Francia (Ucrania se refería a los lazos entre Ana de Kiev y Enrique I, ambos casados en sagrado matrimonio y padres del también futuro Felipe I).
When @Russia says Anne de Kiev established Russia-France relations, let us remind the sequence of events pic.twitter.com/nBKhQdyKql
— Ukraine / Україна (@Ukraine) 30 de mayo de 2017
En él, Ucrania (sí: Ucrania como sujeto en Twitter, porque el futuro es ¿mejor? de lo que creíamos) recriminaba a Rusia su particular versión de la historia (en la que Ana de Kiev era el ejemplo de las avanzadas relaciones entre Rusia y Francia, algo que implica una asimilación rusa de la historia ucraniana que, como es lógico, no sienta demasiado bien en Kiev), y se mofaba de su historia recordando que para el año 1.000 Moscú no era más que un cúmulo de árboles.
¿Respuesta de Rusia (check verificado)? Troncos, que cuando vosotros teníais que enviar a vuestra princesa a la otra punta del continente nosotros ya estábamos levantando iglesias súpermolonas en Novgorod. Así que unamos historias, no separemos (un leit motiv más de actualidad que nunca dada la querencia de Rusia a unir partes de Ucrania sin mediar demasiadas palabras).
@Ukraine We are proud of our common history. 🇷🇺, 🇺🇦 & 🇧🇾 share the same historical heritage which should unite our nations, not divide us. pic.twitter.com/hdmkuGy22p
— РоссиЯ 🇷🇺 (@Russia) 30 de mayo de 2017
En fin, que llegados a este punto de beef, a Ucrania no le ha quedado otro remedio más que recurrir al reductio ad simpsonian, y ha tirado de uno de los momentos más legendarios (y recurrentes) de la serie: el momento en el que el portavoz ruso en la UN confunde "Unión Soviética" con "Rusia", el americano le pregunta que si la URSS no se había disuelto y el ruso responde que "sí, miau".
@Russia You really don't change, do you? pic.twitter.com/HDfS9A8jWZ
— Ukraine / Україна (@Ukraine) 30 de mayo de 2017
En rigor, el beef hay que decantarlo para Ucrania: Rusia como tal no surgiría hasta muchos siglos después, y por aquel entonces sus territorios, en gran mayoría bosques inaccesibles que algunos cientos de años más tarde se librarían de la Horda Dorada, quedaban más o menos subordinados al Rus de Kiev, la entidad eslava más relevante en esta parte del mundo junto a la monarquía polaca. Es decir, Moscú era un bosque y sí, hay bastante de asimilación histórica (relativa).
Te está hablando un país
¿Pero por qué es interesante lo que ha pasado hoy? Primero, porque nos ha descubierto lo que un CM demasiado imaginativo es capaz de hacer detrás de la cuenta verificada de un país. Segundo, porque las cuentas verificadas de cualquier nación se hacen raras: que Francia, Kirguizistán o Colombia hablen en calidad de tales, y no a través de sus portavocías de gobierno, siempre queda algo antinatural, como una cuenta verificada de El Oso o de Las Aguas del Mundo.
Segundo, porque revela el alcance de la tuit-diplomacia, un conjunto de relaciones a través de las cuales los países avanzan sus agendas político-ideológicas adoptando un perfil u otro en Twitter.
Praise God it's not Russia this time pic.twitter.com/irebYz8aKE
— Russian Embassy, UK (@RussianEmbassy) 4 de mayo de 2017
Siguiendo con Rusia, una de las cuentas más divertidas de toda la red social pertenece a la embajada del país en Reino Unido. Además de deleitarse entre chistes y gifs variados durante toda la campaña americana del año pasado, utiliza la herramienta para responder a periodistas, a otras cuentas de políticos y para mostrar su postura (o filtrar su versión de la historia) en público. Hablando en nombre de Rusia, el país, no del "gobierno de Rusia", en otro ejercicio de asimilación.
Breakfast for champions... yoghurt, banana, "Black Forest fruits", extra protein, sourdough crisps and peanut butter 💪💪💪🙈 pic.twitter.com/XkqVLuKaY7
— @sweden / Erik (@sweden) 30 de mayo de 2017
Pero no todos los procesos tienen un carácter tan orwelliano. Suecia, por ejemplo, tiene su particular cuenta verificada, y la utiliza para hacer El Bien (como siempre). La posición de CM es rotatoria y cada día un simpático ciudadano sueco está al frente de su país, erigiéndose en su voz y figura representativa. Cada sueco la utiliza para lo que más le apetece, y todos suelen hacerlo con el raciocinio y moderación de un dependiente de Ikea, explicando cosas que les gustan/interesa.
Canadá hace algo parecido: desde su cuenta verificada, proyecta una imagen simpática del país, destacando logros del país a lo largo de su historia, efemérides importantes, personalidades destacables y promulgando los valores de igualdad y tolerancia típicos del país.
Practice the art and you may find yourself competing at the int'l level like 🇨🇦 paper airplane pilot, @aasuchak! #NationalPaperAirplaneDay pic.twitter.com/Gp8X5gNiMY
— Canada (@Canada) 26 de mayo de 2017
En Estados Unidos el salto lo ha dado Donald Trump: aunque no existe una cuenta similar a la rusa o ucraniana que haga saltar la alarma viral en Twitter, la utilización de la antigua cuenta personal del actual presidente ejerce de equivalente. Trump dice lo que quiere, habla de lo que le apetece y carga contra cualquier tipo de cosa desde su nombre verificado, pero lo hace al mismo tiempo como el cargo más alto de Estados Unidos, convirtiéndose en el paladín de la tuitdemocracia.
We have a MASSIVE trade deficit with Germany, plus they pay FAR LESS than they should on NATO & military. Very bad for U.S. This will change
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 30 de mayo de 2017
Hoy, sin ir más lejos, ha utilizado su Twitter para atacar las declaraciones de la canciller alemana, Angela Merkel, en las que negaba la tutela futura de Estados Unidos hacia el resto de países occidentales. Para Trump, al igual que para Rusia o Ucrania, Twitter es un lugar donde medir con exactitud las palabras que aviven o confronten conflictos diplomáticos. Lleva la figura de cuenta-oficial-de-político-random a otro nivel, al estar asociado automáticamente a la voz de EEUU.
North Korea has shown great disrespect for their neighbor, China, by shooting off yet another ballistic missile...but China is trying hard!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 29 de mayo de 2017
El carácter propagandístico clásico de los gobiernos se traslada así a un foro público donde un gif permite que tu versión de los hechos se haga viral (vía zasca). Twitter es sólo una parte de la historia: una en la que las palabras importarán tanto como los hechos, y donde estos ya no serán tanto balas y tanques (que también, como en el caso del Donbass) sino ataques piratas, filtración de documentos, boicoteo de procesos electorales y un largo etcétera centrado en el mundo digital.