Leonard Cohen sabía que se iba a morir.
Todos lo sabemos, eventualmente, pero él tenía la certeza de que sería más pronto que tarde. Lo había contado en diversas entrevistas y lo había encapsulado, de forma definitiva, en You Want It Darker, el álbum que, este mismo año, ha puesto el broche final a una carrera que se alarga por más de cinco décadas. Y cuando uno sabe que está al borde de la muerte, las reflexiones sobre lo divino y lo humano, pero especialmente sobre lo primero, se apoderan de su creatividad. O así al menos lo indica You Want It Darker.
El disco se enfunda en una sábana negra desde la portada, e introduce el viaje tenebroso a través de la espiritualidad de Cohen en 'You Want It Darker', acaso la canción más oscura que se haya compuesto este año, tanto por temática como por letras como por arreglos. Es su coda final, su "so long" a sí mismo, su rendición de cuentas con Dios y su soltura de lastre.
Magnified, sanctified, be thy holy name Vilified, crucified, in the human frame A million candles burning for the help that never came You want it darker Hineni, hineni I'm ready, my Lord
Resulta llamativo que dos de los genios musicales más notables de los sesenta y de los setenta, Leonard Cohen y David Bowie, se hayan marchado con un premonitorio disco de carácter fúnebre a sus espaldas.
A Bowie, sin embargo, los caminos de la muerte le llevaron por una vía más abstracta y expresionista. Su Black Star es, antes que un disco, la última representación teatral de una larga carrera repleta de mascaradas y falsas apariencias, la última actuación de un hombre terminal pero genial. A Cohen, los caminos de la muerte le debían llevar necesariamente a Dios y a su profunda espiritualidad. Por ahí surgen las diferencias: donde Bowie es rimbombante, Cohen resulta más íntimo que nunca.
Es mucho decir, pero se entreve en las líneas de 'You Want It Darker', donde las metáforas religiosas intercaldas entre el judaismo y el cristianismo se intercalan con la secular tristeza que ha definido la obra al completo de Cohen:
If you are the dealer, I'm out of the game If you are the healer, it means I'm broken and lame If thine is the glory then mine must be the shame You want it darker We kill the flame
Cohen rinde aquí cuentas con un Dios del que ya no espera nada. Un "si tú repartes las cartas, estoy fuera del juego", porque está trucado de antemano ante la inevitabilidad de la muerte. La referencia a la oscuridad está presente en ambas religiones en torno a la figura de Dios de forma recurrente, y aquí Cohen opta por el dios carente de misericordia y cruel, el que recibía las críticas de Twain, el que permite que el caos, la sangre y la tempestad azoten a la humanidad. Es poético, pero también es autorreferencial.
Hineni, hineni Hineni, hineni I'm ready, my Lord
Cohen introduce un concepto de la Torah, citado en nueve ocasiones: "Hineni", "הנני", un concepto hebreo relacionado con la responsabilidad de estar preparado ante lo eventual. En este caso, ante la muerte. "Estoy preparado, mi señor", explica Cohen, premonitorio ante su hecho final.
Si lo quería oscuro, en la oscuridad lo tiene.
Pero pese al tenebrismo y a la melancolía de los que siempre se invistió Cohen, en sus últimos días también manifestó la ternura y delicadeza que caracterizaron sus canciones, la mezcla perfecta de brutalidad y finura. Lo hizo escribiendo el pasado verano a Marianne Ihlen, el romance de su juventud encontrado en la isla de Hydra y que marcaría ocho años de su vida. La Marianne de 'So Long, Marianne' o de 'Hey, That's Not The Way to Say Goodbye'.
Cuando Ihlen estaba enferma y también a punto de ser atrapada por la muerte, Cohen le escribió por última vez:
Bien, Marianne, ha llegado este momento en el que somos tan viejos y nuestros cuerpos se están desmonorando y creo que te seguiré muy pronto. Sabe que estoy tan cerca tras de ti que si extiendes tu mano creo que puedes alcanzar la mía. Y sabes que siempre te he amado por tu belleza y por tu sabiduría, pero no necesito decir nada más acerca de ello porque tú lo sabes todo. Pero ahora sólo quiero desearte un muy buen viaje. Adiós, vieja amiga. Amor infinito, te veo en el camino.
A los dos días y feliz tras la misiva de su viejo amante, Marianne murió, según explicó un amigo en una carta de vuelta a Cohen. En su adiós, le susurraron 'Bird on the Wire' y le despidieron con un "So long, Marianne".