Cada cierto tiempo, algunas cosas resucitan en la red sin saber muy bien por qué. Una de las más curiosas es la idea de que "estamos en 2024 y nadie ha dado con una explicación satisfactoria a por qué los teléfonos móviles nunca a parecen en los sueños si los usamos 12 horas al día".
La respuesta común a esa frase suele ser: "¡Madre mía, es verdad!"
En mi caso y en el de media redacción de Xataka, lo cierto es que es verdad. No solemos soñar con móviles y, aquí entre nosotros, muchos pasamos más de 12 horas pegados a un teléfono móvil. ¿Cómo es posible esto?
Pero, ¿De verdad no soñamos con móviles? Más allá de la experiencia individual, no es sencillo comprobar que esto sea efectivamente así: los sueños, digamos, son algo poco accesible. No obstante, estamos en 2024 y, gracias a un rosario de científicos obsesionados con sus temas de investigación, sí que tenemos algunas herramientas que nos permiten analizar el contenido de los sueños.
Por ejemplo, tenemos la Sleep and Dream Database de Kelly Bulkeley. En ella, podemos encontrar varias decenas de miles de reportes de sueños y nos da una idea aproximada (aunque con sesgos) de cómo los móviles inciden en el mundo onírico.
Es curioso, los resultados son bastante claros: sí que aparecen los móviles en los sueños. Hace unos años, en el último análisis sobre tecnología que tienen publicado, en un 3,55% de los sueños de mujeres salían móviles frente a un 2,69 de los sueños de los hombres. Puede parecer poco, peor en realidad son frecuencias parecidas a las películas (3,18%), los ordenadores (1,2%) o los aviones (1,49%).
¿Qué está pasando aquí? La explicación que se suele dar es que, como demostraron Mark Blagrove y sus colegas de la Universidad de Swansea en el Reino, "la fuerza emocional de las experiencias que tenemos cuando estamos despiertos" se relacionan íntimamente con "el contenido y la intensidad de nuestros sueños".
Es más, los eventos que tienen un mayor impacto emocional "tienen una mayor probabilidad de incorporarse a los sueños" "que las experiencias más neutrales". Esto nos da algunas claves. Alice Robb, autora de varios libros sobre por qué soñamos, lo llama "hipótesis de simulación de amenazas". Es decir, que usamos los sueños para aprender sin el riesgo de vivir las cosas en vivo y en directo.
¿Tiene sentido? Yo suelo ser reticente a estas lecturas 'funcionalistas' de los sueños. Sobre todo, porque como lleva años señalando Linda Hayes, el cuerpo nunca se desconecta del ambiente y, de hecho, buena parte de las cosas que soñamos se explican porque nuestro organismo sigue sintiendo su alrededor mientras dormimos (y esas sensaciones siguen interactuando con nuestro cerebro).
Sin embargo, en este caso, aún con matices, las dos explicaciones son compatibles. Lo que está claro es que sea por el mecanismo que sea, soñamos con cosas que nos impactan a nivel emocional o experiencial. Eso explica por qué (no) soñamos con los teléfonos móviles.
Y esto se ve en los datos. De hecho, si repasamos los sueños que hay en la Sleep and Dream Database, descubrimos que la aparición de los móviles está muy vinculados a ese tipo de situaciones. Los móviles aparecen durante el duelo por la pérdida de una persona querida (con ésta llamándonos por teléfono) o en los sueños de adolescentes víctimas de bulling o con relaciones algo problemáticas con los móviles. El móvil surge, precisamente, cuando los móviles juegan un papel en esos eventos emocionalmente intensos.
Y resulta que vivimos en un mundo invadido por internet, pero en muchas de nuestras vidas los eventos clave siguen transitando vías más analógicas de lo que pensamos.
Imagen | Lesli Whitecotton
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