Es hora de decirlo: la gente hace pis en las piscinas. Todos lo sospechábamos (alguno, incluso, lo sospechaba de primera mano), pero hasta ahora era muy difícil confirmarlo. El producto químico que tiñe de colores el agua de la piscina es una leyenda urbana y, por lo demás, durante muchos años no conocíamos ninguna forma de estimar la cantidad de orina disuelta en el agua de una piscina.
Hasta que unos científicos canadienses se pusieron manos a la obra y encontraron una forma de calcularlo. Sus resultados confirmaron nuestras sospechas con total claridad (no como el agua de las piscinas) y, desde entonces, ya no volvimos a mirar a los nadadores como antes.
Tras el rastro de la orina
La prueba es muy sencilla y se basa en los niveles de acesulfamo potásico del agua de las piscinas. El E-950, como también se conoce, es un edulcorante artificial que se encuentra en muchos alimentos procesados y se expulsa por la orina sin modificarse.
Usando la cantidad media de E-950 en orina en el país norteamericano, los investigadores podían estimar, de forma aproximada, cuánta orina se había vertido en cada piscina. La muestra es, evidentemente, escasa, pero los datos son demoledores.
Los investigadores monitorizaron varias piscinas públicas canadienses para comprobar su efectividad. Según sus conclusiones, en una piscina olímpica media se vierten 225 litros de orina. En tres semanas. También monitorizaron ocho jacuzzis públicos y los resultados fueron mucho peores: había jacuzzis con hasta tres veces más orina que la peor de las piscinas.
¿Es un problema?
No, no es un problema muy grave por varios motivos: son cifras llamativas, pero pequeñas si tenemos en cuenta que una piscina olímpica tiene más de dos millones de litros de agua. Y, sobre todo, porque la orina es estéril a efectos prácticos. Salvo infección, no tiene por qué presentar problemas.
No obstante, empieza a haber evidencias de que algunos de los compuestos de la orina pueden reaccionar con determinados desinfectantes y producir irritación de ojos o problemas respiratorios. No está claro y es un tema que tiene que investigarse con profundidad, pero técnicas sencillas como estas pueden ayudarnos a entender mejor hasta qué punto la orina empeora el agua de nuestras piscinas y jacuzzis.
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