No es la primera vez que hablamos de pastillas fecales y algo me dice que no será la última. Las nuevas metodologías para realizar 'trasplantes fecales' están facilitando la búsqueda de las aplicaciones innovadoras. Si la última vez os hablábamos de esta técnica para infecciones gastrointestinales serias y enfermedades autoinmunes, hoy nos enteramos que están siendo usadas para perder peso.
Elaine Yu, profesor e investigador en el Hospital General de Massachusetts, está llevando un ensayo clínico para evaluar la efectividad de este tratamiento en la obesidad. La mecánica es sencilla: los pacientes recibirán dosis semanales de heces liofilizadas durante seis semanas con el sustituir su flora intestinal. Tras el trasplante, se realizará un seguimiento de su peso y la salud mientras mantienen sus hábitos alimenticios normales y de salud. Ya nadie podrá decir que hacer dieta no es, con perdón, una mierda.
La idea tiene fundamento
Hay un puñado de estudios sobre la flora intestinal de gemelos que apoyan que ésta tiene un papel en la obesidad. Ridaura y colegas (2013) trasplantaron flora de dos hermanos genemelos (uno con sobre peso y otro en normopeso) a dos grupos de ratones. Aunque la dieta era la misma para todos los ratones, los receptores de la flora del gemelo rellenito engordaron más que los demás.
Otros estudios (Turnbaugh, Hamady, Yatsunenko, 2009) apuntan a que la obesidad está vinculada al desequilibrio y la falta de diversidad de los microbios intestinales. De hecho, el año pasado hubo un caso muy curioso que apoya esta teoría: una paciente que se sometió a un trasplante fecal se curó de la infección pero inexplicablemente comenzó a ganar peso. Inexplicable hasta ahora, porque la donante, su hija, estaba sana pero efectivamente tenía sobrepeso.
Los tratamientos de este tipo podrían ayudar a solventar uno de los problemas con los que se están encontrando las intervenciones dietéticas para tratar la obesidad y trastornos metabólicos. Muchas veces el cambio de hábitos de vida no sólo es difícil sino que puede ser contraproducente.
Via | Ars Technica
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