El primer SARS apareció en nuestras vidas en noviembre de 2002 en la provincia de Cantón (China) y, pese a causar miles de muertos en China, Singapur, Vietnam y Canadá, la epidemia se dio por superada en junio de 2003 y no se han vuelto a detectar casos nuevos de 2004. Quizás por eso, cuando el SARS-CoV-2 confinó Wuhan y empezó a extenderse por todo el mundo, muchos expertos y políticos esperaban que siguiera un camino similar.
Sin embargo, no tardaron mucho en darse cuenta de que lo que tenían entre manos era algo muy distinto. El mismo Anthony Fauci, director del National Institute of Allergy and Infectious Diseases de EEUU y una de las voces más prestigiosas del equipo que se encarga de la respuesta al coronavirus en el país, tuvo que salir al paso el 11 de mayo y afirmar que "virtualmente no había ninguna posibilidad" de que el virus fuera erradicado.
Los investigadores que trabajaban sobre el virus lo sabían desde hacía tiempo y desde hacía semanas teníamos diversos informes que dibujaban escenarios de futuro teniendo en cuenta lo que se sabía sobre el virus y el comportamiento histórico de otras enfermedades infecciosas respiratorias. De todos esos escenarios y con la mente puesta en la gripe de 1918 y la gripe aviar de 2009, el que 'parecía' más probable en aquel momento era el de una segunda ola en otoño que superara, con mucho, a la que vivimos en la primera mitad del año.
Tres escenarios para una epidemia sin precedentes
El informe más conocido fue el que elaboró el Center for Infectious Disease Research and Policy de la Universidad de Minnesota. Partía de un principio ya controvertido (que había lecciones que aprender de las pandemias de gripe), pero dibujaba varios escenarios que nos permitían comprender mejor qué entidad real tenía un problema que nos tenía ya contra las cuerdas.
El primer escenario era el de 'picos y valles'. Es decir, una sucesión de pequeñas olas más o menos regulares que se extendería durante los siguientes dos años y que, aunque posiblemente no llegarían a alcanzar el tamaño de la primera gran ola, tendrían un alcance comparable a ella.
El segundo escenario era el del 'pico de otoño'. En su momento, hablamos con mucho detalle de este escenario porque muchos expertos creían que se trataba del más probable. Resumidamente y como su propio nombre indica se trataría de una enorme ola en el otoño boreal de 2020 que dejaría a la primera en una anécdota. Por lo demás, después de ella, habría una buena cantidad de picos y valles posteriores. Justo así se comportaron las grande epidemias de gripe de la historia.
El último escenario era el llamado "combustión lenta" y apostaba porque el primer pico fuera el más grande seguido de una larga sucesión de pequeños picos irregulares que se prolongaran también durante los próximos años. Este era un escenario posible, pero para el que no teníamos antecedentes claros. Ninguna de las grandes epidemias que se estudiaban se había comportado así.
Una pandemia de "combustión lenta"
Pero el paso de los meses y, sobre todo, nuestra mejor comprensión del virus, están haciendo cambiar de opinión a muchos autores. Michael Osterholm, uno de los autores del informe del Center for Infectious Disease Research and Policy, decía en Busines Insider que, en realidad, "no hay evidencia de que vaya a haber una disminución en los casos, un mínimo" en verano; todo parece indicar que la epidemia "simplemente seguirá ardiendo, como un incendio forestal en busca de madera humana para quemar".
"En abril, todavía estábamos analizando si se trataba de una pandemia en la que veríamos verdaderas olas, donde se ve un gran aumento en los casos y luego una depresión y luego una segunda ola más grande por razones que no tienen que ver con el comportamiento humano; esto es lo que sucedió históricamente con otras pandemias" como la gripe. Sin embargo, ahora estos investigadores empiezan a pensar que la bajada de casos que hemos visto en muchos países es una consecuencia de los confinamientos y no de las dinámicas del virus.
Lo que ven Osterholm y su equipo es que, a nivel internacional, la pandemia se comporta más como "un incendio a largo plazo". No parece que que haya olas. En este sentido, la portavoz de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Harris afirmó hace unos días que "la gente todavía está pensando en la estacionalidad", aunque haya buenas razones para descartarla. "Lo que todos necesitamos para pensar es que se trata de un nuevo virus".
Esto no quiere decir que no pueda haber una segunda ola en otoño. En realidad, como señala Osterholm lo que querría decir es que no existen razones derivadas de la naturaleza del virus para esperar que esa segunda gran ola se produzca: si se produce estará vinculada, en principio, a nuestra capacidad para (no) contener los focos cuando vayan surgiendo. Aún queda mucho por descubrir y falta poco para saber qué pasará en otoño. Pero todo parece indicar que las cartas están repartidas sobre el tablero.
Imagen | Hospital Clinic
Ver 58 comentarios