En el laboratorio de David Sinclair de la Escuela de Medicina de Harvard, un equipo de investigadores trabaja con un objetivo en mente: detener el envejecimiento humano. Acaban de anunciar un importante logro, pero la comunidad científica lo ha recibido con una buena dosis de escepticismo.
Éxito in vitro. En tan solo cuatro días, un compuesto desarrollado por el equipo de Sinclair ha sido capaz de revertir el envejecimiento en células humanas. Por ahora la fórmula solamente ha sido puesta a prueba en cultivos celulares, pero el descubrimiento supone todo un avance que podría afectar no solo a la lucha contra el tiempo sino también contra diversas enfermedades.
La senda de Yamanaka. El nuevo estudio parte del trabajo que valió en 2012 el premio Nobel a Shinya Yamanaka. El científico japonés descubrió, junto con su equipo, que era posible restituir células maduras a su forma previa, la de células madre pluripotentes.
Los factores Yamanaka son secuencias específicas del ADN (OCT4, SOX2, y KLF4) que al ser activadas externamente a través de proteínas asociadas, son capaces de desatar el proceso que convierte la célula madura en célula madre pluripotente, es decir, rejuvenecerla.
Algunos estudios han logrado hacer que este proceso a escala celular pueda tener efectos positivos a nivel de organismo en modelos animales. Este es también el fundamento básico detrás de otro logro alcanzado hace unos años por el laboratorio de Sinclair, cuando lograron “rejuvenecer” células oculares.
El avance real. Una de las trabas a las que este proceso se enfrentaba hasta ahora era la introducción y activación de las secuencias genéticas asociadas a los factores Yamanaka. Hasta ahora la forma de introducirlos eran virus, organismos que comparten su carga genética con las células que infectan.
Lo que el nuevo trabajo del equipo ha logrado es prescindir de este mecanismo para inducir este rejuvenecimiento celular. En lugar de esto, el equipo ha desarrollado una serie de compuestos químicos, capaces en principio de desatar este proceso, al menos en cultivos celulares.
“Este proceso requería antes terapia génica, lo que limitaba su uso extensivo” explica en una nota de prensa Sinclair, que también sostiene que el avance implica que ahora es posible no sólo reducir el ritmo de envejecimiento, sino revertirlo.
Sin garantía de éxito. Como suele ocurrir en estas fases del estudio biomédico, nada garantiza que este avance acabe dando frutos concretos. El hecho de que los resultados todavía no hayan sido extrapolados a modelos animales sino que se limiten a cultivos celulares es lo que ha hecho que la comunidad científica haya tomado la noticia con cierta distancia.
Por ahora los resultados de esta investigación han sido publicados en la revista Aging. La promesa del rejuvenecimiento a través de un fármaco, en el caso de ser real, tardaría aún muchos años en materializarse. Aún quedan numerosos ensayos preclínicos, entre ellos los ensayos en modelos animales en cuya falta se
El hipotético fármaco tendría también que pasar por los habituales ensayos clínicos para demostrar su seguridad y sus posibles efectos secundarios, así como su efectividad y eficiencia a la hora de “curar” nuestra vejez.
La “enfermedad” del envejecimiento. Hablar de “curar” la vejez responde a una idea sostenida por el propio Sinclair, la de ver la vejez como una enfermedad. No es la idea más polémica del investigador.
Las herramientas de Sinclair para eludir la vejez son numerosas y aunque suelen contar con una base científica, no siempre han sido puestas a prueba por los mecanismos estándar de la ciencia. Poco parece importarle a este investigador con tendencia a experimentar en sus propias carnes sus estrategias antiedad.
Tardaremos años en saber si esta investigación es capaz de expandir notablemente nuestra vida y salud o si se trata de una bravuconada propia de un científico obcecado en la búsqueda de la eterna juventud. Por ahora hay más dudas que respuestas, pero intentar responder a esas cuestiones sin duda acarreará nuevos conocimientos sobre nuestra biología. Quizá no revolucionarios, pero al menos seguros.
Imagen | William Krause / Jae-Hyun Yang et al., 2023
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