Desde ayer la mascarilla es obligatoria en Cataluña en espacios abiertos aún cuando se pueda respetar la distancia de seguridad. Es más, se multará con hasta 100 euros a quien no la lleve. Otras comunidades, como Baleares o Extremadura, han anunciado que seguirán sus pasos a partir del sábado y muchas otras se lo están pensando.
En una situación como la actual, con varias zonas del país reconfinadas, parece una medida razonable e incluso puede que prudente. Pero hay una pregunta relevante en este boom repentino: ¿Por qué ahora? ¿Cómo casa la obligatoriedad de la mascarilla en espacios abiertos con la evidencia, cada vez mayor, de que el rasgo común de todos los grandes brotes es "el contacto intenso en interiores"? ¿Qué podemos esperar de este tipo de medidas?
El uso obligatorio de la mascarilla: normativa nacional, normativa autonómica
En términos generales, como hemos ido explicando, las mascarillas son obligatorias para todas las personas de más de cinco años "en la vía pública, en espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público, siempre que no sea posible mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos dos metros". En el transporte público, siempre es obligatorio. Además, se recomienda su uso para la población infantil de entre tres y cinco años.
Hay algunas excepciones a estas normas. Básicamente, personas que presenten algún tipo de dificultad respiratoria (que pueda verse agravada por el uso de mascarilla) o para las que el uso de mascarilla resulte contraindicado por motivos de salud debidamente justificados. También están exentas aquellas personas que desarrollen actividades en las que resulte incompatible el uso de la mascarilla (como comer o beber) y, en general, aquellos ciudadanos que no puedan usarlas por causa de fuerza mayor o situación de necesidad.
Esas son las normas a nivel nacional. Lo que ocurre es que, en este periodo del proceso de desescalada, las comunidades autónomas tienen las competencias para regular un uso de la mascarilla que se adapte mejor a su situación. De esta forma, Cataluña aprobó esta semana una medida que hacía obligatorio el uso de la mascarilla para todas "las personas de más de 6 años en la vía pública, espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público y que se encuentre abierto al público, con independencia del mantenimiento de la distancia física de seguridad". Pero la obligatoriedad no se va a quedar en Cataluña.
¿En qué comunidades es obligatorio el uso de la mascarilla? ¿Qué comunidades se lo están pensando?
Hasta el momento, cuatro comunidades autónomas han anunciado (o han aprobado) su intención de hacer obligatorio el uso de la mascarilla independientemente de que se pudiera mantener la distancia física de seguridad:
- Cataluña: Obligatoria (desde 9 de julio) en los espacios públicos, aunque se cumpla la distancia de seguridad de 1,5 metros. Se contemplan multas de 100 euros para quienes lo incumplan.
- Extremadura: Obligatoria (a partir del 11 de julio) para todas las personas mayores de 6 años en todos los espacios públicos (al aire libre y cerrados) y lugares de acceso público, se pueda mantener la distancia de seguridad o no.
- Baleares: Obligatoria (a partir del 13 de julio) para todas las personas mayores de 6 años en todos los espacios públicos y lugares de acceso público, excepto playas y piscinas
- País Vasco: como respuesta al brote de Ordizia, el Gobierno Vasco hizo obligatorio el uso de mascarilla en la localidad.
Por su parte Galicia endureció ya el 29 de junio la normativa para que fuera obligatorio su uso "siempre que se transite o se esté en movimiento por la vía pública y en espacios al aire libre y, por la concurrencia de otras personas, no se pueda garantizar en todo momento la distancia de seguridad" de 1,5 metros. De esta forma, como recogían los medios gallegos, trataron de imponer una obligatoriedad de facto.
El resto de comunidades se encuentra ahora mismo en la indefinición. Algunas como Asturias, Andalucía, Cantabria, Madrid y Murcia están valorando hacerlo. Otras, como Castilla y León, lo ha descartado por el momento, aunque "vigilarán estrictamente las distancias obligatorias". El resto aún no se han pronunciado.
¿Qué sabemos (y qué podemos esperar) de esta medida?
Gracias al estudio de seroprevalencia del Ministerio de Sanidad tenemos una aproximación a cuál es el uso real de las mascarilla en el país. Hemos de ser prudentes con los datos porque se basan en información autorreportada, pero sirven para ver cómo el uso de la mascarilla se ha ido normalizando. A mediados de mayo, casi un 20% de la población mayor de seis años no utilizaba jamás la mascarilla; al cierre del estudio, a finales de junio, esa cifra bajaba al 7,3%.
Esta tendencia y la evidencia que se acumula en torno a la idea de que el verdadero problema está en las interacciones continuas en espacios cerrados, pueden llevarnos a pensar que este tipo de medidas se inscriben en una tendencia (más que justificada) entre las autoridades a hacer más estrictas las medidas sanitarias para frenar el riesgo de segunda oleada. Sobre todo, cuando esas restricciones no tienen un coste importante.
De hecho, no deja de ser curioso que la primera comunidad en declarar la obligatoriedad generalizada haya sido Cataluña donde ya hay un uso bastante frecuente y no en lugares como las provincias vascas donde las tasas de personas que no usan mascarillas son mucho más altas, según el estudio de seroprevalencia. Es razonable pensar que el confinamiento de 200.000 personas en la comarca leridana del Segriá es un factor político importante que ha impulsado la decisión. No obstante, que no haya razones técnicas importantes para poner en marcha este tipo de medidas, no quiere decir que no vayan a dar buenos resultados.
Como señala Jose C. Perales, catedrático de psicología de la Universidad de Granada, "la obligatoriedad de llevar mascarilla en toda situación es interesante. Llevarla en espacios abiertos y con distancia no tiene ningún efecto, pero, al ser visible, añade un elemento de sanción social que incrementará su uso donde sí hace efecto". Al fin y al cabo, las sanciones son importantes, sí; pero "la efectividad de las sanciones económicas depende la la viabilidad de aplicarlas y de su fuerza punitiva. Lo sabemos por la investigación en tráfico. En este caso, donde la multa es pequeña y su aplicación masiva inviable, estoy seguro de que el efecto social es mucho mayor".
"Al generalizarse y elevarse la norma, de alguna forma, todos "nos convertimos en policía". Es un efecto de incrementar la visibilidad del incumplimiento". Y es que, en este momento, el mayor riesgo seguramente sea el cansancio. Introducir hábitos nuevos en toda la población no es nada fácil y corremos el riesgo de que se produzca un relajamiento del distanciamiento social con consecuencias imprevisibles. La obligatoriedad de la mascarilla puede ayudarnos a postergar ese cansancio justo cuando el calor y la "nueva normalidad" lo hacen más poderoso.
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