A principios de 2020, una pequeña mutación en la proteína de espiga del SARS-CoV-2 vio la luz en algún rincón de Europa. A priori, no era nada especial, ni sorprendente. Todos los virus mutan. Algunos, de hecho, mutan mucho en un toma y daca entre el azar y la selección natural que van consolidando pequeñas piezas de relojería genética capaces de hacer cosas realmente prodigiosas: desde producir su propia electricidad a provocar una pandemia mundial.
Este fue el caso de esa mutación particular, la que conocemos con el nombre de D614G; una mutación capaz de expandirse por todo el mundo de manera realmente sorprendente sustituyendo a muchos otros linajes del virus que llevaban meses circulando por el mundo. La historia de esta mutación es, en buena parte, la historia de la pandemia. Una historia que aún está incompleta, pero que nos está ayudando a alumbrar zonas de la crisis del coronavirus que, hasta ahora, eran poco visibles.
La mutación que conquistó el mundo
Una de las obsesiones de los genetistas a lo largo de la pandemia ha sido trazar el virus, filiarlo, articular de una forma u otra una historia de cómo se ha movido por el mundo, cómo han surgido variantes y cómo se relaciones entre ellas. Esto ha sido lo que nos ha puesto sobre la pista de la mutación D614G.
Esta mutación no estaba en los primeros brotes asiáticos o, si lo estaba, no jugó un papel importante en ellos. Según Palmer y su equipo, el análisis de las 28.000 secuencias del virus de las que disponíamos en mayo muestra nítidamente que en antes de marzo esta mutación era prácticamente inexistente. En un par de meses, para junio de 2020, la D614G ya estaba en el 74% de todas las secuencias genéticas publicadas.
Esto atrajo muchísima atención sobre ella. Como apuntan Hodcroft y su equipo, la reconstrucción de las dinámicas del virus apuntan a que esta variante se originó en Europa durante los brotes de marzo y abril y dominó la expansión por el continente europeo y América desplazando a los anteriores linajes que circulaban por el mundo desde hacía meses.
Constatar esto, ha hecho sospechar a los expertos que la variante D614G era más transmisible (Korber et al., 2020; Volz et al., 2020) que las variantes asiáticas que habíamos estudiado en su momento. Los datos "macro" (y la evidencia clínica) cuadraban con esta idea, pero no faltaba la confirmación del laboratorio.
Hace unos días, el equipo de Palmer presentó un trabajo para saber si, como parecía, esta mutación mejora la replicación del virus en las células epiteliales del pulmón y en los tejidos primarios de las vías respiratorias. Lo que descubrieron es que, curiosamente, los ratones infectados con estas variantes tenían una mayor carga viral en las vías respiratorias altas, pero no en los pulmones.
Esto da soporte a la evidencia previa de que la D614G aumenta la carga viral en el tracto respiratorio superior y, por ello, puede aumentar la transmisión. Algunos autores están convencidos también de que esto mismo (la menor presencia del virus en los pulmones) está relacionado con una menor virulencia. No obstante, aún estamos lejos de poder demostrar esto experimentalmente.
¿Es esto la famosa 'cepa española'?
En las últimas semanas, un informe de desarrollado por el CSIC y la Universidad de Basilea ha encontrado una nueva cepa del virus (llamada 20A.EU1) que, siempre según sus análisis, surgió en España a principios de este verano y se ha ido extendiendo por varios países europeos. En concreto, los investigadores encontraron la cepa por primera vez en junio y escaló en pocos meses hasta llegar al 40% de las infecciones del país.
"Fuera de España la frecuencia de esta variante ha aumentado desde valores muy bajos antes del 15 de julio al 40-70% en Suiza, Irlanda y el Reino Unido en septiembre", explican mientras afirman que "también es prevalente en Noruega, Letonia, los Países Bajos y Francia". Esta "cepa española", como la han denominado algunos medios ingleses, es una de las cepas que tiene la mutación D614G, pero es una de muchas.
No sabemos por qué se ha expandido por todo el mundo con esta facilidad. Como los mismos autores reconocen, "no está claro si la rápida propagación de cualquiera de estas variantes se debe a unas características demográficas particulares, las propiedades del virus o sencillamente por el azar". En los próximos meses serán muy importantes para entender qué ha pasado con esta cepa para lograr expandirse por Europa de forma tan eficaz.
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