El anuncio de hoy de Apple es una gran buena noticia. Por primera vez la empresa ofrecerá tanto piezas de recambio originales como instrucciones para reparar por nuestra cuenta dispositivos como el iPhone 12 y el iPhone 13.
Es toda una declaración de intenciones de una empresa que durante años se ha mostrado poco dispuesta a dejar que los usuarios toqueteen sus dispositivos. Solo en los últimos tiempos abrió esta opción a algunos servicios autorizados, pero ahora cualquier usuario podrá intentar reparar su móvil o su ordenador de Apple. El problema es que aunque eso abre algunas opciones, la empresa de Cupertino hace sus productos cada vez menos reparables o ampliables.
Tu dispositivo vuelve a ser (un poco) tuyo
No es solo Apple, ojo: otros muchos fabricantes llevan tiempo poniendo obstáculos que hacen que los productos que les compramos no sean del todo nuestros.
Tenemos un célebre caso en el fabricante norteamericano de tractores John Deere, que te vendía sus máquinas pero luego capaba cualquier opción de reparación propia de quienes los compraban. La propia firma explicaba entonces que lo que comprabas no era de hecho el tractor en sí, sino "una licencia implícita durante la vida del vehículo para poder utilizarlo". Ahí es nada.
Apple tampoco se ha cortado demasiado a la hora de poner trabas a las reparaciones propias de los usuarios, y solo comenzó a mover ficha tras la polémica que se descubrió con el throttling de algunos iPhone: cuando la batería se degradaba, el móvil se ralentizaba para mantener la autonomía.
Aquello provocó finalmente que Apple abriera las opciones un poco: ya no era obligatorio llevar el iPhone a reparar a una tienda de Apple, y uno podía elegir además alguno de los centros autorizados que Apple certificaba y que recibían instrucciones y piezas de repuesto originales para ese proceso.
Esa apertura fue en realidad una con medias tintas: poco después se reveló que Apple bloqueaba funciones de software si no se había producido un reemplazo autorizado, pero la batalla por el derecho a reparar se prolongaba tanto en Estados Unidos como en Europa, donde hace poco se celebraba una victoria de la legislación actual.
En la Unión Europea se decidió que tu tele o tu frigorífico deberían durarte al menos diez años —si es que no decidías cambiarlos antes—, y aunque eso traía consecuencias difíciles de medir, parece que el anuncio de hoy de Apple es entre otras cosas —además de un impulso favorable a su imagen de marca— una forma de evitar problemas con esa legislación.
No es la primera en tomar ese tipo de medidas: Microsoft anunciaba algo parecido hace un mes, pero que ambas hayan movido ficha justo ahora tiene desde luego ese tufillo a "más vale prevenir ahora que pagar multas después".
Las noticias en este sentido son sin duda positivas y hacen que cualquier usuario pueda por fin tener más opciones a la hora de reparar sus dispositivos. Y sin embargo...
No todo es de color de rosa
Los responsables de iFixit, cabezas visibles de ese movimiento por el derecho a reparar —uno con el que desde luego ellos sacan beneficio económico— celebraban la noticia diciendo que ahora somos todos unos genios (jugando con los 'Genius', la sección del servicio técnico en las tiendas Apple), pero también explicaban que esa noticia tenía un lado menos favorable.
Lo tiene, porque como explicaban, "Apple está modelando ese servicio de autorreparación siguiendo las líneas de su restrictivo programa Independent Repair Provider (IRP). Por el momento, el software de reparación de Apple no permite a un miembro del IRP que sustituya un componente roto con otro que se haya cogido de otro dispositivo Apple; es necesario escanear tanto el número de serie de la pieza de recambio comprada en Apple como del propio teléfono".
Eso es un problema porque impide por ejemplo que use "piezas del desguace", y eso parece favorecer el mercado de piezas de recambio de Apple, que previsiblemente —solo hay que echar un vistazo a algún que otro cable que venden en su tienda— no será especialmente asequible.
En iFixit de hecho destacaban cómo los miembros del programa IRP se habían quejado de que el precio de las piezas de recambio "no era competitivo con otros mercados de piezas de recambio".
En estos momentos una pantalla para el iPhone 12 le cuesta a esos miembros IRP 270 dólares (luego habría que sumar la mano de obra), que es justo lo que a un cliente le cuesta cambiar esa misma pantalla si su móvil no está en garantía. Total, que esos clientes no tienen incentivo para ir a un servicio técnico distinto, porque esa reparación les saldrá más barata en las tiendas de Apple.
Así pues, será interesante ver si esto acaba convirtiendo a Apple en dueña y señora del mercado de las piezas de repuesto. En iFixit apuntan a que eso podría pasar, y de hecho si controlan ese mercado "Apple puede decidir cuándo esos dispositivos son obsoletos". En Europa parece que lograrlo será más difícil —la nueva legislación obliga a 10 años de piezas de repuesto— pero ese requisito parece difícil de cumplir (en la práctica y financieramente) por parte de las empresas.
Ahora solo falta que tengamos productos más reparables (y expandibles)
Luego está por supuesto el otro problema: el de que tanto Apple como otras empresas hacen sus productos cada vez menos reparables y menos expandibles.
A esos fabricanes les gusta soldar todo en placa y hacer que solo algunos elementos puedan ser susceptibles de ser reemplazados. Si hay un problema que no esté en la pantalla, la cámara o batería, lo normal es que el servicio técnico oficial que tienes que cambiar la placa base: me ocurrió personalmente con mi Dell XPS 13 en una pesadilla de la que salí vivo pero que me dejó cicatrices en este debate.
Es muy probable que aquella mala experiencia me haya hecho especialmente sensible al movimiento de derecho a reparar: creo que cuando te compras un producto este es totalmente tuyo, y tienes derecho a disfrutarlo de la manera que te apetezca —mientras no hagas daño a nadie—. Puedes usarlo, tratar de repararlo, o pegarle una patada y quemarlo: has pagado por ese derecho.
Pero los fabricantes hacen que cada vez sea más difícil hacer algo así. Ciertamente puedes pegar una patada a tu iPhone o quemarlo —o triturarlo, una idea que se acabó convirtiendo en negocio—, pero lo que no podías era repararlo.
Con los portátiles la cosa ha ido a peor, y eso se nota especialmente en los nuevos y potentísimos MacBook Pro, que ahora tienen la memoria ya no soldada en placa, sino directamente integrada en el SoC. No hay manera humana de ampliarla, así que si vas a comprarte uno será mejor que pienses no en la RAM que necesitas hoy, sino en la que necesitarás el día de mañana.
Microsoft tampoco se anda con chiquitas en este sentido, y tampoco lo hacen otros muchos fabricantes que limitan las opciones de reparabilidad y de expansión aunque en los últimos tiempos hayamos visto algunos movimientos a favor de poder ampliar el almacenamiento —como en el Surface Laptop 4—e incluso la memoria.
Aquí todos esos fabricantes tienen un espejo en el que mirarse. O dos. El primero, el Fairphone que sigue siendo la máxima expresión de la reparabilidad en un móvil. El segundo, el Framework que hace lo propio en el mundo de los portátiles.
Ojalá los Apple y Microsoft del mundo aprendieran de ellos. Ójala todos lo hiciéramos. Hasta entonces, eso sí, tenemos aquí una pequeña victoria para los defensores del derecho a reparar. Menos da una piedra. O, en este caso, Apple.
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