Mucha gente nos ha preguntado si no iba a haber una Blackberry entre los terminales que marcaron la era pre-smartphone. Por supuesto, pero había que esperar porque RIM no lanzó su primer teléfono, la Blackberry 850, hasta 1999.
En realidad aquel dispositivo ni siquiera era un móvil sino un busca de forma horizontal con teclado completo y funciones avanzadas de correo electrónico y navegación WAP. Las primeros terminales de la canadiense que funcionaban como teléfono (la serie 5000) no lo tenían integrado, sino en manos libres por cable. Hubo que esperar a 2003 para dar con el formato actual, un dispsitivo con teclado y teléfono integrado que provocó, literalmente, adicción: la Blackberry 6210.
El formato de la Blackberry 6210 se ha mantenido muy similar hasta nuestros días. Era un terminal bastante ancho (113 × 75 × 20 milímetros) que integraba un teclado completo bajo una pantalla horizontal de 160 × 100 píxeles. Meses después, la serie 7000 sustituiría el LCD monocromo por una pantalla a color e introduciría la posibilidad de abrir archivos adjuntos.
Aparte de la comodidad de su teclado, la 6210 introdujo la rueda de scroll en el lateral, un botón que fue muy popular hasta la llegada del botón central de la saga Pearl y el actual trackpad táctil.
El secreto de su éxito
En 1999, RIM desarrolló, junto a Microsoft el BES o Blackberry Enterprise Server, un servicio que ha sido el pilar de su éxito durante años. En esencia, BES era un servidor que sincronizaba cuentas de correo corporativo con los terminales móviles, consiguiendo que cualquier e-mail entrante llegara también al dispositivo Blackberry, con acceso también a contactos y calendario.
El primer terminal en integrar este servicio fue la Blackberry 5790, pero no fue hasta la 6210 que no empezó a causar estragos entre los ejecutivos de medio mundo. La adicción de muchos a tener el correo siempre a mano les valió a los terminales de RIM el apodo de ‘Crackberries’.
La efectividad y seguridad de BES hizo que se adoptara en muchas empresas y sento las bases de cómo debía de funcionar un servicio de pago por acceso a internet en un momento en el que las compañías telefónicas seguían empecinadas en cobrar por tráfico a unos precios abusivos.
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