¿Qué móvil me compro por 200 euros? ¿Qué gama alta merece la pena? ¿Realmente compensa dejarse un dineral en un teléfono? Las preguntas más habituales en mi día a día tienen que ver con qué móvil comprar, apuntando directamente a modelos concretos.
En esta guía personal, quiero mostrarte cuáles son los puntos clave en los que me fijo a la hora de recomendar (o no) un teléfono. Aquellos imprescindibles para asegurarme de que el consejo será adecuado.
Que tenga más potencia de la que el usuario necesita. Todos, absolutamente todos los consumidores, necesitamos más potencia de la que realmente creemos. No para jugar, no para ejecutar múltiples aplicaciones a la vez, sino por cómo va a funcionar el teléfono mañana. Un gran ejemplo son los móviles de POCO.
Mi POCO F3 tiene ya dos años y funciona mejor que muchos gama media que he probado en 2023. ¿El motivo? Su Snapdragon 870, más potente que procesadores mid-range actuales. Comprar un móvil con el hardware justo es una condena. Casi irremediablemente empezará a funcionar lento en el corto plazo.
No sin soporte para Gcam. Hay otra pregunta que me suelen hacer sobre todo aquellos usuarios que quieren un móvil económico. "La cámara no es buena, ¿alguna configuración para mejorarla?". Otro de los puntos en los que me fijo a la hora de recomendar un teléfono es que tenga soporte para la Gcam.
Es tan fácil de instalar como enviarle por WhatsApp o Telegram el APK correspondiente al usuario, y la sorpresa es mayúscula al ver que su cámara ha cambiado por completo.
El histórico de errores de la ROM. Este es uno de los puntos que más me hacen no recomendar ciertos teléfonos que, si bien a priori parecen espectaculares en relación calidad-precio, han demostrado dar problemas y más problemas con el paso del tiempo.
No apuntaré a nombres concretos, pero antes de comprar un teléfono siempre consulto cómo han salido las versiones anteriores y cómo se comporta la ROM. Algunos teléfonos se actualizan durante muchos años, pero lo hacen a cambio de bugs y problemas serios de sistema operativo. Quizás es mejor plan tener un teléfono que solo se actualice 2 o 3 años, pero que no de mayores problemas.
La velocidad de sus memorias. Solemos fijarnos en que un teléfono tiene 64 o 128 GB de memoria interna, pero no en si es eMMC, UFS, etc. La velocidad de la memoria determina, incluso más que el procesador, los tiempos de apertura de las apps, tiempos de instalación en juegos pesados, agilidad del teléfono al mover archivos, etc.
Es un aspecto clave y muy desconocido por el público, pero determinante para el desempeño actual del teléfono y, sobre todo, para predecir cómo se comportará en el futuro.
El sensor de cámara. No los megapíxeles. La lógica marketiniana puede empujarnos a pensar que un móvil con cámara de 50 megapíxeles es peor que uno con 108 megapíxeles. Curiosamente, suele ocurrir todo lo contrario. Lo importante no es la resolución, sino el propio tamaño del sensor, calidad de las ópticas y demás.
Uno de los puntos en los que me fijo para intuir si la cámara será buena o no (aunque esto acaba dependiendo del procesado del fabricante), es el propio sensor de cámara que lleva. Por lo general, la apuesta por sensores Sony IMX de última generación siempre sale bien.
Imagen | Xataka
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