La transición del transporte pesado a una tecnología más limpia es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la Unión Europea. Según los organismos continentales, el 25% de los gases efecto invernadero del transporte por carretera están provocados por los camiones de mayor o menor tamaño. En la suma total, representan el 6% de todos los gases contaminantes de efecto invernadero registrados en Europa.
Debido a su enorme peso y a la dificultad para electrificar este tipo de vehículos, los objetivos de la Unión Europea parecen extremadamente ambiciosos. Los hitos más importantes pasan por conseguir una reducción de estos gases en los siguientes porcentajes:
- un 45 % a partir del 1 de enero de 2030.
- un 65 % a partir del 1 de enero de 2035.
- un 90 % a partir del 1 de enero de 2040.
Para alcanzar estos datos, la propia Unión Europea apuesta por los camiones eléctricos o el uso de hidrógeno, bien mediante la pila de combustible o la quema del mismo en los motores de combustión.
Pero todo esto es algo reciente. En 2016 el mundo era muy distinto y las baterías eléctricas para camiones se antojaban, aún, más complicadas de implementar que ahora. Por ello, en Siemens pensaron en una solución: poner catenarias a las carreteras.
Siete años después, el desastre se ha certificado.
Tecnología del pasado para el futuro
La idea de Siemens no era ni mucho menos nueva. Se trataba de adaptar algo muy conocido y probado como el trolebús al siglo XXI. En este tipo de vehículos, un autobús funciona con tecnología completamente eléctrica unido a una catenaria. Algo así como los vagones del metro pero sin la necesidad de crear unas vías férreas.
El plan de Siemens era sencillo: implementar una catenaria sobre el carril derecho de las autopistas. Unos autobuses híbridos podrían funcionar con la energía de la catenaria mientras estuviera conectado o, por el contrario, moverse con su motor diésel una vez fuera de ella. La inversión en la estructura para dotar al vehículo de energía eléctrica debería compensar con mucho el gasto en combustible y reducir las emisiones contaminantes.
Ese mismo mes de junio, Suecia abrió su primera carretera con este curioso sistema ya implementado. El proyecto resonó en Alemania, donde han estado probando sus ventajas. En 2019 abrieron su primera carretera eléctrica, compatible con camiones híbridos, eléctricos y movidos por pila de combsutible. Según sus cálculos, con sólo electrificar 4.000 kilómetros de carreteras se podrían ahorrar entre 10 y 12 millones de toneladas de CO2.
El proyecto piloto constaba de tres instalaciones diferentes, en puntos concretos del país. Continental y Siemens, quienes habían invertido en el proyecto, esperaban hacer pruebas a mayor escala en 2023. En Reino Unido comenzarían las primeras en 2024.
Ahora, los planes para electrificar las carreteras de Alemania parecen haber salido por los aires.
Aunque desde 2019 se viene avisando de que el sistema podría ser menos eficiente de lo esperado (entonces se hablaba de un ahorro del 10% en combustible), ahora la Universidad Técnica de Darmstadt han demostrado que la reducción de las emisiones se situaría entre el 16 y, como mucho, el 22% del CO2 emitido. Una diferencia con los camiones diésel que no compensaría seguir invirtiendo en la tecnología.
En las pruebas, además, se han reportado problemas de posicionamiento GPS de los camiones, desgaste excesivo de la infraestructura, aislantes defectuosos e, incluso, un accidente que obligó a detener las pruebas durante meses para reparar la infraestructura.
Para rematar la mala experiencia, algunas infraestructuras terminadas desde 2018 no han tenido camiones para ejecutar las pruebas pues el Ministerio Federal de Medio Ambiente dilató el pedido a Scania de los camiones prototipo y ha sido ahora cuando han terminado por entregarse todas las unidades.
Finalmente, 191 millones de euros después, la primera pista de pruebas de Alemania será desmantelada. El proyecto ha sido duramente criticado por el portavoz de Los Verdes alemanes: "por la suma que costaron los experimentos, se podrían haber comprado casi 2000 camiones diésel modernos de la última norma de emisiones".
Foto | Scania
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