La guerra comercial entre China y Estados Unidos está calentándose. Y, por el camino, el coche eléctrico ha pasado a jugar un papel de máxima relevancia. Ahora es el grafito, esencial en la producción de baterías, el que se ha convertido en la moneda de cambio con la que China quiere responder a Estados Unidos por la restricción en la venta de semiconductores.
En los últimos meses, mi compañero Juan Carlos López está explicando detalladamente toda la guerra comercial que Estados Unidos, Taiwan y Corea del Sur están librando contra Rusia, China y los países de su misma órbita y las consecuencias que está teniendo entre los mayores fabricantes de chips y equipos de litografía.
En los últimos días, la tensión ha ido en aumento. Estados Unidos quiere impedir que los grandes fabricantes vendan sus equipos de mayor rendimiento a países como China y Rusia, alegando motivos de seguridad, en un nuevo paquete sanciones que debería entrar en vigor el próximo 16 de noviembre.
La respuesta de China ha sido rápida y contundente: se cierra el grifo del grafito. Y, con él, la producción de coches eléctricos se tambalea.
El coche eléctrico es clave
Los últimos años han sido convulsos en el mundo de la automoción. El aumento desmedido de la carga tecnológica de los vehículos ha supuesto un aumento considerable de los precios pero, además, provocó situaciones de colapso durante la crisis de los microchips en los tiempos posteriores a la pandemia de Covid-19.
La situación disparó los tiempos de espera para recibir coches nuevos, se entregaron vehículos sin funciones disponibles prometiendo actualizaciones futuras y la oferta de automóviles ha cambiado por completo, optando por paquetes cerrados y reduciendo al máximo la personalización en buen aparte de las compañías.
En el coche eléctrico tampoco se han vivido buenos tiempos. La, todavía, baja producción de los modelos reduce las posibilidades de vender vehículos a menor precio y, con las materias primas disparadas en los últimos años, el control chino de la cadena de suministro ha sido decisiva para que sus fabricantes locales puedan producir vehículos a menor coste (entre otras ayudas por parte del Gobierno).
Esto les ha puesto en una situación de ventaja. Tanto que China es la mayor exportadora de automóviles del mundo y los fabricantes chinos de baterías dominan con mano de hierro la producción mundial.
Por eso el Gobierno chino ha apuntado a un mineral que es clave en la producción de coches eléctricos: el grafito. A partir de diciembre, como recogen en CNN Business, en China será necesario contar con un permiso de exportación del mineral si se quiere sacar del país. El país asiático domina su producción y procesamiento por lo que cerrar las puertas puede provocar, de nuevo, un aumento en los precios de las baterías y, con ellas, de los coches eléctricos.
Desde China recalcan que esta medida no es contraria a la exportación a un país en concreto pero los fabricantes de grafito sintético de alta pureza, alta dureza y alta intensidad y grafito de escamas naturales y sus productos tendrán que solicitar el visto bueno a la salidda de sus bienes que tiene en Estados Unidos, Japón y Corea del Sur a sus principales compradores.
En automoción, el grafito se utiliza en motores y frenos pero, en el caso de los coches eléctricos, el grafito es clave en la construcción del ánodo (el electrodo que se encuentra en el polo negativo de la pila) de la batería. El empleo de grafito cristalino es esencial, pues destaca a la hora de conducir la electricidad y en su capacidad para mantener inalterable el ánodo y, por tanto, alargar la vida útil de la batería.
Según Ivan Lam, analista senior de Counterpoint Research consultado por CNN, los precios del grafito subirán, se cierre el grifo por completo o sólo se interrumpa su suministro de una manera parcial. Alerta que el mercado ya estaba tocado pues Rusia, antes de la guerra con Ucrania, ya era uno de los mayores proveedores de este mineral.
Esta decisión es clave para tratar de seguir ganando adeptos a sus coches eléctricos. El Gobierno chino quiere que este tipo de automóvil sea una pieza clave en su economía. Para ello, ha mantenido las ayudas a la compra cuando se esperaba su retirada. Al mismo tiempo, Estados Unidos ha emprendido una batalla para atraer la producción de estos automóviles a su suelo, con amplias ayudas económicas.
En Europa, estamos viendo cómo algunos fabricantes están optando por abrir fábricas en Norteamérica, al tiempo que el coche eléctrico chino, mucho más barato que el europeo, está haciendo estragos con alguno de sus modelos. Por ello, ha decidido estudiar si implantará algún tipo de arancel contra los automóviles que provengan de China o cuyos fabricantes se hayan beneficiado de las ayudas del Estado.
Foto | Stellantis
Ver 24 comentarios