Los ataques a barcos en el Mar Rojo ya afectan a la industria del automóvil. Tesla ha anunciado que parará su fábrica de Berlín en repetidas ocasiones durante, al menos, las dos próximas semanas. De momento, Tesla es el único fabricante que ha anunciado problemas de suministro pero ya conocemos la fragilidad de la industria cuando las cosas se tuercen.
El Canal de Suez. El Canal de Suez es uno de los pasos marítimos clave en la logística. Cada año, unos 20.000 barcos utilizan este enclave para trasladar sus mercancías. La alternativa para llegar a Europa pasa por rodear África y eso supone entre 10 y 12 días más de travesía.
Por sus aguas cruzan todo tipo de mercancías. Se calcula que allí se maneja el 10% del comercio mundial y alrededor del 30% de los contenedores de todo el mundo. El petróleo es uno de los bienes que centra gran parte de las miradas, pues se calcula que el 13% de su comercio pasa por allí, pero taponar este estrecho afecta a todo tipo de mercancías.
El origen. El origen del colapso que empieza a sufrir el Canal de Suez se encuentra en los ataques hutíes a los barcos que pasan por allí. El primer caso de un ataque se dio a principios de noviembre. Entonces, los hutíes atacaron al mercante Galaxy Leader.
El ataque también sirvió de aviso: todo barco vinculado a Israel que se atreviera a pasar por el Canal correría la misma suerte. Los hutíes está, supuestamente, financiados por Irán y comenzaron este tipo de ataques como represalia a los ataques israelíes contra Hamás y Palestina, como respuesta a la incursión de Hamás en suelo israelí en octubre que dejó un reguero de asesinatos y secuestros.
Pero los ataques se han ido multiplicando, sembrando el miedo entre las navieras, quienes han empezado a abandonar la zona. Los hutíes han lanzado misiles y han llevado ataques con drones a barcos que, incluso, se dirigían a otros lugares, bloqueando en parte un paso clave para la logística del comercio mundial.
Tesla, la primera. Rodear todo África puede tener una consecuencia directa en el precio de los productos, pues los costes de envío serán mucho mayores. Pero también amenaza con dejar sin suministro a algunos fabricantes. Tesla ya se ha pronunciado. Según Reuters, la planta de Berlín verá interrumpida su producción repetidamente durante las dos próximas semanas.
De momento, desde la agencia no confirman cuáles son los componentes que le faltan a la compañía de Elon Musk para poder sacar adelante sus vehículos pero sí recalcan que sus paradas son las primeras en la industria pero que pueden no ser las últimas.
"Dependerse de tantos componentes clave de Asia, y específicamente de China, ha sido un punto débil potencial en la cadena de suministro de cualquier fabricante de automóviles. Tesla depende en gran medida de China para los componentes de la batería, que deben transportarse a Europa a través del Mar Rojo, lo que dificulta la producción, constantemente en riesgo", resume Sam Fiorani, vicepresidente de AutoForecast Solutions, a Reuters.
Geely, la segunda. El conglomerado chino Geely, propietaria de Volvo o Polestar, es otra automotriz que ya avisa de problemas en el suministro. En este caso apuntan a que las entregas de sus vehículos se van a retrasar pero su producción en China garantiza que, al menos, los vehículos están siendo fabricados.
Ikea, señalan en Reuters, también está alertando de que sus productos tardarán más en ser entregados. En ambos casos se trata de retrasos en la entrega y no en la producción pero la cadena de suministro parece pender, de nuevo, de un hilo. Michelin también anunció paros en España, como consecuencia de los ataques en el Mar Rojo.
La fragilidad de la cadena. La crisis de coronavirus y la Guerra de Ucrania ha demostrado sobradamente las debilidades de la cadena de suministro de la industria europea. En los últimos años, estos dos reveses llevaron a que los fabricantes anunciaran esperas de más de un año para la entrega de los vehículos.
Incluso, parte de la industria ha cambiado. Los fabricantes han optado en los últimos años por simplificar la producción de los automóviles. Renault, por ejemplo, ofrecía vehículos a entregar en poco más de un mes si se optaban por paquetes cerrados y se dejaba a un lado la personalización de los modelos.
Más dependientes. La industria del automóvil hace años que vive al borde del abismo. Si algo consiguió el Toyotismo fue rebajar sus precios pero a costa de aumentar los riesgos de desabastecimiento. Limitar el stock de piezas en el almacén confiando en un suministro constante y regular de componentes. Todas las ventajas, eso sí, se esfuman surge algún problema sin solución inmediata.
Pero, además, el enorme aumento de tecnología en los vehículos ha obligado a que el volumen de proveedores aumente, aumentando los riesgos de que alguna empresa no cumpla. A esto se suma una búsqueda desesperada por conseguir los componentes al menor precio. Y ello puede repercutir en un desabastecimiento si, por ejemplo, se confía en un solo país para suministrar mazos de cables por ahorrarse unos pocos euros en cada lote.
Un mal momento. De momento, Tesla ha sido el primer fabricantes de automóviles que ha anunciado paros en su producción. La noticia llega en mal momento tanto para Tesla como para el resto de la industria.
Para Tesla porque, con la retirada de ayudas en Alemania, podía apretar a otros fabricantes con su Tesla Model Y, su modelo más vendido que, precisamente, se fabrica en Berlín. Pero también puede ser un problema para el resto de la industria si se generalizan las paradas en las fábricas, justo ahora que los expertos están anunciando un enfriamiento en los crecimientos de venta de vehículos eléctricos.
Foto | Tesla
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