¿Recuerdan aquella metáfora del cascarón de huevo que sugiere separar la vida del autor de su obra? Si bien con algunos nombres es imposible, porque la adulación choca frontalmente con un desprecio manifiesto, frente a Ursula K. Le Guin más bien sucede al contrario: cuanto más la “conoces” —entiéndase como un reconocimiento de seguidor, donde intimas a través de una empatía velada—, más la admiras.
Y es que Le Guin no fue una gran escritora de ciencia ficción, fue una gran escritora. Lo suficiente humilde para reconocer errores, lo bastante talentosa para aprender de ellos y elevarse. Su carrera literaria es casi como escalar una montaña. Crece contigo: será tu lectura de verano con 11 años, en noches estrelladas de campamento. Lo será cuando vayas en el metro camino a tu primer curro. Lo será tras dejar a tu pequeño en la guardería y cuando tus hijos solo te visiten cada tres meses, y pases más tiempo pensando en tu país que en tu familia.
Su pérdida nos dejó 23 novelas, medio centenar de relatos y cuentos infantiles, una buena colección de poemas, guiones, ensayos, críticas y charlas donde descubrir a una de las autoras más relevantes del siglo XX. Así bien, hablemos un poco de ella. Y, como bonus track, contamos con la perspectiva extra de Vicky Hidalgo Bayo, su editora para Minotauro, hogar de Ursula en castellano.
Un comienzo tibio
Algunos escritores revelan la obra de sus vidas en el debut, su one-hit wonder. Otros tenderán a repetir una fórmula. Ursula comenzó escribiendo sobre su saga Orsinia, poemas y relatos cortos, reciclando fórmulas y arquetipos. Y poco a poco fue despojándose de ellos para sustituirlos por experimentos propios. Experimentos que exploró hasta las últimas consecuencias.
Sus comienzos datan de 1947, aunque no publicaría hasta 1959, para la revista de Radcliffe. Entretanto, el rechazo de decenas de editores. Mientras, ella siguió trabajando religiosamente, metódicamente.
En aquellos años, ya se sabe, el género de la ciencia ficción malvivió a los prejuicios. Las revistas pulp donde maestros como Lovecraft entregaron su obra son ahora cotizados objetos. El maltrato de la crítica, la marginación y las mercaderías infantilizadas dieron paso a una revalorización literaria. La ficción imaginativa solo es un enfoque creativo para abordar los mismos temas, al fin y al cabo.
Este es el primer punto de contacto con Terramar, un archipiélago donde el joven Gavilán viajará descubriendo sus habilidades mágicas. Un héroe de profecía que debe cultivar su poder —‘Harry Potter’ no existiría sin Terramar— pero que se desvía a mitad del camino. La novela es aún hoy el punto de contacto más popular con la escritora. Sin embargo, solo es un episodio piloto en una de esas series que desvela su verdadera dimensión a partir de la segunda mitad de la temporada.
No en vano, las lecturas contemporáneas señalan que la primera trilogía de Terramar peca de cierta inmadurez, cargando sobre los hombros demasiados vicios de su formación. Esta es la razón por la cual entre ‘La costa más lejana’, el cierre de su primera trilogía de Terramar y, ‘Tehanu’, la primera de su segunda trilogía, pasan 18 años.
Dieciocho años de experiencias, vivencias familiares, revoluciones sociales y culturales que ella necesitó para estar preparada y continuar. Por eso es tan importante leer la saga al completo, y así ver qué fuimos, qué somos, y qué seremos si queremos serlo. Aunque ya volveremos a esto.
El gobierno de Ekumen
Si bien Ursula comenzó su primer ciclo literario con la saga de Orsinia, es en Ekumen (o Ciclo Hainish) donde manifiesta algunos de los temas fundamentales por los que se la conoce: el desarrollo moral, valorarse y enfrentarse a sí mismo, o simplemente aceptarse, con variopintos telones de fondo en los que afloran sagaces críticas al imperialismo moderno o a la identidad de género.
La ciencia ficción de Ursula no es escapista, porque enfrenta la realidad de su fantasía. Su padre, el antropólogo Alfred Kroeber, daba nombre a las cosas que desconocía. Y ella hizo lo mismo. Todo Ekumen se divide en siete novelas y varias colecciones de cuentos agrupadas en ‘El cumpleaños del mundo y otros relatos’, ‘Las doce moradas del viento’ y ‘Un pescador del mar interior’. Miles de nombres donde el tiempo, las estaciones o las reglas de la física adquieren nomenclaturas y significantes renovados.
El primer arranque parece fácil: una raza, los hainitas, desarrollan modificaciones genéticas para vivir en diversos planetas. Ekumen es su más alto logro, un consorcio pacífico de mundos, un mecanismo para enviar emisarios a cualquier parte del universo y que sobrevivan, que no sean tomados como rehenes ni moneda de cambio. Una versión antropológica y pangaláctica del cosmos donde los conflictos no se traducen en guerras, sino en severos problemas de incomunicación y soledad que deben ser superados en colaboración.
Políticos como John Adams, segundo presidente de los EEUU, creía en la paz y su mayor logro, pese a firmar la creación de La Marina, fue evitar una guerra con una Francia pre-revolucionaria y un Imperio Británico aún enfadado por la emancipación estadounidense. Y esto sucedió mientras la “marea blanca” arrebató a los indios nativos su identidad, hasta extinguirlos.
El Ciclo Hainish parte de un deseo similar y va profundizando en sus posibles variables sociales y políticas. Si en ‘El mundo de Rocannon’ (1966) su mirada antropológica es esencialmente teórica, en ‘Planeta de exilio’ (1966) se desarrollan vínculos entre colonizadores y nativos y se recala en las consecuencias prácticas.
Una evolución que estalla con ‘La mano izquierda de la oscuridad’ (1969), un salto hacia una nueva sociedad sin roles de género: los habitantes de Gueden son una raza andrógina que alternan su sexo una vez al mes, sin poder elegir. A cambio podrán disfrutar de una libertad única: engendrar, parir, relacionarse desde ambos géneros. Un estallido en la consciencia de nuestra evolución social —que en absoluto fue tomada como algo revolucionario—.
La novela se centra en Genly y Estraven, el enviado y el nativo, quienes tendrán que convivir huyendo, durante kilómetros y kilómetros de glaciar, aislados, vertebrando una cooperación y relación humana más allá del género. Al fin y al cabo, nuestro cosmos es mucho más de lo que pensamos, en permanente cambio, en movimiento perpetuo. Lo que aquí entendemos como una monstruosidad en otro planeta podría considerarse la normalidad más admitida.
Y su éxito entre los lectores jóvenes fue radical. Le Guin pasó del ostracismo al podio internacional. Sin embargo, también le afearon el uso de pronombres neutros masculinos, su escaso compromiso con ciertos colectivos en plena Segunda Ola Feminista. «No has ido lo bastante lejos», como dirían en el documental de Arwen Curry ‘Los mundos de Ursula K. Le Guin’. Era cierto.
Si las hermanas Wachowski tardaron más de diez años en reconocer que su trilogía matrixiana era una alegoría a la transición de género, no fue por falta de arrojo, sino por el punto de vista cerrado y la actitud conservadora y patriarcal que decide qué proyectos se financian y cuáles no. Revistieron un mensaje revolucionario bajo el mito clásico del cristianismo (trinidad, elegido, mundo cíclico).
Ursula K Le Guin también tardó en darse cuenta que podía expandir sus ideas, madurarlas hacia otra dirección, evolucionar su mirada. De lo binario hacia la pansexualidad y de ahí hacia su evolución misma no como mujer sino como ser humano. Y de ‘La mano’, pasamos a su magnum opus, ‘Los desposeídos’.
Una mirada a Los Desposeídos
Le Guin pasó del verano al otoño, de obras más juveniles a 'La rueda celeste' (1971), elegíaca y crepuscular. Durante un tiempo llevó la coletilla de ‘Una Utopía Ambigua’, casi como una disculpa. Ganadora del Nebula de 1974, Hugo de 1975, Locus del 75 y Hall of Fame del Prometheus Award en 1993, ‘Los Desposeídos’ es un punto de no retorno —y su obra favorita, por cierto—.
La trama dice así: un puñado de anarquistas huyen de Urras y se alojan en su luna, Anarres, para construir un mundo ideal. Sale mal: la utopía choca frontalmente con un grupo que sigue arrastrando defectos inherentes en la raza. Pese a erradicar el uso del posesivo en el lenguaje, eso no significa que desaparezca la sensación de propiedad. Por su parte, los habitantes de Urras consideran a Anarres poco más que un asentamiento minero que explotan a placer.
‘Los Desposeídos’ es un prodigio literario, una lectura ágil y cómoda donde enfrenta distintas capas de sumisión, esclavitud y control, y donde el patriotismo de ‘La Mano’ se sustituye por una total ausencia de pertenencia. Por suerte, ‘Los Desposeídos’ no es ni mucho menos su última gran obra. Y al fondo del cajón, ‘Tehanu’ esa obra que se resistía a ser escrita.
Profeta en su Terramar
Y es a partir de aquí donde su creatividad se dispara y comienza a vivir un apogeo creativo. Escribir ‘Tehanu’, cuarto libro de Terramar, supone desatascar y desvelar algunas de sus dudas a través de nuevas preguntas. ¿La magia como privilegio masculino? Un cambio de perspectiva terrenal, un desarrollo desde un punto de vista humanista y una declaración sobre el poder (degradado). No podemos contarte más sin soltar spoilers.
Aquello le proporcionó el impulso suficiente para seguir evolucionando personajes y haciendo crecer el archipiélago de ideas sobre ‘Cuentos de Terramar’ (1999), la novela ‘En el otro viento’ (2001) y la citada recopilación ‘Las doce moradas del viento’ (2001). También retomaría sus sagas de Orsinia y Algatos.
Y después vendría ‘Cuatro caminos hacia el perdón’ (un magnífico conjunto de relatos interconectados), ‘El cumpleaños del mundo’ (compilación que hereda del relato corto homónimo su nombre) o ‘Lavinia’ (novela individual), la cual será publicada en una nueva edición de Minotauro el próximo 10 de febrero, bajo la traducción de Manuel Mata Álvarez-Santullano.
K. Le Guin de la mano de su Editora Jefe
Celosa del proceso literario y comprometida con sus personajes, sus talleres de lectura suelen transformarse en ágoras que debaten sobre los poderes coercitivos, la religiosidad, la maternidad y el distanciamiento. Ya en las últimas conferencias que dio entre 2014 y 2018 adelantó que se avecinaba un oscuro cambio social.
La mirada de Ursula K. Le Guin parece adelantada a su tiempo. Los temas capitales que definen su estilo son nuestro tema de conversación diario —y aún queda mucho por medrar, solo hace falta echar un ojo a algunos de los casi 200 comentarios que pueblan este artículo—. Por ello hemos querido preguntar por qué apostar por Ursula K. Le Guin. Vicky Hidalgo Bayo, Editora Jefe de Minotauro, nos responde:
Hay muchas razones por las que Ursula K. Le Guin es una escritora a reivindicar y por las que su obra necesita ser recuperada y leída (y releída). En primer lugar porque es una escritora completa, en el sentido de que en su obra hay una profunda reflexión sobre la literatura y por ello es tan interesante también su trabajo como ensayista. Le Guin reflexiona sobre temas como la literatura fantástica, de la que siempre fue una gran defensora, o hace una crítica siempre afilada y divertida, sobre la literatura en general o los procesos de escritura. Hizo una gran labor para dignificar la literatura fantástica y dotarla de un profundo humanismo: para ella la ficción, sobre todo la fantástica por su capacidad de ser universal y atemporal, era una de las mejores maneras, además de la experiencia, de entender a la gente distinta de uno.
Este espíritu antropológico de comprender al otro lo podemos ver en sus grandes obras de ciencia ficción, como La mano izquierda de la oscuridad o Los desposeídos, pero también en el Ciclo de Terramar. Además, su obra es profundamente feminista y ecologista, aspectos que hoy más que nunca necesitamos poner en valor. Creemos que ediciones como la de Terramar ayudan a que nuevo público, las nuevas generaciones, descubran y se acerquen a su obra.
En Minotauro creemos que es muy necesario reivindicar a Ursula K. Le Guin como una de las escritoras más influyentes del siglo XX, no solo de la literatura fantástica, sino de toda la literatura. Y no se nos ocurre mejor manera de hacerlo que publicando su obra, así que estamos trabajando en esa línea y podremos dar muy buenas noticias a lo largo de 2021, respecto al Ciclo de Hainish y a los Anales de la Costa Occidental, pero también a otra parte de su obra.
Imágenes | Wikipedia (portada de Marian Wood Kolish para The Lathe of Heaven, Scribner, bajo licencia CC BY-SA 2.0 | imagen de Gorthian bajo licencia CC BY-SA 3.0), Planeta de Libros, foto de archivo familiar.
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