Solo nos faltó que Steve Jobs estuviera por allí con alguno de sus "Boom". El anuncio de la cuarta gran transición tecnológica de Apple en sus Mac (PowerPC, Mac OS X, Intel y ahora chips de Apple con arquitectura ARM) llevaba meses (incluso años) esperándose, y la firma anunció ayer el inicio de esa nueva era.
Las implicaciones son enormes, pero probablemente no son tan claras a corto plazo. Todo está pensado para que los usuarios prácticamente ni se enteren del cambio, pero mientras tanto en Apple se fragua un futuro en el que por fin podrán controlar de forma mucho más notable los ciclos de producto de sus Mac como ya lo hacían con sus iPhone o sus iPad. ¿Serán realmente esos Mac tan potentes como los actuales? ¿Ofrecerán autonomías de batería alucinantes? Todo son incógnitas por ahora, pero las expectativas son muchas para un cambio generacional que ni Microsoft con su Windows 10 han logrado llevar a cabo con éxito.
Apple ya gana a los Snapdragon y Kirin, ¿podrá ganar a las CPUs de Intel y AMD?
Apple lleva una década desarrollando procesadores móviles. Sus Apple A4 comenzaron a sentar las bases de esa Apple que de repente se convertía en fabricante de semiconductores y que año tras año iba logrando más y más avances respecto a sus competidores.
Todos partían de la misma base y la misma arquitectura ARM, pero en los últimos años los SoC de Apple han ido aventajando cada vez más a los Snapdragon, Kirin o Exynos con los que Qualcomm, Huawei o Samsung trataban de competir.
Las pruebas de rendimiento de hecho iban confirmando desde hace tiempo algo asombroso: el rendimiento de algunos de los últimos procesadores Apple AXX era comparable o superior al que ofrecían chips de Intel para los MacBook de la propia Apple. Ya en 2016 los Apple A10 estaban al nivel de los procesadores usados en los MacBook Pro de mediados de 2015 en rendimiento mononúcleo, aunque "perdían" en multinúcleo.
La historia se repetía año tras año, y Apple iba demostrando cómo un MacBook ARM parecía más factible que nunca. Si podía hacer eso con procesadores tan limitados por el consumo, ¿qué no podrían hacer si disfrutaban de más margen de maniobra?
Eso es precisamente lo que comenzaremos a ver cuando aparezcan esos primeros Mac a finales de año. Apple no ha especificado cuáles serán los primeros equipos que estarán dotados de estos procesadores, pero los rumores apuntan a los iMac y a los MacBook Pro, lo que dejaría claro que en Apple no se quieren andar con chiquitas. No parece que vayan a empezar por un MacBook, no: van a ir a equipos con la promesa de una potencia destacable.
¿Qué podemos esperar en esos equipos? Lo cierto es que las expectativas son muchas. En AnandTech ya indicaban en octubre de 2018 cómo los Apple A12 estaban logrando alcanzar niveles de procesadores no ya para portátiles, sino para PCs de sobremesa, y varios analistas han elaborado gráficas en las que por ejemplo en rendimiento mononúcleo ese rendimiento es sobresaliente.
Las pruebas SPEC2006 daban resultados sorprendentes, dejando atrás a toda la competencia (en aquel momento, los Snapdragon 845 e incluso los Exynos 9810 forzados) y acercándose a niveles que ya no eran propios de un SoC para un smartphone, sino de una CPU para un equipo de sobremesa.
Los responsables de aquel análisis calificaban esos procesadores de verdaderas "bestias" y explicaban que "las CPUs de Apple tienen tal rendimiento ahora mismo que están a un margen mínimo de diferencia de las mejores CPUs de sobremesa". Si hablaban de aquello hace tanto y lo hacían para un micro móvil, poder ir a más con CPUs que puedan consumir más (y por tanto, ser más potentes) sin comprometer la eficiencia demasiado es desde luego llamativo.
Los resultados volvían a repetirse con el Apple A13 Lightning que la firma ha integrado en los iPhone 11 (y el iPhone SE), y allí no solo se indicaba que el rendimiento y la eficiencia habían sido aún más destacables, sino que había sorpresas especiales en la GPU del Apple A13.
Todo ello hace pensar que Apple podría tener procesadores ARM realmente destacables en sus equipos de sobremesa y portátiles. Chips que en principio no parece que vayan a tener ningún problema para ofrecer una gran experiencia de usuario y que también plantean una autonomía prometedora.
Johny Srouji, el máximo responsable de la división de diseño de estos procesadores, explicaba ayer en una diapositiva cómo a la hora de afrontar estos diseños había que buscar un equilibrio entre rendimiento y consumo de energía.
Mientras que los portátiles y sobremesa "convencionales" —esos cuadrados de la gráfica— se perfilaban claramente en un eje u otro, los "Mac con Silicio de Apple" lograban igual o superar el rendimiento de los sobremesa y también ir por debajo del consumo de los portátiles convencionales. No hay benchmarks ni datos públicos así que es imposible estimar qué ventajas pueden ofrecer esos iMac y MacBook basados en los chips ARM de Apple, pero lo cierto es que la firma parece capaz de dar alguna muchas sorpresas al respecto a pesar de que hay muchos descreídos que piensan que esos equipos no van a ser tan potentes en redes sociales.
El impacto en Intel tampoco es para tanto (¿pero qué pasa con las gráficas de AMD?)
El adiós a Intel es consecuencia evidente de esta decisión. No será una despedida inmediata, ya que Tim Cook aseguró que los actuales equipos basados en procesadores de Intel seguirán estando soportados durante años (sin especificar cuántos). Eso significa que las futuras ediciones de macOS estarán disponibles en ambas arquitecturas.
Es más: Cook aseguró que tenían en desarrollo algún que otro equipo más basado en procesadores de Intel, y los rumores apuntan a que esos futuros iMac con chips de Apple también podrían tener versión basada en Intel. La transición, afirmaba el actual CEO, se completará en los próximos dos años, lo que supone que teóricamente en junio de 2022 dejarán de venderse Mac basados en Intel y en la arquitectura x86.
El varapalo para Intel no parece especialmente destacable. El conocido Jean-Louis Gassée —ex-ingeniero de Apple y creador de BeOS— explicaba en su blog cómo para esta firma la despedida no supone un gran impacto.
En Estados Unidos la cuota de mercado de los Mac ronda el 12% según Statista (baja al 7% a nivel global según consultoras como Gartner), pero es que además los márgenes operativos (36% vs 50%) y el crecimiento (14% vs 43%) de sus chips de sobremesa y portátiles palidece ante sus chips para servidores: Intel ha dejado un poco de lado ese mercado para centrarse en el jugoso nicho de los servidores y la gran empresa. Ahí es donde (ahora mismo) está la pasta para esta empresa.
No parece por tanto que Intel vaya a sufrir especialmente por perder esa parte de su negocio, pero hay una duda especialmente relevante en esa transición a chips ARM por parte de Apple: ¿qué pasa con las gráficas dedicadas de AMD? Estos procesadores gráficos se utilizan en varios de sus iMac, Mac Pro y MacBook Pro, y que se sepa Apple no está planteando alternativas aquí.
Sí que hubo un pequeño guiño a esta faceta cuando Srouji habló de cómo los SoC de Apple ofrecían varias ventajas, y entre ellas estaba la de su "GPU de alto rendimiento". Comparar una GPU integrada con las GPUs dedicadas de los equipos mencionados es muy distinto a hacer la comparación entre SoCs de Intel y de Apple, y aquí hay dudas importantes sobre las que de momento Apple no ha hecho apenas mención.
Es cierto que algunas tareas complejas a nivel gráfico como la edición de vídeo parecen no plantear demasiados problemas en los modernos iPad Pro, por ejemplo, pero sigue habiendo cierto nivel de requisitos que ciertos usuarios exigen —lo hacen desde luego los usuarios de los Mac Pro— y que parece inasumible acometer con un SoC ARM de Apple sin más.
Será interesante ver cómo mueve ficha Apple en ese sentido. ¿Estará trabajando en algún tipo de chip gráfico dedicado? ¿Tienen los Mac Pro fecha de caducidad? Imposible saberlo a estas alturas.
El software y la importancia de que los usuarios no noten nada
En Apple destacaron de forma especial la relevancia de la experiencia de usuario: éste no debería enterarse de nada, no debería siquiera importarle si tiene un Mac basado en Intel o en chips ARM de Apple. Para él todo debería funcionar como lo hacía antes.
No lo hará de forma ideal en todos los casos desde el principio, pero en Apple ya plantearon una transición así en 2005 con el cambio de PowerPC a Intel, y ahora afrontan una transición análoga. Lo hacen con cuatro enfoques distintos pero complementarios:
- Universal 2: gracias a Xcode los desarrolladores podrán recompilar sus aplicaciones para que funcionen de forma nativa e indistinta tanto en los futuros Mac (iMac, MacBook, etc) basados en chips ARM de Apple como en los actuales (y futuros) Mac basados en Intel.
- Rosetta 2: la capa de traducción que ya se usó en 2005 vuelve ahora con fuerza y el mismo propósito. Permite ejecutar directamente aplicaciones compiladas para Mac basados en Intel en equipos Mac basados en chips ARM de Apple. La traducción se hace en tiempo real (incluso cuando hay código Java o JavaScript implicado) y según Apple el rendimiento no parece salir demasiado perjudicado. Imposible saber cuál es el decremento en ese rendimiento por el momento, pero será muy interesante ver cómo se comportan aplicaciones "legacy" en equipos Mac ARM.
- Virtualización: para ciertos entornos también se aportan soluciones de virtualización que por ejemplo permitirán correr instancias completas de Linux en las que desarrolladores y usuarios puedan manejar este tipo de plataformas. De nuevo el rendimiento que se logrará al respecto es una incógnita, y aquí veremos si los esfuerzos que Intel ha hecho durante años en la inclusión de extensiones de virtualización logra ser equiparado o incluso superado por Apple. Más incógnitas.
- Apps de iOS y iPadOS nativas: a todo el software disponible en macOS se le sumará el software que existe en iOS y iPadOS, y que se ejecutará de forma totalmente nativa en estos nuevos equipos basados en chips ARM de Apple. Aquí vuelven las dudas: ¿tendremos una App Store conjunta, o Apple diferenciará entre aplicaciones de iOS/iPadOS y las que son de macOS? ¿Serán adaptables las de iOS/iPadOS el tamaño de pantalla de los Mac ARM? Más aún: ¿qué pasa con esas aplicaciones cuando fueron diseñadas para controlarlas con interfaz táctil?
Es probable que Apple ya haya preparado el camino para responder a muchas de esas incógnitas, pero las transiciones son duras y es también probable que haya diversos conflictos en esa experiencia de usuario. Es imposible preverlo todo, y aquí de nuevo será interesante comprobar cuál es la capacidad de reacción de Apple, que desde luego resolvió de forma notable su anterior transición. No será fácil resolver esta segunda, sin duda.
Boot Camp, Microsoft con ARM y Hackintosh ante el futuro
A estas dudas e incógnitas se les suman otras en el terreno software. La primera es la de Boot Camp, una solución que ha permitido que durante años los usuarios de los Mac puedan usar Windows de forma oficial en ellos sin problemas. A priori no parece sencillo proporcionar algo así en los Mac ARM, pero puede que con el tiempo Apple también aclare qué ocurre en este ámbito.
Aquí resulta inevitable hablar de Microsoft y de cómo durante años ha intentado lograr que Windows y sus aplicaciones puedan funcionar sin problemas en chips ARM. Los intentos vienen de lejos, y tuvimos por ejemplo un primer fracaso con aquellos Surface RT.
Microsoft ha vuelto a intentarlo con fuerza gracias a la versión de Windows 10 para ARM que superaba muchas de las barreras de aquel intento original. Han aparecido ya varios equipos como el HP ENVY x2 o el llamativo Surface Pro X, pero como decíamos entonces, aunque el hardware parece preparado, el software de Microsoft aún sigue sin estar fino. ARM, eso sí, sigue apoyando ese tipo de transición.
La situación aquí es muy distinta para Microsoft y para Apple. Esta último lo apuesta todo a ARM, mientras que Microsoft lo tiene más como un plan B que otra cosa desde hace años. Las necesidades y las ambiciones son totalmente diferentes, y eso ha marcado el camino en una y otra plataforma.
Otra de las consecuencias destacables del salto a los Mac basados en "Silicio de Apple" (es decir, a chips de Apple con arquitectura ARM) es la que afecta a los equipos Hackintosh. Durante años los usuarios han podido crear clónicos de los Mac y han podido utilizar macOS, pero el futuro de estos proyectos parece ahora complicado.
Es cierto que Apple ha asegurado que seguirá soportando sus Mac basados en Intel durante años, y eso parece garantizar que durante todo ese tiempo también será posible seguir montando y disfrutando de equipos Hackintosh. Mientras el soporte oficial de Apple a equipos basados en micros Intel continúe, parece factible que el mundo Hackintosh no vea impacto alguno.
El problema es cuando deje de hacerlo: no será posible replicar configuraciones hardware como hasta ahora, puesto que los SoC ARM que Apple utilizará en los futuros Mac solo podrán encontrarse en esos Mac. Es difícil saber si habrá alguna forma de adaptar futuras versiones de macOS que solo están disponibles en ARM a equipos Hackintosh basados en micros de Intel o AMD (x86), pero no parece que sea una opción sencilla.
Primero en PCs y portátiles, pero... ¿qué hay de ARM en servidores?
Otro de los potenciales apartados en los que impactará este salto generacional de Apple es en el ámbito de los servidores. Durante años hemos visto cómo ha habido algunos intentos por llevar este tipo de arquitectura a los servidores, aunque los resultados han sido desiguales.
Ha habido no obstante resultados llamativos. Lo demuestra el superordenador más potente del mundo en la actualidad según la lista TOP500. Fugaku, instalado en Japón, está basado en procesadores ARM y se ha convertido en el primero de su clase en lograr esa clasificación histórica, algo que desde luego demuestra que es posible aprovechar esta arquitectura en ámbitos de alto rendimiento y disponibilidad.
El conocido analista Ben Thompson, autor de Stratechery, analizaba ese potencial futuro de ARM en servidores tras el salto generacional de Apple, y recordaba cómo por ejemplo Linus Torvalds no parecía ser optimista al respecto.
Puede que este movimiento de Apple consiga atraer a los desarrolladores y hacer que muchos proyectos ahora muy pulidos para arquitecturas x86 —mayoritarias en servidores— acaben adaptándose a la arquitectura ARM.
La conclusión última para Apple es única: control
Lo cierto es que las ramificaciones de este salto generacional son enormes, pero para Apple solo hay un argumento para dar ese salto: control.
La empresa ha dado pasos evidentes a lo largo de su historia para controlar su ecosistema al máximo, y esta es una nueva prueba de ello. La idea es aplicar el mismo principio que ya sostenía su negocio de dispositivos móviles y llevarlo a sus Mac.
Eso es lo que le permite el salto a los Mac basados en chips ARM. No más dependencia de Intel, a la que tenía que "esperar" para renovar sus gamas (si es que lo hacía) y que también marcaba de forma parcial su política de precios.
Con sus futuros Mac Apple controla totalmente ese ciclo de producción y renovación de gamas de sus equipos portátiles y de sobremesa, y podrá afrontar quizás nuevos formatos. Y por supuesto, podrá controlar totalmente la política de precios, que establecerá sin depender de lo que puedan costar los procesadores de Intel.
Es imposible saber si eso hará que los Mac de Apple sean mucho más caros o más baratos (parece improbable) de lo que son sus equivalentes hoy en día, pero lo que sí es probable es que el margen de beneficio mejore de forma notable para la firma de Cupertino.
No solo eso: Apple puede hacer un SoC totalmente diferente para cada tipo de máquina y cada tipo de propósito y añadir módulos a ese chip que se ajusten a ciertas tareas que la empresa considere imporantes.
Ayer se nos habló de su Neural Engine para el ámbito de la inteligencia artificial, pero también tenemos un buen ejemplo en los chips Apple T2 centrados en seguridad y biometría —además de otras cosas algo más discutibles— y aquí las posibilidades para Apple también son muy amplias.
Es fácil pensar en futuros MacBook con conectividad 5G integrada, por ejemplo, pero también en equipos que favorezcan ciertos ámbitos como ese trabajo con el ámbito de la inteligencia artificial o con chips dedicados para mejorar áreas como el almacenamiento —algo como lo que ha hecho Sony con la PS5, quizás— o con la decompresión por hardware de ciertos códecs de vídeo, por ejemplo. Las opciones, insistimos, son amplias.
Sin olvidar, por supuesto, que el salto a chips ARM le da a Apple la misma capacidad de pulir su software para que aproveche al máximo su hardware, algo que ha sido clave en sus iPhone para convertirlos en lo que son y que ahora pueden llevar también a sus Mac. Esa integración de ambos elementos siempre le ha dado cierta ventaja competitiva a la firma en móviles, y puede que ahora suceda lo mismo en sus Mac.
El control lo es todo. Y para Apple, más.
Imagen | Unsplash
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