Realidad Virtual, aumentada, metaverso. Parece que, más pronto que tarde, las tecnologías del futuro mirarán hacia esa dirección, pero llevamos jugueteando con este tipo de experimentos desde hace más de 20 años. Las Sony Glasstron son las tatarabuelas de las PlayStation VR.
Unas gafas pensadas por y para jugar, que acabaron en el olvido pese a su peculiar concepto. Así era esta "realidad virtual" de Sony que no tuvo continuidad alguna, pero que puedes comprar a día de hoy.
Sony ya quería realidad "virtual" para juegos en 1996
Las Sony Glasstron era una familia de, literalmente, dos pantallas LCD pegadas a un soporte de cabeza. Un concepto similar a las Google Cardboard, aunque más primitivo. Se lanzaron un total de cinco modelos: PLM-50, PLM-A35, PLM-A55, PLM-100 y PLM-S700.
El modelo más avanzado, el S700, tenía soporte para salida VGA, al contrario que los modelos más básicos. Uno de los más "populares", por tener un precio de "solo" unos 500 dólares (los más caros superaban los 2.000 y tenían una fabricación de tan solo 500 unidades).
Su diseño era de lo más rocambolesco. Venían con auriculares para transmitir el sonido, las propias gafas, y una caja bastante aparatosa donde se introducía la batería. Desde la misma, podíamos controlar el volumen y brillo de las mismas.
Su funcionamiento era el clásico en la realidad virtual más básica (aunque, técnicamente, estaba más cerca de la realidad aumentada). Mediante visión binocular el cerebro interpretaba las dos imágenes (una por cada pantalla LCD) como una sola, y el objetivo era simular la proyección de un panel de 52 pulgadas desde las propias gafas.
Para funcionar, tenían que conectarse a un monitor, por lo que los contenidos dependían de lo que reprodujésemos en el mismo. Podíamos jugar a a consolas con las gafas conectadas, o podíamos ver vídeos.
Las Glasstron acabaron en el olvido y no tuvieron vida más allá de 1998, sobreviviendo como un dispositivo que aún se puede encontrar en portales como eBay a precios no demasiado descabellados.
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