La "reina de los cielos", el icónico Boeing 747, empezó a decir adiós hace unos días. El último avión de este modelo salió de la línea de producción el pasado 7 de diciembre, y planteaba así una pregunta evidente: ¿cuál será su sustituto?
La NASA entra en acción. La agencia aeroespacial estadounidense ha creado el proyecto Sustainable Flight Demonstrator, precisamente dirigido a plantear ese sucesor al 747. El contrato para desarrollarlo ha sido concedido a Boeing, que tratará de crear una nueva generación de aviones comerciales con un objetivo muy claro: ser especialmente eficientes. La empresa está trabajando duro para tratar de dejar atrás los muchos escándalos generados por el 737 MAX.
Parece un planeador. El aspecto de ese nuevo avión comercial es muy peculiar, y de hecho Boeing ya lo tenía en marcha desde 2019. En este concepto se hace uso de unas alas extremadamente largas y sorprendentemente delgadas para las dimensiones de estos aviones, que serían más pequeños que los 747.
Unas alas diferentes a todo lo conocido. Para afianzar esa estructura las alas están "sujetas" por una estructura muy peculiar que hace que dos "brazos" aparezcan de la parte inferior de la cabina de pasajeros, a la altura de la bodega, y que se une luego al centro de cada ala.
Mucho más eficientes. Según Boeing, este concepto permite que teóricamente se pueda reducir el 30% del consumo de combustible en los aviones comerciales, una cifra asombrosa en un segmento que es especialmente problemático por las emisiones de carbono que implica cada trayecto.
Y ojo, rápidos. El concepto original de Boeing permitiría volar a Mach 0.7 o 0.75, pero un nuevo diseño de esa estructura, llamada Transonic Truss-Braced Wing, permite volar a Mach 0.8, es decir, a 954 km/h. Los aviones comerciales actuales tienen velocidades de crucero que difícilmente superan los 500 nudos, es decir, los 926 km/h. En resumen: si todo va como esperan la NASA y Boeing, los vuelos serán más rápidos y más eficientes.
¿Cuándo llegarán esos aviones? La NASA ha invertido 425 millones de dólares en el proyecto, mientras que Boeing y otros socios invertirán otros 300 millones. Se espera que las pruebas terminen a finales de esta década, y los primeros aviones debutarán la próxima década, aunque no hay fechas concretas.
Más avances a la vista. Hay desde luego otros factores que influirán en ese reto de conseguir aviones más eficientes. Los nuevos combustibles —lo de los aviones eléctricos a gran escala parece demasiado lejano, pero el hidrógeno es una esperanza revolucionaria—, nuevos sistemas de propulsión y mejores materiales o aerodinámica son también componentes clave de un futuro en el que la aviación quiere ir a más, pero sin contaminar tanto (o nada).
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