214. Si dos semanas después de la DANA que arrasó la provincia de Valencia hay un dato que ayude a entender el alcance de su devastación es ese: 214. El número de muertos. Y probablemente no sea un balance cerrado, teniendo en cuenta que a nivel nacional quedan aún más de una treintena de desaparecidos. La gota fría deja sin embargo otros balances. Trágicos también. El aguacero golpeó con fuerza a las infraestructuras, el transporte, la economía y el entorno natural de la Comunidad Valenciana. Tanto y con tanta saña, que hay quien ya teme su impacto en dos de los grandes iconos de la región: la Albufera y sus campos de arroz.
Es el otro efecto de la DANA.
"¿50 años de arroz intoxicado?" La frase es de Eva Tudela, de Acció Ecologista-Agró, quien hace unos días compartía en RTVE su preocupación por el impacto de la DANA en el Parque Natural de la Albufera y sus arrozales. Su temor no es tanto por las consecuencias directas de la gota fría como por el efecto dominó que se pueda derivar del reguero de destrucción que dejó la riada. La pregunta de fondo es bastante sencilla: ¿a dónde han ido a parar las toneladas de residuos arrastradas por las riadas? ¿Y qué efectos tendrán si no se retiran?
No son preguntas caprichosas si se tiene en cuenta que el barranco del Poyo, tristemente célebre a raíz e la DANA, desemboca en la Albufera. Y lo hace tanto con el agua como los residuos que la riada fue arrastrando a su paso. "El desborde del barranco ha arrastrado millones de kilos de plásticos ahora esparcidos por los arrozales y la propia Albufera, y en algún momento se tendrán que quitar. Si no, los agricultores van a trabajar el campo e incorporar al suelo", advertía Tudela antes de dejar botando una pregunta: "Aquí se va a cultivar nuestro arroz el año que viene. ¿Vamos a estar 50 años comienzo arroz intoxicado de plástico?"
"Llena de plásticos y otros residuos". La frase vuelve a ser de Tudela, quien relata a RTVE cómo cuando acudió con sus compañeros a la zona para ayudar en la limpieza de las acequias se encontró con una estampa preocupante. "La Albufera está llena de plásticos y otros residuos más tóxicos derivados de los combustibles de vehículos, refrigerantes, líquidos de freno, cajas de medicamentos… Todo está flotando por el agua". No es la única que advierte de la herencia de la DANA.
Javier Jiménez, un biólogo que trabajaba desde hace dos décadas en el humedal, hablaba directamente de "catástrofe medioambiental" la semana pasada en la SER. "Esto requiere un reseteo del parque natural". De fondo, la misma inquietud que compartía Tudela: los plásticos y demás residuos arrastrados por los aguaceros del pasado 29 de octubre. "Necesitamos hacer una reconstrucción sobre un vertedero, aquí nos queda un trabajo mastodóntico por delante", resumía el experto.
Otro biólogo, Miguel Rodilla Alamá, de la Universitat Politècnica de València (UPV), advertía hace días a Europa Press de los líquidos contaminantes que se filtran de los coches o las fábricas, los "más grave", prevenía, por más que no sean "perceptibles". Rodilla también llamaba la atención sobre otros aspectos clave: la pérdida de tamaño de la Albufera por la destrucción de bancales por la corriente, además del "gran aporte" de lodo llegado al humedal, "cada vez menos profundo".
El desafío de las depuradoras. Habría otra clave más. La DANA no solo arrastró fango, plásticos y basura a su paso. Como recordaba hace poco El País afectó también a la red de depuración. A mediados de la semana pasada seguían fuera de juego la mitad de los sistema de la provincia de Valencia, con lo que no podían evitar que las aguas fecales y urbanas acabaran en el Júcar o Turia.
Hoy el diario Levante actualizaba el dato, citando datos del Ministerio de Transición Ecológica, la Diputación y la Generalitat: si bien hay 96 depuradoras que ayer ya estaban operativas, sigue habiendo una docena que funcionan solo de forma parcial y 13 permanecen destruidas. Es más, de ellas hay tres que deberán reconstruirse por completo. Las autoridades calculan que el lodo arrastrado ha afectado al alcantarillado de más de una treintena de localidades.
El impacto en la agricultura. Los arrozles destacan por su importancia en la región y porque, como recuerda la propia Confederación Hidrográfica del Júcar, de las 21.000 hectáreas de la Albufera, unas 15.000 están ocupadas por arrozales. Sin embargo no son las únicas explotaciones que miran con atención los efectos de la DANA. Ya el 30 de octubre, apenas 24 horas después del aguacero de la noche 29, los agricultores mostraban su temor por las pérdidas millonarias en sus cultivos, incluidas las "miles" de hectáreas dedicadas a plantaciones de cítricos y caquis.
El aguacero castigó también algunas zonas de Castilla-La Mancha y Andalucía, lo que ya ha llevado al Ministerio de Agricultura a anunciar más de 440 millones de euros para ayudar a agricultores y ganaderos afectados. En el caso de los arrozales de Cataluña y Valencia, desde Cooperativas Agro-Alimentarias matizaban eso sí a la agencia Efe que la producción no se había visto afectada porque la recolección "se ha acabado ya". La clave, como desliza Eva Tudela en RTVE, estaría en la basura que ha llegado a los campos de regadío tras el paso de la DANA.
"Aún es pronto". Hay también voces que animan a esperar antes de valorar el impacto medioambiental de la DANA en el humedal. Entre ellos Ignacio Moncho, de la Fundación Assut, que a mediados de la semana pasada recordaba que aún era pronto para hablar "con seguridad" de consecuencias a corto o largo plazo.
"La principal afección que puede haber, más que la cuestión de calidad de aguas y repercusión medioambiental, es la gran aportación de residuos que está llegando". Las autoridades están también controlando el impacto de la gota fría. La Entidad pública de saneamiento de aguas residuales tiene previsto realizar inspecciones en 1.300 instalaciones para controlar vertidos y posibles riesgos de contaminación y el Ministerio para la Transición Ecológica realizan analíticas también del agua.
Imágenes | ESA Earth Observation (X) y Juan Antonio Durán Corpas (Flickr)
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