A estas alturas lo de hacer un teclado decente para un ordenador debería estar más o menos controlado, pero los fabricantes siguen cometiendo fallos garrafales —ejem, Apple, ejem—. En aquel primer acercamiento a la informática muchos fabricantes desde luego quisieron plantear teclados demasiado originales.
De hecho estos periféricos, partes integrales de nuestra experiencia con PCs y portátiles, dieron la oportunidad a los creadores de hacer de esas máquinas verdaderas barbaridades. He aquí algunas de las peores muestras de cómo en los 80 un teclado se podía convertir en tu peor enemigo. O casi.
Tan horrorosos como maravillosos
Le damos poca importancia al teclado, pero lo cierto es que sentirse a gusto con un componente que utilizamos tantas horas al día debería hacer que les prestáramos más atención.
Hay de hecho todo un submundo dedicado a los amantes de los teclados, sobre todo cuando se trata de hablar de teclados mecánicos. Hay en ese ámbito verdaderas maravillas que contrastan con teclados terribles que hace décadas acompañaban a nuestros ordenadores.
He aquí algunos de los más infames, que por cierto, lo son contemplándolos en la distancia. Forman parte de aquellas máquinas míticas, y como tales también tienen su particular encanto. Lo que no significa que recomendemos a nadie usarlos de forma prolongada, claro.
Sinclair ZX80/ZX81 (1980)
En Sinclair revolucionaron muchas cosas con sus microordenadores, pero desde luego no daban una con los teclados. Sus ZX80/ZX81 originales empezaron ya con mal pie con un teclado que estaba directamente integrado con la membrana inferior y que tenía un aspecto amenazador con un buen montón de símbolos en cada tecla que a la mayoría de los mortales les servían para bien poco.
La respuesta táctil era prácticamente inexistente, y era como pulsar teclas en una mesa. La única forma de saber si habíamos pulsado una tecla era ver que efectivamente aparecía algo en pantalla.
Sinclair ZX Spectrum (1982)
Aquellos maravillosos ZX Spectrum permitieron a millones de jóvenes usuarios disfrutar por primera vez de un ordenador y de todas sus posibilidades y juegos, y aunque esta máquina es legendaria por derecho propio, su teclado fue desde luego una pequeña pesadilla.
Aquellas pequeñas teclas de goma hacían casi imposible mantener largas sesiones de escritura en ese teclado. La accesibilidad del teclado era también discutible: los cursores y muchas otras teclas clásicas en un teclado convencional se escondían en atajos de teclado difíciles de encontrar y usar de forma rápida.
Lo de la barra espaciadora —que no era barra, era una tecla algo mayor en tamaño que estaba en el extremo inferior derecho— también era de aquí te espero.
Sinclair ZX Spectrum+ (1984)
A mediados de los 80 comenzaba a despegar definitivamente la microinformática. Amstrad lanzaba sus CPC, el Commodore 64 se convertía en todo un éxito y Sinclair trató de deshacer errores pasados con su anterior ordenador, el Spectrum 48K.
Entre ellos, el de su teclado, que revolucionaron con un componente que desde luego parecía prometedor. Con el Sinclair ZX SPectrum+ hicieron un esfuerzo aceptable que sin embargo no fue suficiente.
Las teclas estaban demasiado juntas y era difícil no pulsar más de una tecla al mismo tiempo, pero además el grosor de aquel ordenador hacía que estuvieran demasiado elevadas incluso utilizando las pequeñas patas traseras que permitían inclinarlo: la ergonomía brillaba por su ausencia. Por alguna razón seguían mostrando atajos a funciones para programar en BASIC en aquellos teclados en los que programar era ciertamente incómodo.
Philips Videopac G7000 / Magnavox Odyssey 2 (1978)
Algo menos conocido en Europa, este ordenador de Philips se situó como competidor del mítico Atari 2600, y lo hizo desde luego con una apuesta singular en la que cada cartucho planteaba su propia experiencia.
El teclado, no obstante, era otra pesadilla, aunque en esta máquina, más consola que ordenador como tal, su protagonismo era reducido. Menos mal, porque como sucedía con los ZX80/81 la respuesta táctil era nula. Al menos la barra espaciadora estaba donde tenía que estar.
Tangerine Oric 1 (1983)
Este competidor del ZX Spectrum fue poco conocido, pero su teclado desde luego pasará a la historia como uno de los peores de todos los tiempos.
No solo tenía teclas de goma, sino que estas eran diminutas. Tanto, que el carácter al que estaban asociadas ni siquiera estaba sobreimpresionado en la tecla, sino que eso se indicaba en la propia placa que servía como carcasa del teclado.
Ese teclado con teclas pequeñas y gomosas hacía difícil escribir con soltura, pero también resultaba hasta desagradable por esa respuesta y ese tacto que planteaba este ordenador.
Atari 400 (1979)
Otro de esos ordenadores/consola en los que el protagonismo total estaba en el joystick y en los juegos, pero que ofrecían esa alternativa del teclado para cuando los usuarios lo necesitaran.
Que esperemos que no fuera muy a menudo, porque como en algunos casos anteriores era un teclado sin respuesta táctil como tal, con las teclas directamente situadas sobre la membrana sin que hubiera resistencia o algún tipo de indicación de que habíamos pulsado una tecla.
La disposición de las teclas también era peculiar —fijaos en la posición del CTRL, el bloqueo de las mayúsculas o el SHIFT, por ejemplo, pero desde luego le daban a ese teclado un aspecto inolvidable. Poco usable, sí, pero inolvidable, desde luego.
Commodore PET 2001 (1977)
Esta familia de ordenadores personales fue creada en 1977 por Commodore International, que comenzó a usar el popular procesador MOS 6502 y su BASIC para dar acceso a un ordenador personal a todos los públicos.
El Commodore PET 2001 original no tenía desperdicio, e integraba la unidad de cassete y un monitor de 40x25 líneas de texto todo en un producto en el que el teclado probablemente nadie pensó que debía usarse para escribir.
Las teclas, parecidas a las de los cajeros automáticos, estaban muy juntas y la disposición era especialmente peculiar, muy adaptada para lograr que cupiese en el espacio necesario. Los números ni siquiera formaban parte de la fila superior: solo era posible encontrarlos en el teclado numérico, en la parte derecha de la máquina. Un despliegue de ideas originales, desde luego, pero no especialmente acertadas.
IBM PCjr (1984)
Steven Levy, célebre periodista tecnológico, ya dejó claro lo que pensaba de aquel ordenador personal en 1984: "la máquina huele a muerto". En esa durísima crítica desde luego no ayudaba el teclado de este ordenador.
La revista Times afirmó entonces que aquel teclado "no era adecuado para largas sesiones de mecanografía", y ciertamente era difícil plantear algo así en un teclado que recueda mucho al del ORIC 1, con teclas pequeñas y mal diseñadas.
Se informó de que IBM quería lograr reducir el coste del teclado a 15 o 20 dólares, y eso provocó que este periférico fuera un particular horror.
Un analista de Yankee Group fue aún más allá en sus críticas y afirmó que el teclado necesitaba "dedos de orangután para teclear en él", un comentario que se unía a su elevado precio —cuando sus prestaciones eran limitadas— o su compatibilidad solo parcial con los PCs convencionales de IBM. Un absoluto desastre de principio a fin.
Mattel Aquarius (1983)
Muchos probablemente no lo conozcáis —yo acabo de descubrirlo— el Mattel Aquarius fue otro microordenador doméstico basado en el Z80 con 4K de RAM que incluso daba la opción de usar un módem de 300 baudios para conectarse a las BBS de la época.
Una cosa era conectarse y otra escribir en aquella máquina, que con su teclado en formato chiclet de 48 teclas de goma replicaba el material del ZX Spectrum.
La barra espaciadora era sorprendentemente pequeña y situada donde normalmente va la tecla Shift, pero es que además en Mattel tuvieron la curiosa idea de colocar una tecla Reset que era fácil pulsar por equivocación para dar al traste con aquello que llevaras escribiendo durante un rato. Terrible.
Texas Instruments TI-99/4 (1979)
Célebre por sus calculadoras científicas, Texas Instruments también quiso hacer sus pinitos en el incipiente mundo de la informática. En 1979 lanzó al mercado el TI-99/4, que destacaban por un procesador TMS99000 a 3 MHz, uno de los primeros de 16 bits.
Eso no fue suficiente para triunfar, entre otras cosas porque el teclado de aquella máquina era horripilante. Parece no estar tan mal a primera vista, pero no permitía escribir en minúsculas, y la tecla Shift no hacía lo que se supone que debía hacer: era un modificador de función, una forma de acceder a ciertos atajos.
Entre ellos, por ejemplo, el que hacía que al pulsar Shift y Q (porque querías poner una "q" sin darte cuenta) hacía que salieses del programa o reseteases el ordenador. La tecla Enter estaba además en una posición rara, y de nuevo teníamos una barra espaciadora repensada como una tecla normal. Y de letra de retroceso, nada. Afortunadamente su sucesor, el TI-99/4A (1981), corrigió muchos de estos errores.
Timex Sinclair 2068 (1983)
Timex ya venía de darse un buen coscorrón con el Timex Sinclair 1000 de 1982, que apostaba por esos teclados-muro sin respuesta táctil como los del Atari 400, por ejemplo, pero insistió con un modelo, el Sinclair 2068, que trataba de ir por un camino distinto pero no necesariamente mejor.
Algunas de las teclas de este teclado (en el que al menos podías presionar las teclas) reunían hasta 6 funciones. No había tecla de retroceso, así que si cometías un error ahí podías componértelas. Este modelo, basado en el ZX Spectrum, sigue siendo un singular prodigio del diseño. El problema, como en otros de los mencionados aquí, era usar aquel diseño.
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