Hacer robots de tamaño microscópico es realmente difícil. Una obra de ingeniería y diseño realmente espectacular que no sólo sirve para demostrar que es posible crear algo tan pequeño sino que también puede ser muy útil. Un grupo de investigadores ha presentado su diminuto pero a la vez inmenso proyecto.
Con forma de espermatozoide, tenemos a Magnetosperm: un robot con una cabeza de 27,6x42,6 micrómetros y una longitud de 322 micrómetros. Algo más largo que un espermatozoide real. ¿Su misión? Servir como herramienta para operaciones de la escala de su tamaño, algo realmente útil para ámbitos como la medicina.
Desde medicina a fecundación in vitro
La cabeza tiene un revestimiento metálico que utilizando un campo magnético más pequeño que el de un imán de nevera se puede controlar para que vaya de un sitio a otro. La cola tiene el mismo propósito que en los espermatozoides y algunas bacterias: moverse de forma rápida a través de medios líquidos.
Todo el microrobot está construido con un polímero flexible y la capa metálica de la cabeza se pinta con una técnica llamada evaporación con rayo de electrones. La parte metálica se mueve cuando el dispositivo se pone en su campo de movimiento, el cual se produce por la bobina del electroimán.
Si bien es cierto que se puede dirigir con bastante precisión, no tiene la velocidad ni el ritmo de un espermatozoide normal. Eso sí, manejar a este pequeño robot tiene su complejidad ya que hay que cambiar el campo magnético con un ordenador para ir llevándole por donde nosotros queremos.
Siendo tan pequeño está claro que será utilizado para tareas muy precisas: implementar objetos o medicinas igual de pequeños que este robot por ejemplo. Ya se están realizando los primeros experimentos mientras se intenta mejorar los modelos originales para hacerlos más pequeños o rápidos.
Vía | BBC
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