Chatbots como ChatGPT o Bard nos maravillan con su capacidad para redactar textos incluso imitando el estilo de escritores famosos, pero esa función tiene una cara oscura. Una que ahora están intentando atajar miles de autores contemporáneos.
Carta abierta. Casi 8.000 autores entre los que están Margaret Atwood ('El cuento de la criada') o Alexander Chee (qye debutó con el bestseller 'Edimburgh') han firmado una carta abierta dirigida a seis grandes compañías de IA: OpenAI, Alphabet (Google), Meta, IBM, Microsoft y Stability AI.
Los chatbots se aprovechan. Los autores, miembros de la organización estadounidense The Author's Guild, se quejan de que estas empresas están entrenando sus modelos de inteligencia artificial con las novelas que escriben, pero lo hacen sin permiso y sin compensarles económicamente por ello.
Ingresos cayendo. No ayuda que un estudio de 2019 de este organismo revelara que los autores cada vez ganan menos dinero. En la última década, afirman, esos ingresos mensuales se situaron en una mediana de 6.080 dólares al mes en 2017, un 42% menos que en 2009.
Novelas gratis no. Alexander Chee, uno de los autores que firman esa misiva, explicaba en NPR cómo "no hay una necesidad urgente de que una IA escriba una novela. La única gente que podría necesitar algo así es aquella que se niega a pagar a los escritores lo que valen".
"No es justo". Mary Rasenberger, CEO de The Author's Gild enviaba a estas compañías un mensaje claro: "no es justo usar nuestro trabajo en IA sin pedir permiso ni pagarnos. Así que por favor, comenzad a compensarnos y a hablar con nosotros".
Quieren evitar una demanda. Esta ONG prefiere no acudir a los tribunales y querría llegar a un acuerdo con esas compañías sin tener que emprender acciones legales. "Las demandas cuestan una cantidad tremenda de dinero", destacaba, y añadía que "llevan mucho tiempo".
Pero ya hay casos en los juzgados. Sin embargo hay autores que han emprendido acciones legales por su cuenta. Entre ellos están Sarah Silverman o Paul Tremblay, que recientemente demandaron a Meta y OpenAI por aprovecharse de su trabajo. Gina Maccoby, agente literaria en Nueva York, afirma que las demandas legales son un paso necesario para lograr que los escritores consigan una compensación justa.
Un problema que viene de lejos. Esta es la última de una larga serie de críticas, quejas y demandas a la industria de la inteligencia artificial. Antes ya vimos cómo GitHub Copilot se enfrentaba a los programadores y Getty demandaba a Stable Diffusion, entre otros.
Y que tiene difícil solución. Hay empresas que han comenzado a trabajar en acuerdos para solucionar el problema —Shutterstock se alió con OpenAI, por ejemplo—, pero lo cierto es que chatbots como ChatGPT o Bard se entrenan con gigantescos conjuntos de datos sobre los que se sabe muy poco: la transparencia de estas empresas es casi nula, y es probable que este tipo de conflictos vayan a más en el futuro.
Trazabilidad inexistente. En The Author's Gild ya han tratado de anticiparse y los escritores ahora especifican que las empresas de IA no pueden usar estas obras para entrenar a sus modelos, pero Macoby dejaba claro que por mucho que lo prohíban, hay una pregunta clave: "¿Cómo sabe alguien si un libro está en un dataset que ha sido usado por un modelo de IA?". Estas empresas no detallan esos procesos, así que demostrarlo es ciertamente complejo.
Imagen | Luisa Brimble
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