En diciembre de 2006 el robot Asimo caía al tratar de subir una escalera en una demostración en Tokyo. Aquella caída generó una reacción singular en los medios: mucha gente se rió e incluso celebró aquella perfecta torpeza robótica. Otros, no obstante, se sintieron mal y compararon la caída con la que podría sufrir un niño pequeño que está aprendiendo a andar.
El debate no era nuevo, y no lo es ahora. Los robots siguen avanzando y ya hay organismos que quieren preparar al mundo para lo que se nos viene encima. Y hacerlo en un área al que muchos ni siquiera han prestado atención todavía: el de la defensa de sus derechos y la aparición de lo que podríamos llamar como un movimiento pro-robótico que en cierta forma podría compararse a los movimientos animalistas que protegen los derechos de los animales. ¿Dónde estamos, y hacia dónde vamos?
¿Por qué nos reímos cuando vemos a un robot fracasar?
La caída de Amibo (0:55) podría ser vista como algo satisfactorio a nivel primario. Quizás simplemente nos hace sentirnos mejor como especie. Demuestra que las máquinas no acabarán con nosotros a corto plazo (aunque algunos digan que ya nos están quitando el trabajo). Nos tranquilizan y nos pintan un futuro en el que distopías como la de Terminator parecen cada vez más lejana. A la que se suma, eso sí, otro tipo de robots mucho más... afectuoso -a los que se suman gadgets que (aún) no llegan a la categoría de robot, claro-.
O puede que no sea nada de eso. Al menos no lo es según Kate Darling, que trabaja en ética robótica en el Media Lab del MIT y a la que le encanta ver vídeos de robots que tropiezan y se caen. Según su opinión no nos reímos porque pensemos que el apocalipsis robótico esté muy lejos, sino porque como indica la DRAE en la definición de antropomorfismo, atribuimos rasgos y cualidades humanos a las cosas. O en este caso, a los robots.
Los vemos subconscientemente como seres vivos y proyectamos nuestros propios atributos, emociones y fracasos en ellos. Es casi idéntico a la forma en la que nos reímos de los vídeos de primera, o a los niños que se caen, o a los de los animales que hacen tonterías casi humanas, o a las de las compilaciones de los fallos de presentadores/as de telediarios, o los de las modelos que se caen en las pasarelas.
También opina del mismo modo Brenna Argall, que trabaja como profesora de robótica en la Northwestern University, y que cree que los humanos simplemente nos divertimos viendo las tomas falsas. Como en el caso de Darling, Argall cree que asociar esas risas a la reafirmación de un que el futuro dominado por robots está muy lejano no es más que una simplificación extrema de la situación. "Incluso cuando nuestros robots funcionen correctamente seguiremos estando muy lejos de ese alzamiento robótico".
Mejor prevenir que curar
El nombre parece sacado de una película de clase B de ciencia ficción, pero la American Society for the Prevention of Cruelty to Robots (ASPCR) existe en realidad y de hecho llevan desde 1999 tratando de defender la idea de que "los robots también son gente (o al menos lo serán algún día)". Su objetivo, explican en su sencilla web, es la de "garantizar los derechos de todos los seres conscientes creados artificialmente (y a los que nos referiremos coloquialmente a partir de ahora como robots".
Pete Remine, creador de esta iniciativa, aclaraba recientemente que el vídeo en el que aparece gente dándole patadas a los robots con un mensaje de ese tipo no tiene nada que ver con su organización. El vídeo en realidad saca las cosas de contexto y tergiversa el contenido: esas patadas trataban de demostrar cómo los robots de Boston Dynamics pueden recuperar la estabilidad y seguir andando a pesar de esos golpe. Aún así, a este ingeniero de audio reconvertido a defensor de los derechos de los robots le encantaba la frase final "Haz algo ahora, antes de que se conviertan en seres conscientes de sí mismos".
El movimiento iniciado por Remine es "tan serio como inteligentes son los robots", lo que deja claro que de momento es más un guiño al futuro que cualquier otra cosa. Pero es un guiño serio, y Remine cree que podría llegar un momento en el que proteger los derechos de los robots será tan necesario en el futuro como ahora lo hacemos en otros ámbitos:
Hay un sistema de justicia y castigo robusto y establecido para gente que viola los derechos humanos y los derechos de los animales. No hay razón para creer que los derechos de los robots necesitarán tratarse de forma distinta.
Esa protección de los derechos de los robots también se puso de manifiesto en 2007, cuando un experto surcoreano en robótica, Jong-Hwan afirmaba que "cuando los robots tengan sus propios estados motivaciones y emociones, no deberíamos abusar de ellos. Deberíamos tratarlos de la misma forma en la que cuidamos a las mascotas". Las declaraciones se producían tras el anuncio por parte del Ministro de Comercio, Industria y Energía de su país de "Acta Constitutiva de la Ética Robótica", un documento (PDF) que tomaba como base las famosas tres leyes de la robótica de Asimov y que argumentaba que deberíamos hacer un uso responsable de los robots sin que haya explotación de los mismos por parte de los seres humanos.
El discurso de Remine es coherente, desde luego, y quiere prepararnos para el futuro. La ASPCR trata de que preparemos una base sólida e incluso una "estructura legal" para ese momento en el que los robots tomen conciencia de sí mismos, si es que algún día lo hacen. Por supuesto, no puede evitar hacer una broma al respecto. "hice un sitio web cómico basado en una idea que algún día podría ser relevante. Pero si no lo hace, al menos los robots asesinos sabrán que yo estaba de su parte".
La lección que nos enseña Blade Runner
En Al otro lado del test Voight-Kampff hablábamos precisamente de una de las áreas que más debate suscitan en el área de la robótica. ¿Seremos capaces de sentir empatía por los robots? ¿Los aceptaremos? ¿Los odiaremos? La relación entre los hombres y los robots ha sido tratada en un buen puñado de películas de ciencia ficción, pero la más representativa en este caso es sin duda Blade Runner, un filme del que nuestros compañeros de BlogDeCine no hicieron uno, sino dos sentidos homenajes y que de hecho está proyectándose en varias salas en estos días.
En ese debate hay claras dificultades: no podemos predecir cómo serán los robots dentro de unas décadas, y tampoco sabemos cómo evolucionará nuestra relación con ellos a lo largo de ese tiempo. Tampoco está resuelta la cuestión de si preferiremos que los robots tengan un aspecto más humanoide o más robótico, aunque un estudio relativamente reciente intentó dar respuesta a esa pregunta aunque no lo logró del todo.
La relación de reciprocidad (algo así como un "hoy por ti, mañana por mi") entre humanos y robots también ha tratado de ser estudiada por diversos investigadores como el profesor Nass. Este experto en interacción hombre-máquina realizó una serie de pruebas en las que la conclusión fue clara: cuanto más ayudaba la máquina a realizar ciertas tareas, más dispuestos estaban a ofrecer esa ayuda a la inversa.
La dimensión del debate alcanza otro de sus puntos álgidos a la hora de considerar al robot como algo más que nuestro esclavo, una concepción que parece natural dado el estado actual de la robótica. Pero ¿qué pasaría si los robots llegasen a poder tomar decisiones y ponerlas en práctica? Algunos estudiosos del tema como el profesor John Hooker, experto en ética empresarial, argumentan que en ese momento los derechos del robot deberían ser los mismos que los de los seres humanos. Una cuestión que de nuevo no podremos resolver hasta que ese momento se produzca... si se produce.
Proteger a los robots, temer a los robots
Esas iniciativas de protección de los robots del futuro contrasta con las declaraciones que en los últimos tiempos se han producido sobre la inteligencia artificial que, se supone, formará parte integral de estas máquinas. Varias personalidades del mundo de la tecnología han dejado clara su opinión sobre un futuro que parece pintar muy mal para la humanidad.
El Future of Life Institute (FLI) cuenta con un buen elenco de personalidades en su consejo, aunque los más destacados probablemente son Stephen Hawking y Elon Musk. El primero ya reveló sus temores respecto a una inteligencia artificial que podría acabar con la raza humana y otros como Bill Gates parecen apoyar esa sensación. Lo que resulta curioso es que los mismos que temen por el potencial negativo de esta rama de la ciencia estén invirtiendo fuertes sumas de dinero para hacer que evolucione, aunque eso sí, que lo haga "alineada con los intereses humanos", como explican desde la FLI.
El debate está desde luego a la orden del día, y Reddit es un buen ejemplo de esa frenética actividad. En este gigantesco foro de discusión encontramos subreddits dedicados a los derechos de los robots, a las torpezas y fallos de esos robots -a los que dedican un subreddit más-, y ese es un buen ejemplo de un debate que sigue pendiente y que solo podremos resolver cuando ese futuro en el que los robots sean conscientes de sí mismos se produzca.
Si es que se produce.
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