Suena tu teléfono. La llamada proviene de un número que no conoces, pero lo coges. Al otro lado suena la voz desesperada de tu hijo o hija. Comienza a explicarte con urgencia que está en problemas. La han secuestrado, o ha tenido un accidente, o la han arrestado. Y necesita dinero cuanto antes.
Y entonces tú, intentando mantener la calma, recuerdas algo.
—¿Cielo, cuál es nuestra contraseña familiar?
—¿Qué? ¿Papá, de qué me hablas?
—Ya sabes, nuestra contraseña familiar. La que tenemos con mamá y tu hermano.
—Papá, no me acuerdo, ¿no ves que estoy en problemas? Por favor, envía el dinero como te he explicado, lo necesito cuanto antes.
—Es fácil, hija. Vamos, díme la contraseña por favor.
Clic.
Es una escena de ficción, pero lamentablemente todo apunta a que será una de las que se repita cada vez más a menudo. Los cibercriminales están utilizando sistemas de inteligencia artificial para clonar voces y suplantar la identidad de nuestros seres queridos. No necesitan mucho, apenas tres segundos con ellos hablando, y a partir de eso pueden generar una voz sintetizada que puede pasar perfectamente por las originales, sobre todo a través de las líneas telefónicas.
Lograr no caer en la trampa resulta especialmente difícil en esos momentos tan críticos, pero precisamente eso es lo que buscan los criminales: que actuemos en caliente, con urgencia, sin pensar. Las voces clonadas de nuestros seres queridos —e incluso las videollamadas— son mucho más convincentes que un mensaje SMS o un correo de phishing con un enlace. Parecen reales.
Y por eso mismo es tan importante tratar de mantener la cabeza fría y reaccionar de forma rápida pero cauta. Para evitar ser engañados si recibimos una llamada de un número desconocido y suena la voz de nuestra hija, podemos comprobar si es ella llamándola a su móvil. Si coge el teléfono, lo normal es que efectivamente estemos ante una estafa y la voz que oímos antes era una voz clonada.
Pero puede que esa voz clonada nos explique desde el principio que llama desde otro móvil porque el suyo está sin batería, o lo ha perdido, o está roto, o se lo han robado. Aún así deberíamos intentar llamar para comprobarlo, pero si efectivamente no logramos contactar con ella, tenemos otra solución para evitar que nos estafen con esta angustiosa técnica.
Usar una "contraseña familiar."
¿Qué es una contraseña familiar? Como explicaban en Electronic Frontier Foundation, la idea es sencilla: basta acordar con nuestros familiares una palabra clave (o grupo de palabras clave) que podamos recordar fácilmente. Es importante que sea algo que podamos recordar en momentos de pánico, que sea difícil olvidar. Y sobre todo, que no divulguemos esa contraseña.
Podemos usar el nombre de alguna persona u objeto que se ha vuelto popular en el ámbito cotidiano en el círculo familiar. Una broma íntima de nuestros padres o hermanos, o alguna palabra inventada que solo nosotros conozcamos y que usábamos en ese entorno íntimo.
La contraseña familiar también pueden conocerla otras personas de confianza que no sean familiares, claro. Es cierto que podríamos preguntar a la voz desesperada que suena al otro del teléfono cualquier dato familiar para verificar que es quien dice ser, pero esos datos pueden acabar siendo descubiertos por los criminales.
Es cierto que en esas situaciones el pánico nos puede invadir, pero aunque sea duro —sobre todo, si la llamada acaba siendo real— este método puede ser de mucha ayuda para evitar esas estafas con voces e incluso caras clonadas que parece que cada vez serán más frecuentes.
Imagen | Javier Pastor con Bing Image Creator
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