A veces lo que separa un producto meramente simpático de otro realmente notable está solo en los detalles. 'Turno de día', una notable producción de Netflix que se ha estrenado en exclusiva este verano, rebosa detalles de ese tipo. Sobre el papel, tenemos una historia muy a lo 'Blade' (un cazavampiros afroamericano se enfrenta a chupasangres organizados por castas y en entornos urbanos), pero el debutante J.J. Perry sabe inyectarle una personalidad muy especial.
De hecho, esa personalidad viene, precisamente, de que es la primera película de J.J. Perry como director, pero no como especialista en secuencias de acción: de sus 149 créditos en el apartado de stunts, lleva desde mediados de los dosmiles destacando como coreógrafo y coordinador de especialistas. Ha participado en películas como las últimas 'Fast & Furious', 'Géminis', 'John Wick: Pacto de sangre' y muchas otras. Por eso, la acción en 'Turno de día' es absolutamente demoledora.
Rodada con un gusto impecable, editada con una claridad y contundencia que hace palidecer producciones de acción mucho más ambiciosas -como las películas de Marvel, sin ir más lejos-, esta joyita que entremezcla acción, humor y terror puede presumir de tener algunas de las mejores escenas de combate cuerpo a cuerpo y persecuciones motorizadas del año. Todo un hallazgo en una película que, además, se permite un guión que a veces cae en el tópico pero que brilla con numerosas ideas valiosas (el coleccionismo de dientes, el Sindicato, las razas de vampiros...)
Es cierto que el conjunto no es absolutamente redondo, sobre todo por algunos inconvenientes momentos de comedia excesiva que rompen el trepidante ritmo, y también por una estética interesante (la colorida fotografía es una maravilla) pero malograda por el rodillo visual de Netflix. Pero por lo demás, 'Turno de día' es una apabullante ametralladora de combates memorables y reformulaciones de los códigos vampíricos, sin pretensiones pero con múltiples alicientes.
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