Ya hablamos de alguna de las bizarras películas que tenía la carrera de James Gunn antes de su salto al mainstream superheroico, con joyazas como 'Slither' o 'Super'. Pero cuando era ya un director consagrado también se permitía poner en pie proyectos que delataban su origen como devoto de los géneros más oscuros. Es el caso de esta 'El hijo' que produjo en 2019 y que acaba de llegar a Netflix, donde le dio la vuelta al mito de Superman.
Es decir, como en la celebérrima historia del hijo de Krypton, aquí tenemos a un bebé caído del espacio que cuando crece unos años empieza a desarrollar poderes. La diferencia es que aquí el niño no tiene ninguna intención de emplearlos para hacer el bien, sino que tiene planes mucho más siniestros. ¿Qué pasaría si los caprichos de un adolescente se vieran respaldados por un poder absolutamente imparable?
Con tremenda sencillez y sin ningún tipo de cortapisas, el guión de Brian y Mark Gunn (hermano y primo, respectivamente, del director de 'Suicide Squad') extirpan los elementos siniestros de toda historia de superhéroes, con especial incidencia en lo indefensos que estamos los humanos ante las criaturas de poder extraordinario, y en cómo los superseres son criaturas con todo el derecho a sentirse solos y amenazados. Es decir, lo que después en buena medida y con gran acierto ha desarrollado 'The Boys'.
Del mismo modo que hace James Gunn con sus películas, 'El hijo' se desarrolla a velocidad de infarto y abre múltiples temas e ideas que deja en el aire, favoreciendo la sensación de caos e imprevisibilidad de la película, en perfecta sintonía con la aterrorizada actitud de los padres. Una película aislada, que conectaba con éxitos de los noventa (mucho más ligeros) de niños demoníacos devastando hogares aparentemente normales, que no ha tenido continuidad (ni literal ni en espíritu) pese a su considerable éxito, y que ofrece una de las experiencias más siniestras del reciente cine de superhérioes.
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