Una cámara es una cámara, salvo cuando en realidad es algo más que una cámara. Este escalifragilístico aforismo describe a la perfección los últimos avances en materia de imagen digital, y más concretamente aquellos que ya empiezan a llegar a nuestros bolsillos de la mano de dispositivos como el Zenfone 5.
Y es que, así como antiguamente la gente se maravillaba ante la idea de poder tomar fotos con el móvil, ahora nos encontramos con que este otrora prosaico aparato es capaz de realizar complejas labores de retoque de imágenes, reconocimiento de objetos y ajuste de parámetros on the fly sin que tengamos que tocar un solo botón. Y todo esto es gracias a la inteligencia artificial.
Para llegar a este punto, no obstante, la industria ha tenido que aprender mucho acerca del propio ser humano y los procesos cognitivos. Y es que aunque mucha gente cree que esto de la inteligencia artificial no es otra cosa que una gran exageración, sus mecanismos derivan directamente de los utilizados por nuestro cerebro.
Un armario lleno de cables para simular nuestras neuronas
Teléfonos como el citado Zenfone 5 son capaces de reconocer un plato de comida o un rostro a contraluz para ajustar automáticamente los parámetros de la cámara y tomar la mejor foto sin intervención por parte del usuario. Pero para llegar a este punto los científicos han estado ponderando durante décadas la forma en la que nuestra mente es capaz de clasificar objetos.
Uno de los momentos clave en el desarrollo de la inteligencia artificial y el reconocimiento de objetos se produjo en 1957, cuando Frank Rosenblatt inventó el algoritmo perceptrón en la Oficina de Investigación Naval de los Estados Unidos. Inicialmente concebido como una máquina en lugar de un programa, este sistema era un clasificador lineal pensado para generar subgrupos de información dentro de clases específicas.
El perceptrón tenía inicialmente el aspecto de un enorme armario repleto de cables, conectando un total de 400 fotocélulas imitando neuronas sensibles a la luz. Rosenblatt trataba así de recrear el comportamiento de las neuronas de nuestro cerebro y cómo supuestamente se producía el aprendizaje conforme dichas conexiones se realizaban con mayor frecuencia. Las redes neuronales empezaban a dar sus primeros pasos.
El perceptrón de Rosenblatt era capaz de clasificar formas simples como triángulos y cuadrados. La ciencia aún tardaría un par de décadas más en avanzar hacia el reconocimiento de objetos moderno gracias a los primeros sistemas OCR, inicialmente pensados para facilitar la lectura a personas invidentes.
Los 80 fueron el periodo durante el cual la inteligencia artificial empezó a tomar carrerilla, gracias en parte a la explosión de la informática y a los pioneros experimentos en visión artificial de científicos como el profesor Takeo Kanade, que a mediados de la década ya experimentaba con vehículos autónomos capaces de orientarse usando diversos sensores.
Actualmente la inteligencia y la visión artificial están presentes en formas que ni siquiera imaginamos. Gracias a la unión de ambas disciplinas los robots industriales son capaces de localizar piezas, identificarlas y montarlas adecuadamente igual que lo haría un trabajador.
De la misma forma, los coches autónomos pueden reconocer señales de tráfico, detectar cuándo un vehículo situado delante nuestro está comportándose de forma errática e incluso adaptar las prestaciones del motor a nuestros hábitos de conducción para reducir los consumos. Para ello el vehículo utiliza cámaras especiales unidas a potentes sistemas de computación con algoritmos inteligencia artificial específicos, cuya precisión va mejorando conforme se acumulan los kilómetros.
La inteligencia artificial aplicada a la foto: sus posibilidades
Pero para disfrutar de los beneficios de la inteligencia artificial no tenemos que estrenar coche. El Zenfone 5 da buena prueba de ello, aunando las tecnologías de reconocimiento de imágenes y aprendizaje automatizado para mejorar drásticamente las instantáneas tomadas por el más lego de los fotógrafos. Y sin tomar una sola clase de fotografía.
Como decíamos, los nuevos teléfonos de Asus utilizan una cámara trasera doble de 12 MP que, casi literalmente, piensa por ti. ¿Cómo lo consigue? Utilizando algoritmos específicos y la potencia del procesador Snapdragon incorporado, estos teléfonos son capaces de interpretar qué tienen delante de ellos y modificar la calibración de la imagen de forma automática, ajustando parámetros como el brillo, el enfoque, el contraste y la definición de los bordes.
¿Quieres fotografiar una flor? ¿Tal vez una vista marina? ¿Un gato? ¿Un café con mucha espuma para Instagram? El Zenfone 5 sabe automáticamente qué tiene delante de su cámara. Y puesto que una de las claves de la inteligencia artificial es su capacidad de aprendizaje para mejorar los resultados, el teléfono registra las preferencias fotográficas del usuario para ajustar la calidad del procesamiento de forma invisible.
Además, el Zenfone 5 facilita la búsqueda de imágenes vía inteligencia artificial. Puesto que peude reconocer cada una de las escenas capturadas por la cámara, el teléfono se encarga de clasificar cada imagen por temática, de forma que todas las fotos de comida, flores, paisajes o personas se almacenen en su correspondiente carpeta de forma automática. ¿No logras encontrar esa imagen tan graciosa de tu mascota que querías compartir con tus amigos? Simplemente busca "perro" y aparecerán todas las fotos que le has sacado.
Otra forma interesante en la que el Zenfone 5 aplica la inteligencia artificial es el procesamiento de retratos. Hasta ahora lo habitual era tratar de "mejorar" los selfies introduciendo pesados filtros que solo logran distorsionar la calidad de imagen, emborronando el rostro para reducir las arrugas o subiendo los blancos hasta quemar el conjunto. Una solución bastante deficiente.
Gracias a la inteligencia artificial, sin embargo, el Zenfone 5 puede reconocer las facciones de un rostro independientemente del sexo y la edad, procesando 365 puntos independientes y analizando más de dos millones de operaciones para obtener resultados mucho más naturales. Y es que el mejor selfie no es el más retocado, sino el más auténtico.
A todas estas características avanzadas se suma el hecho de que el Zenfone 5 cuenta con tres sensores fotográficos en lugar de los dos habituales. Y no solo eso, sino que además este sensor secundario está bien aprovechado.
Así como otros teléfonos emplean el sensor secundario trasero de forma marginal, capturando únicamente información de profundidad para generar efectos de desenfoque con mayor o menor tino, Asus ha introducido un captor de gran angular.
Sus 120 grados hacen posible tomar fotos de enorme amplitud, jugando mejor con la composición de la escena para obtener resultados más creativos o capturando panorámicas más extensas y artísticas. Con inteligencia artificial o sin ella, el uso de un sensor de gran angular abre nuevas puertas a los fotógrafos experimentados, que encontrarán en el Zenfone 5 una herramienta mucho más polivalente que otros teléfonos con doble sensor.
Naturalmente, todo esto serviría de poco si la captura de los colores no fuera lo suficientemente fidedigna. Este es un problema crónico en el mundo de la fotografía móvil, y es que el reducido tamaño de los sensores integrados en los smartphones no permite capturar adecuadamente ni la luz necesaria para tomar fotos en condiciones de iluminación complicadas ni capturar unos colores muy naturales.
Asus ha resuelto este problema en el Zenfone 5 integrando un sensor principal Exmor IMX363 firmado por Sony, uno de los más avanzados de la firma japonesa, que con sus píxeles de 1,4 µm y una apertura de f1.8 resulta extraordinariamente luminoso. Cuenta con estabilización óptica para evitar las trepidaciones y se apoya en otro aún menos habitual si cabe: un sensor de corrección RGB.
Gracias al uso de un dispositivo de corrección automática las fotografías del Zenfone 5 muestran una mayor fidelidad cromática y resultan más naturales, pero también pueden ser ajustadas con precisión mediante su software de inteligencia artificial. Y si quieres tomar el control manual de la cámara, el modo avanzado siempre está ahí con su vastísimo abanico de posibilidades de configuración.
Zenfone 5 Lite: con cuatro cámaras por bandera
El citado Zenfone 5 Lite, por su parte, se presenta como contrapunto más pequeño y asequible, ofreciendo características únicas como un apartado fotográfico compuesto por nada menos que cuatro cámaras. Ni una, ni dos: cuatro.
Además de un sensor trasero de 16 megapíxeles complementado por otro secundario con una mayor amplitud de 120 grados, repitiendo la filosofía de sus hermanos mayores, el Zenfone 5 Lite monta un captor frontal de 20 megapíxeles para uso convencional y un segundo sensor de 120 grados para imágenes panorámicas, duplicando el espacio disponible en la imagen.
Esta combinación resulta ideal para tomar imágenes en grupo sin necesidad de (esos) palos o capturar escenarios espectaculares. No solo porque permite introducir un mayor número de elementos en escena, sino porque también hace posible jugar mucho mejor con la regla de los tercios, que puede ser algo complicado usando angulares más cerrados.
A pesar de su apellido, el Zenfone 5 Lite no es un peso ligero. También soporta la imagen de capturas con alto rango dinámico o HDR, permitiendo obtener imágenes mucho más espectaculares e introducir un cuidado efecto bokeh para generar desenfoques artísticos. Algo ideal en la composición de retratos.
Cuando hablamos de fotografía amateur, el arquero vale mucho más que el arco. Pero gracias a la inteligencia artificial y a las avanzadas posibilidades de las aplicaciones de cámara modernas, no hace falta tener años de experiencia para clavar una foto al vuelo. Teléfonos como la familia Zenfone así lo demuestran, aunque siempre será mejor si nos dejamos guiar un poco por los consejos de los expertos.
Imagen | Wikipedia
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