No sólo los coches y los aviones deben abandonar los motores de combustión para mitigar el cambio climático. Los barcos también contaminan, y por lo tanto deben buscar motores alternativos. A finales del año pasado ya vimos algún ejemplo de esto con ferrys propulsados por hidrógeno, pero en Fortescue creen en otro combustible: el amoníaco.
Luces y sombras del amoníaco como combustible: más energético que el hidrógeno, pero menos eficiente y más peligroso
La compañía lleva tiempo haciendo pruebas con ese compuesto, llegando a usarlo como combustible en una locomotora. Ahora lo quieren colocar en el MMA Leveque, un barco de 75 metros de eslora que normalmente transporta agentes químicos entre Australia y Nueva Zelanda.
Los motores actuales de ese barco utilizan diesel y aportan una potencia de 6.920 caballos, pero Fortescue quiere transformarlo para poder usar amoníaco en un trabajo que aparentemente durará un año. La compañía no ha dado detalles sobre especificaciones o potencia que puede aportar esa transformación, pero en New Atlas suponen que consistirá en una modificación del actual.
El amoníaco es NH3, de modo que en cierto modo es un sistema de transporte del propio hidrógeno. Usarlo como combustible implica disgregarlo en gases de hidrógeno y nitrógeno, para después aprovechar ese hidrógeno en pilas de combustible o o directamente en motores de combustión verdes.
Usar amoníaco como combustible tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La parte buena es que se almacena más fácilmente que el hidrógeno, con un coste que puede llegar a ser 30 veces más barato. Además, un litro de amoníaco es capaz de transportar 70 veces más energía que un litro de hidrógeno cuando ambos gases se llevan a bajas temperaturas.
La parte mala es que el amoníaco es muy peligroso para el ser humano, y por lo tanto debe transportarse siguiendo muchas precauciones y medidas de seguridad. También hay un problema en la eficiencia: la energía resultante de usarla como combustible es sólo un 19% de la que se necesita para crear el amoníaco.
Fortescue no ha confirmado esto y se trata de algo aún en una fase muy temprana de desarrollo, pero quizás recurran a una nueva tecnología de células de combustible sólidas que podría aumentar esa eficiencia al 50%. Para poder saberlo habrá que esperar y ver cómo se las apañan a partir de otoño de 2022, aunque siempre es una buena noticia ver esfuerzos para encontrar sustitutivos más limpios que los combustibles fósiles.
Imagen | Dorian Mongel
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