Se acerca febrero y ya empiezas a pensar en los Óscar. Mayo asoma y te entra el cosquilleo por Eurovisión. Agosto en el horizonte y no te puedes quitar de la cabeza ese chiringuito TOP de tu playa favorita. Llega noviembre y ya te preguntas qué estarán preparado para los Premios Xataka. Es decir, la gran fiesta anual de Weblogs S.L. en particular y el internet techie español en general ya se ha convertido en un Clásico (sí, con mayúscula).
Todo empezó en 2010 en unos salones en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Del barrio de Salamanca a La Latina, en el Shoko. Y ya desde el año pasado en el Teatro Goya, un recinto con la capacidad y las instalaciones adecuadas para acoger un evento de las dimensiones que han ido adquiriendo estos Premios Xataka. Ubicado donde antes estaba la recordada sala de conciertos Aqualung, llegar hasta el Teatro Goya un día de lluvia en Madrid puede llegar a convertirse en Jackass pero la recompensa merece la pena.
En esta V Edición, que coincide con el X aniversario del ilustre blog que lees en estos momentos, además la fiesta era por partida doble. Por la mañana más para los profesionales, con charlas, mesas redondas y keynotes dedicadas al emprendimiento y el desarrollo, dos temáticas muy emparentadas a la tecnología. Parada técnica a la hora de comer y a primera hora de la tarde se abría la veda para la comunidad: charlas sobre tecnología y gran número de stands de los patrocinadores para ir abriendo boca para el gran momento, el cóctel la gala, la entrega de premios.
El mero hecho de poder probar gadgets, de televisiones UHD a smartphones último modelo pasado por gafas futuristas e incluso cochazos, es suficiente para que los stands estén siempre a pleno rendimiento pero aún así las marcas siempre ofrecen algo más para amenizar y captar la atención de los xatakeros, desde chucherías de colores imposibles a cartuchos de palomitas pasando por azafatas ataviadas a lo Rambo o un señor disfrazado de gorila que impedía la tentación de arrancar el espectacular BMW que te daba la bienvenida al recinto y llevartelo puesto. También, por supuesto, estaban los concursos, con especial atención y éxito para aquel que consistía en adivinar cuantas piruletas había dentro de un bote gigante. Muy Grand Prix del Verano. Sólo faltaban Ramón García y la vaquilla Paquita.
En definitiva, un ambiente agradable amenizado por temazos atemporales de la mano de unos DJs que eran la viva imagen de lo hipster (estuve a punto de subir a preguntarles por qué le habían robado las mantas a mi abuela para hacerse las camisas) en el que ir saludando a la gente y empezando el networking mientras entre bastidores todo se ponía a punto para la ceremonia. Una vez ya colocados en nuestro asiento en el teatro (lleno hasta la bandera, que diría un taurino), sorpresa agradable: en la típica bolsa con obsequios para los asistentes, un cargador portátil para móvil... ¡y con carga!. Servidor, que tenía en esos momentos un 2% de batería en su cutre-phone, lloró de la alegría y a otros muchos les salvó la vida este cilíndrico aparatito (es flipante comprobar hasta qué punto nos hemos convertido en dependientes de algo que hace tan poco que existe como xvideos los móviles) y puso en una predisposición muy favorable a buena parte de la platea. Jugada maestra de la organización.
La ceremonia como tal fue diferente a la de otros años. Cada año se ha ido aumentando el número de categorías y con esto, la duración del acto por lo que se decidió sacrificar los vídeos de los editores sobre los ganadores para dar un mayor dinamismo y que la duración no se disparase como si de unos Premios Goya cualquiera se tratase. Este escriba en particular echó de menos esos históricos vídeos de Penalva, Whiskito o Juan Carlos glosando las loas de placas bases con nombres impronunciables pero lo cierto es que todo fluyó de una manera más dinámica. A esto también contribuyó en buena manera el conductor de la gala, el cómico-futbolista Nene. Muchas tablas, humor bastante cafre, casi temerario, y que consiguió una gran dinámica con los “entregadores” que dio lugar a gags recurrentes realmente simpáticos.
De los ganadores ya hemos hablado por lo que no merece la pena reincidir pero sí comentar lo entregado que estaba el público y su alto grado de fanboynismo (perdón por el palabro). Tanto que cuando el Nexus 5 o el Galaxy Note 4 se alzaron ganadores en sus respectivas categorías, el auditorio se venía abajo como si de un gol se tratara. De hecho poco faltó para que alguno se lanzara al escenario en plan Xabi Alonso en la final de Lisboa. Menos efusivos fueron los vítores para Apple en los apartados en los que ganaron y que de nuevo vinieron a recoger por política de empresa. Lo más chulo, junto a todos los vídeos que se mostraron y que tuvieron la calidad habitual, fue el final con unas bolas de colores volando sobre los asientos mientras se anunciaba el premio que de verdad importaba, el de la Comunidad. Muy concierto de Coldplay, no se si me explico. Un show de pelotas, en definitiva.
Fin de fiesta con foto de los galardonados (la familia de la novia) y de los weblogseros (la familia del novio) y para afuera a reponer fuerzas en el cóctel. Más networking (no faltaba nadie, bueno el Pequeño Nicolás y la Pantoja pero por cuestiones de fuerza mayor), buena música, escenas dignas de peli de zombies setentera detrás de las bandejas con comida y bebida, entrega de regalos de los sorteos con los gritos de "¡tongo!" de rigor, despedirse de los amigos en la cola del ropero, sobre todo de esos que sólo ves de año en año en este Clásico y hasta el año que viene, que seguro que será más y mejor. No nos cabe ninguna duda.
Pd: no me conseguí colar en la zona VIP, el año que viene prometo que lo consigo y os lo cuento también con pelos y señales.
Pd2: por cierto, ¿soy el único al que eso de "pelos y señales" le parece una guarrada?
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