Nuestro paseo por la IFA no podía estar completo sin pasar por el Stand de Sonos para probar una primera ración del Sonos Sub. El Subwoofer que ha lanzado la compañía californiana es todo un caramelo para los oídos de los que gusten de unos graves capaces de derribar paredes y poner de muy mal humor a los vecinos.
Con un peso más que considerable (16 kilos) y forma vagamente toroidal, el Sonos Sub mantiene la política de fácil configuración del resto de la gama Sonos. Un solo botón en el lateral es el que permite conectarse al Sonos Bridge y funcionar como un altavoz más de este sistema multihabitación.
Las conexiones Ethernet y de alimentación están en la parte inferior del dispositivo y salen por el estrecho espacio que dejan las patas que lo sustentan. Los conos de salida del sonido están en la cara interior del ‘donut’, enfrentados el uno al otro.
La localización de los altavoces parece peculiar, pero está penada para que el sonido de uno y otro choque y se disperse alrededor del Sub. En la prueba de audio que Sonos nos ofreció, los responsables de producto pusieron una moneda de dos céntimos de pie sobre el dispositivo para demostrar que no genera ninguna vibración.
El Sonos Sub no se mueve un ápice. Eso sí, es el alegre epicentro de un terremoto que hace vibrar desde los muebles hasta los huesos a su alrededor. No podemos decir que sea barato (699 euros) pero los amantes de unos graves poderosos y limpios en su música van a disfrutarlo de lo lindo.
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