Tim Burton ha recuperado el pulso macabro con 'Bitelchús Bitelchús', una sátira oscura que conecta a la perfección con su precedente

'Bitelchús Bitelchús' sobrepasa las expectativas con una secuela capaz de mirar sin avergonzarse a su modelo

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¿Cuál fue la última película de Tim Burton que viste que puedes calificar de memorable? Yo me tengo que remontar a 'Sleepy Hollow'. De eso hace 25 años (!!), y aunque desde entonces ha rubricado alguna película destacable ('Sweeney Todd', 'Frankenweenie', 'La novia cadáver'), han abundado horrores como 'El planeta de los simios', 'Charlie y la fábrica de chocolate', 'Dumbo' o las Alicias. Cuando ya habíamos perdido la fe, 'Bitelchús Bitelchús' demuestra que aún queda algo del Tim Burton oscuro y asilvestrado de los buenos viejos tiempos.

Es cierto que ya tuvimos más de una vibración positiva con 'Miércoles', que aunque no estaba escrita por Burton, sí que se detectaba su pulso detrás de una buena cantidad de decisiones en la puesta en escena y el humor macabro. De hecho, puede considerarse una especie de ensayo para esta 'Bitelchús Bitelchús', ya que comparte con ella no solo a Jenna Ortega en el reparto, sino a los guionistas Alfred Gough y Miles Millar.

Esta secuela forma parte de lo que se conoce últimamente como 'secuelas legado', es decir, secuelas que siguen la continuidad de la original, pero habiendo trancurrido muchos años y centrándose en nuevos personajes. Algunos ejemplos son 'Blade Runner 2049', las nuevas 'Cazafantasmas', 'Top Gun: Maverick', 'Doctor Sueño', las últimas Indiana Jones, 'Jurassic World'... Sin embargo, en este caso Burton toma una decisión afortunadísima: aunque en efecto tenemos nuevos personajes, el núcleo de la película siguen siendo Bitelchús (Michael Keaton) y Lydia (Winona Ryder).

Esta vez, tres generaciones de la familia Deetz regresan a Winter River y a la famosa casa en la colina donde transcurría la primera película. La rebelde hija adolescente de Lydia será esta vez quien descubra la maqueta del desván, con lo que la puerta de paso al mundo de los muertos volverá a abrirse. Pero no solo los vivos tienen problemas: un antiguo amor del mismísimo Bitelchús logra recuperar sus poderes y clama venganza.

Bitelchús etc. etc.

La primera 'Bitelchús' es sencillamente irrepetible: no solo está firmada por un Tim Burton aún pletórico de ideas en una de sus primeras películas y antes de sumergirse en los grandes presupuestos con 'Batman', sino que pertenece a una época muy distinta del cine comercial de Hollywood. Solo así se entiende una película tan libre, radical y a la vez personal: es prácticamente un catálogo, en clave de comedia satírica, de las siniestras obsesiones de Burton con el más allá y los entes espectrales. Detalles como el desbordante carisma de los entonces desconocidos Michael Keaton y Winona Ryder, ideas de guión como un Más Allá que funciona como un ministerio o la trotona banda sonora de Danny Elfman (que aquí repite) sumaban en una película que rebosaba inventiva en cada plano.

No podemos pedirle lo mismo a 'Bitelchús Bitelchús': media entre esta y la primera película una carrera completa del director, con sus altos y sus bajos, y también una industria que ha cambiado radicalmente y ahora factura secuelas como churros. Sin embargo, 'Bitelchús Bitelchús' aún rebosa personalidad: hay gore y el ritmo de los gags es una ametralladora; como en la original, no hay moralejas ni dramatismo, y los personajes permanecen asombrosamente fieles a sus encarnaciones originales (y los recién llegados están muy en sintonía con ellos).

Aunque la puesta en escena es menos aguerrida que la de la película original, y en ocasiones cae en lo pedestre, Burton toma decisiones insólitas y dignas de aplauso. Por ejemplo, el delicioso flashback en blanco y negro que homenajea con una sensibilidad gamberra delicios 'La máscara del diablo' de Mario Bava. O los efectos especiales donde sí, hay CGI (muy oportuno, eso sí, a veces imitando la textura de la animación stop motion o el látex), pero también un exceso muy refrescante de maquillajes grotescos, muñecos de goma, animatrónicos y abundantes soluciones tradicionales en los escenarios y la puesta en escena.

Estamos ante una propuesta refrescante e inesperada: el contexto actual de la industria es el de un marasmo de secuelas y de nostalgia barata, sí, pero gracias a una serie de decisiones inteligentes (no perder de vista a los protagonistas originales, un fan service con gusto y que no se ceba con guiños y homenajes que asfixian al espectador, un control total por parte de Burton de todos los aspectos de la película), 'Bitelchús Bitelchús' se convierte en una propuesta completamente al margen del resto de estrenos de la cartelera. Exactamente igual que su predecesora. Y no hay mejor elogio que ese.

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