La tercera temporada de esta propuesta que los fans de la ciencia ficción podemos disfrutar en la plataforma de vídeo en streaming de Apple es una delicia. Al igual que las dos primeras. Y, en mi opinión, lo es no solo por su impecable factura técnica y artística, sino también por su razonable credibilidad desde un punto de vista científico. Y se agradece.
Antes de seguir adelante, un pequeño apunte que probablemente agradecerán los fans de la ciencia ficción que todavía no han tenido la oportunidad de descubrirla: durante un periodo de tiempo limitado podemos ver la primera temporada de esta serie gratis y sin necesidad de estar suscritos a Apple TV+.
No cabe duda de que con esta estrategia los de Cupertino pretenden fidelizar nuevos clientes, pero, sea como fuere, merece la pena darle una oportunidad. Como sabéis los que ya la habéis visto, la primera temporada arranca con la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética por colocar al primer ser humano en la superficie de la Luna.
Con Marte en el punto de mira en la serie (y, posiblemente, fuera de ella)
En este artículo no pretendo desvelar ningún hilo argumental relevante de la trama de la serie, pero tengo que comentar necesariamente cuál es la propuesta argumental de la tercera temporada, tal y como nos prometieron los responsables de esta ficción en la segunda temporada: el establecimiento del ser humano en Marte.
Lo interesante, y, en cierto modo, sorprendente, es que de alguna forma esta serie podría estar vaticinando cómo será el mundo hacia el que nos dirigimos, y en el que Occidente y Rusia están tomando rumbos diametralmente opuestos.
Durante décadas Estados Unidos (que indiscutiblemente va a la cabeza de Occidente desde un punto de vista geoestratégico) y Rusia han aunado esfuerzos en materia de exploración espacial, una alianza que en el ámbito científico nos ha deparado muchas alegrías.
Rusia ha anunciado que se retirará de la Estación Espacial Internacional a partir de 2024
La Estación Espacial Internacional es una de ellas, pero la coyuntura actual, en la que Rusia y Occidente están separadas literalmente por un abismo en todos y cada uno de los frentes, está acabando con esta colaboración a una velocidad muy preocupante. De hecho, Rusia ha anunciado que se retirará de esta estación a partir de 2024.
Pero lo peor es que actualmente nada nos invita a ser ni remotamente optimistas en lo que se refiere a la colaboración científica y técnica entre Occidente y Rusia en el ámbito de la exploración espacial. Y probablemente en otros escenarios el panorama no será muy diferente. Es una lástima.
Curiosamente, 'Para toda la humanidad' describe una realidad muy parecida a la que estamos viviendo actualmente. Una segunda 'Guerra Fría'. En la serie la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética es constante, y provoca unas tiranteces de las que ni siquiera consiguen escapar los científicos, que en ningún caso deberían verse sometidos a los intereses políticos de sus naciones.
'Para toda la humanidad' es ficción, sí, pero se trata de ficción de calidad. Ficción con una razonable credibilidad. Quizá nos sirva como toque de atención
Pero esto no es lo único que nos muestra esta ficción. También nos enseña otro camino, uno en el que cuando las naciones en conflicto consiguen dejar de lado sus diferencias y permiten que prevalezcan sus intereses comunes el éxito es mucho más probable. Y a corto y medio plazo todas salen beneficiadas.
No se trata en absoluto de buenismo teórico. Ni mucho menos. La historia nos ha demostrado en muchas ocasiones que cuando las superpotencias empujan juntas y en la misma dirección los grandes desafíos empequeñecen. Se diluyen, y, con frecuencia, son superados. 'Para toda la humanidad' es ficción, sí, pero se trata de ficción de calidad. Ficción con una razonable credibilidad. Quizá nos sirva como toque de atención.
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