Un disco duro multimedia hereda su nombre del dispositivo de almacenamiento que usa: el disco duro tradicional, el de toda la vida. También denominados magnéticos o mecánicos, son dispositivos que siguen utilizándose ampliamente en prácticamente cualquier ordenador actual, y salvo la novedad de los SSD no parece que vayan a rendirse pronto.
Los discos duros tienen a sus espaldas unos cincuenta años de vida, tiempo más que suficiente para evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos. Y hablamos no sólo de almacenamiento, si no de muchos otros aspectos con los que han crecido en velocidad, rendimiento, estabilidad y fiabilidad.
Pero ¿sabes qué cuáles son las características principales de un disco duro tradicional? y qué importancia tienen en el rendimiento? Te invitamos a conocerlas a continuación.
Velocidad de rotación
Un disco duro está formado por un disco redondo que gira y un cabezal de lectura. El disco almacena la información en forma de ceros y unos que son escritos o leídos por el cabezal.
La lógica es simple: siempre y cuando el cabezal lo permita, a mayor velocidad de giro del disco más rápido se leerán o escribirán los datos. De esta forma un disco duro de 7.200 rpm debería ser más rápido que uno de 5.400 rpm, y éste a su vez de uno de 4.500 rpm., y así sucesivamente.
El lado negativo de tener un disco duro con una alta velocidad de rotación está en que generan más ruido y consumen más electricidad. Sobre todo el primer aspecto puede ser importante para un disco duro multimedia.
Tamaño
Con tamaño no me refiero a la capacidad, que generalmente no interfiere en el resto de parámetros, si no a sus dimensiones físicas. El mercado actual está copado de discos duros de 2.5 y 3.5 pulgadas, refiriéndose este tamaño a la distancia que une dos de sus vértices no consecutivos. La diagonal de toda la vida, vaya. al diámetro del plato interior.
Esta diferencia influye en el rendimiento: los discos de 3.5 pulgadas suelen ser más rápidos que los de 2.5, y además ofrecen una mayor capacidad. En contrapartida su consumo suele ser mayor y generalmente requieren conectores de alimentación adicionales. Por ejemplo, un disco duro externo de 3.5 pulgadas tiene que enchufarse a la corriente eléctrica y uno de 2.5 pulgadas simplemente funciona con la conexión al puerto USB.
Interfaz de conexión
Y por último, la interfaz de conexión interna. Solemos hablar de SATA como la más ampliamente utilizada, aunque también existen otras interfaces para cierto tipo de dispositivos.
En un disco duro multimedia lo más habitual es que estemos ante SATA2, más que suficiente para los discos duros tradicionales de la actualidad. El ancho de banda soportado por cada versión es el siguiente:
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SATA1: 1.5 Gbps, 192 MB/s
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SATA2: 3 Gbps, 384 MB/s
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SATA3 o 6 Gbps: 6 Gbps, 768 MB/s
Lo que no significa ni mucho menos que nuestro disco duro vaya a funcionar a esas velocidades. Es, simplemente, una cota superior que marca el límite superior soportado por el hardware.
Repercute en...
¿Y todo esto para qué? La finalidad de un disco duro es la de servir información a otros componentes. Buscamos que el disco duro funcione rápido, cuanto más rápido mejor.
En un disco duro multimedia generalmente no necesitaremos un alto rendimiento. Sin embargo, un disco duro más o menos rápido puede dar lugar a que la reproducción sea más fluida o a la carga de menús y contenido de una forma más veloz.
Y no sólo hablamos de la cantidad de información por unidad de tiempo (MB/s), sino también de otros factores como por ejemplo la latencia o el tiempo de acceso.
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Latencia: tiempo que tarda el disco en girar lo suficiente como para que el cabezal se encuentre en la posición exacta que debe leer.
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Tiempo de acceso: tiempo que tarda el cabezal en colocarse en la posición de lectura más el tiempo de latencia
Ambos son parámetros cuyo valor oscila en unos pocos milisegundos, con lo que quizá pueda parecer despreciable. Ahora tengamos en cuenta que un ordenador realiza millones de operaciones por segundo, y si sumamos todos los tiempos de acceso de cada momento (y por ende también las latencias) podemos obtener una cifra realmente grande. Aunque la medida más común de rendimiento de un disco duro sea su velocidad de transferencia (medida en MB/s), estos factores también han de tenerse en cuenta a la hora de realizar una comparativa entre dispositivos con el fin de determinar el mejor de ellos.
Por último, el mejor método a la hora de estudiar el comportamiento de un disco duro no es leer sus características técnicas en un papel, sino estudiar benchmarks. Un benchmark son un conjunto de pruebas que determinan diferentes parámetros del disco, permitiendo así realizar una comparativa clara y entendible entre varios modelos. En esta línea, uno de los mejores y más completos benchmarks que hay sobre discos duros en la red es el de Toms Hardware, con varias decenas de modelos estudiados con múltiples tipos de benchmarks diferentes. De lectura obligada para todo geek.
En Xataka | Disco duro.
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