Steve Jobs quiso contratar a "gestores profesionales" para Apple: fue un desastre porque solo sabían gestionar, no liderar

  • Steve Jobs quiso darle un toque más "empresarial" a la Apple de principio de los 80, contratando a gestores profesionales

  • El experimento no funcionó y terminaron por buscar líderes entre sus filas: los mejores resultaron ser aquellos que no querían serlo

Gestores Profesionales
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La resistencia de la generación Z a ascender a puestos de gerencia, ha puesto al liderazgo y sus capacidades en el centro del debate laboral. La Apple de Steve Jobs también tuvo que hacer frente a ese dilema cuando, a principios de los 80, comenzaba a convertirse en una gran empresa tecnológica. Jobs sacó importantes lecciones sobre gerencia de esa etapa.

En una entrevista grabada a mediados de los 90, el cofundador de Apple contaba que, ante el potencial de crecimiento de Apple, sus responsables acordaron optar por lo que llamaron "gerencias profesionales". Es decir, directivos profesionales y bien formados que dirigieran a los equipos de Apple.

"No funcionó en absoluto", aseguraba Jobs en su entrevista. "La mayoría de ellos eran unos estúpidos. Sabían cómo gestionar empresas, pero no sabían cómo hacer nada". Jobs sostenía que aquellas personas que no querían ponerse al frente de los equipos, terminaban por convertirse en los mejores líderes a largo plazo.

Gestores profesionales sin "visión"

Steve Jobs explicó en sus declaraciones que era más probable que los empleados a cargo de esos líderes aprendieran de ellos cómo hacer las cosas, en lugar de limitarse a aplicar técnicas de gestión. "¿Por qué querrías trabajar para alguien de quien no puedes aprender nada?", sentenciaba el fundador de Apple.

Jobs tenía una particular teoría sobre quiénes eran los mejores gestores para sus equipos: "¿Sabes quiénes son los mejores gerentes? Son los grandes contribuyentes individuales que nunca quisieron ser gerentes, pero deciden que tienen que serlo porque nadie más va a poder hacer un trabajo tan bueno como ellos".

Aunque esta teoría puede haber funcionado en muchos casos específicos, la tendencia generalizada de premiar a los mejores trabajadores (o a aquellos que mejores relaciones internas tienen) no siempre produce los mejores resultados, induciendo a lo que se conoce como Principio de Peter.

Uno de esos casos de éxito fue Debi Coleman, miembro del equipo original que desarrolló el Macintosh que, como ella misma reconocía en la entrevista, no tenía la formación necesaria para el puesto. "Era imposible que alguien más me diera la oportunidad de dirigir este tipo de operación. Soy consciente del hecho de que había un riesgo increíblemente alto, tanto para mí personalmente y profesionalmente, como para Apple como empresa, para poner a una persona como yo en este trabajo".

Sin embargo, Steve Jobs dio en el clavo con su nombramiento. Coleman se convirtió primero en directora financiera del departamento de Macintosh, para posteriormente dirigir las finanzas toda la compañía y convertirse en la responsable de impuestos y tesorería de Apple hasta 1992. Hasta su muerte, en 2021, se consideró a Coleman como una de las directoras financieras tecnológicas más destacadas. "Queríamos personas extraordinariamente buenas en lo que hacían, pero no necesariamente eran profesionales experimentados en hacerlo".

Una de las claves para que la estrategia de liderazgo de Steve Jobs tuviera éxito y no terminara en gerentes desnortados y desconectados de sus equipos era que, bajo la batuta de Jobs, Apple se organizaba como una startup en la que todo giraba en torno a una "visión común". La capacidad de descubrir y comunicar esa visión conjunta convertía a los gerentes en líderes que marcaban el camino a los empleados más brillantes.

"Los empleados brillantes se autogestionan. No necesitan ser administrados. Una vez saben qué hacer, van a descubrir cómo hacerlo, no necesitan ser administrados. Lo que necesitan es una visión común", aseguraba Jobs durante su entrevista. "Eso es el liderazgo: tener una visión, ser capaz de articularla para que la gente que te rodea pueda entenderla y llegar a un consenso sobre una visión común”.

Elegir a los empleados adecuados

Ese enfoque continuó vigente durante décadas y, en otra entrevista en 2010, el fundador de Apple declaró: "Hay un tremendo trabajo en equipo en la cima de la empresa, que se transmite a través de toda la empresa. El trabajo en equipo depende de confiar en que los demás cumplan con su parte sin tener que estar observándolos todo el tiempo"

Esa confianza de Jobs en sus empleados se basaba en un sistema reclutamiento sólido en el que los candidatos debían demostrar una determinada actitud frente al potencial tecnológico de Apple y lo que ellos podían aportar.

"Se llega a un punto en el que uno mismo decide a quién deja entrar en ese grupo. Por eso considero que el trabajo más importante de alguien como yo es el de reclutar. Lo mejor que puede pasar es cuando se consigue un grupo de 10 personas excelentes", recordaba Steve Jobs durante su entrevista.

Los empleados de Apple que formaban el equipo de desarrollo del Macintosh, recordaban su implicación en el proceso de reclutamiento de los nuevos candidatos a incorporarse a su equipo.

Los candidatos hablaban con todos los miembros del equipo, no solo con el departamento de personal, y entre todos decidían a quién se contrataba. Si no mostraban verdadero entusiasmo por lo que se les mostraba, se quedaban fuera. "Si se mostraban aburridos o simplemente decían 'Oh, es un buen ordenador', no los queríamos. Queríamos que sus ojos se iluminaran y que estuvieran realmente emocionados. Así sabíamos que eran uno de los nuestros", confirmaba Andy Hertzfeld, uno de los responsables del sistema operativo del Macintosh.

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Imagen | Apple, Unsplash (Andriyko Podilnyk)

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