Parece un simple tomate. Uno que huele y sabe a azafrán, sí; pero quiere ser mucho más. Porque por mucho que el azafrán sea una de las joyas de la corona de La Mancha, uno no emplea alguna de las tecnologías más avanzadas de ingeniería genética para hacer un tomate "curioso".
Parece un simple tomate, pero quiere ser un arma contra el Alzheimer, el Parkingson y decenas de enfermedades neurodegenerativas. Y, además, parece que sabe bien.
Lo que escondía el azafrán. Porque el azafrán no solo es uno de los productos más cotizados del planeta, sino que es un producto lleno compuestos con propiedades neuroprotectoras. Cosas como la crocinas, que tienen "efectos beneficiosos para la salud en la prevención y el tratamiento de numerosas enfermedades" como las disfunciones cognitivas o los problemas de memoria.
Lourdes Gómez, la catedrática de Genética de la UCLM que está detrás de todo esto, comentaba hace un par de años que estas propiedades son muy conocidas del azafrán. Y no sólo para tratar "diversos tipos de enfermedades asociadas a problemas neurodegenerativos como el Alzheimer, el Parkinson o la demencia", sino también para "afrontar la cura de nuevas enfermedades [como] el desarrollo de tumores como el de cerebro".
El problema obvio es que el azafrán es caro. Demasiado caro. Así que se pusieron a pensar ideas para producir esos compuestos de otra manera y, con el paso del tiempo, se dieron de bruces con los tomates. Descubrieron que se podía crear una nueva planta "a través de la ruta de síntesis de los pigmentos que dan el color y el sabor al azafrán".
"Hemos cogido tres genes propios del azafrán, más un gen de selección, y hemos puesto un promotor que simplemente actúa como un interruptor, diciéndole a los genes donde se tienen que expresar. De esta forma, los genes solo se expresan en el fruto del tomate y no molestan a la planta, lo que permite que crezca de forma normal", explicaba Oussama Ahrazem, uno de los investigadores del laboratorio de Gómez.
Una fábrica de crocinas y muchas cosas más. Porque los beneficios no se quedaban solo en un tomate "resultón" (y menos aún en sitios como la Unión Europea en los que conseguir la autorización de productos transgénicos es muy complicado), sino que estas tomateras permiten producir de forma barata todas esas cosas que, una vez procesadas, podrían usarse como suplementos.
La nueva normalidad. Aunque, como digo, en Europa es más difícil que nos topemos con ellos, este tipo de productos ("enriquecidos genéticamente") están llamados a convirtirse en un elemento central de las dietas y la salud de medio mundo. Tanto es así que, cuando algunos de estos productos se prohíbe, el escándalo se vuelve internacional.
Pero como vemos, esto no ha hecho más que empezar.
Imagen | Ayu Anistiari - Vera De
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