Vivir del aire: tal como suena. Con todo lo que eso significa, claro. Porque ¿qué pasaría si nos dijeran que podemos usar la luz del sol no solo para producir energía, calentar agua y ponernos morenos? ¿Qué pasaría si pudiéramos usarla para producir proteínas como las que obtenemos hoy en día con los cultivos más habituales? Es más, ¿qué pasaría si pudiéramos hacerlo en un 10% de la tierra que estamos usando?
Dorian Leger y su equipo del Instituto Max Planck de Fisiología Molecular de las Plantas en Alemania están convencidos de que no es una quimera. Al contrario, es algo que ya podríamos estar haciendo. Según sus propias palabras “nuestros análisis [publicados en PNAS] indican que podemos hacerlo mejor de lo que lo pueden hacer los cultivos después de millones de años de evolución y reproducción". Ahí es nada.
Sol, bacterias y buen apetito
La idea de utilizar energía solar (o alguna otra renovable) para capturar carbono directamente del aire y convertirlo en un compuesto simple para alimentar bacterias que produzcan proteínas como las que consumimos habitualmente no es una novedad. La novedad es que empresas e investigadores están muy cerca de conseguirlo.
Solar Foods of Finland, por poner un ejemplo, tiene previsto inaugurar su primera planta en 2023. Pero no es sencillo. Empresas como Carlysta explicaba en New Scientist que llevan años usando metano para producir pienso para animales. El problema es que ese metano se extrae de combustibles fósiles. El proyecto es llevar esa lógica a las renovables.
La cuestión central venía a ser no tanto si era posible, como si era rentable realizar la inversión en plantas de este tipo. ¿Podrían competir con la agricultura tradicional? Leger y su grupo de investigación ha analizado extensivamente esta cuestión con los datos empíricos disponibles.
Tras analizar el rendimiento de las tecnologías actuales compararlos con las distintas producciones de los cultivos más habituales, los investigadores han llegado a la conclusión de que se pueden producir hasta 10 veces más proteínas con este tipo de enfoques que con cultivos de soja, el cultivo básico más rico en proteínas que tenemos.
Lo que está claro es que el futuro de la alimentación se pone cada vez más impredecible. Insectos, carne vegana de alta tecnología, "alimentos (basados en energías) solares" y un largo etcétera que prometen cambios sustantivos. La tecnología está ahí: ahora queda quién se lleva el gato al agua.
Imagen | Richard Bell
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